Cuatro pueblos aragüeños de cuatro siglos, por Rafael A. Sanabria M.
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En noviembre se cumplieron cuatro siglos de la erección de cuatro pueblos de doctrina en el actual estado Aragua. En 1620 fueron creados: La Victoria, 18 de noviembre; Turmero, 27 de noviembre; Cagua, 29 de noviembre y San Mateo, 30 de noviembre. Cada uno adoptó el nombre de un patrono.
Antes de su elevación a parroquia eclesiástica, en estos predios ya había poblamientos indígenas. Los aborígenes fueron los pobladores originarios de nuestro territorio, eso está fuera de discusión, pero hay que revisar el término originario, pues oleadas de aborígenes provenían de otros espacios geográficos. De acuerdo al doctor Federico Brito Figueroa, los aborígenes habitaban poblazones y barrios distantes entres sí, por caminos torcidos, entre media legua y tres. Se inició el proceso fundacional pero esos pueblos no tenían las mismas características de los de España, no tuvieron de inmediato plazas, ni casa del cura, ni edificaciones de la real justicia, eso se fue haciendo con el devenir del tiempo.
Los barrios de indios obtenían sus nombres de algún árbol o quebrada o alguna cosa acaecida. No conocían el concepto de fundación de pueblos con nombres de patronos, menos aun de actos protocolares civiles o religiosos para erigir los mismos. La lengua de estos indios era la caracas y no estaban organizados jurídicamente.
En su amable hábitat los indígenas no tenían necesidad de previsión y solo producían para su subsistencia. No acumulaban bienes. No podían ni necesitaban producir excedentes y menos aun podían conservarlos. Por ello muchos cronistas de la época los tildaron de flojos, ya que una vez satisfechas sus necesidades básicas dejaban de trabajar.
Para la época precolombina los indígenas de la actual Venezuela no tenían concepción de urbanismo, es decir lugares con edificaciones, iglesias, plazas y mercado, casas en hileras y conformación de calles. El doctor Carlos Julio Tavera señala que la población indígena no estaba agrupada en pueblos, sino en aldeas de población dispersa. Esa no era la idea española de poblado. La población ya existía y lo fundado por los españoles fue un proyecto hispánico adicional, bajo el derecho indiano. No existen vestigios documentales del hecho civil. Mas existen sí, documentos y fechas: la de la acción eclesiástica. Tal acción debió ir a la par, al alimón, como conformación final o posterior a lo civil.
Felipe III, mediante cuatro cédulas reales de 1618 y 1619 ordenó las fundaciones, quienes a su vez comisionaron para el acto civil a Pedro José Gutiérrez de Lugo y al padre Gabriel de Mendoza en lo religioso (en esos años también fueron fundadas Petare, Valle de la Pascua, Santa Lucía, Guarenas, El Valle, Antímano, La Vega, Choroní, Carayaca, Maiquetía, Naiquatá, El Hatillo y Baruta).
Don Ambrosio Perera afirma que no halló los autos que Gutiérrez de Lugo debió dictar en el proceso fundacional, tan solo una relación de los autos de erección de las iglesias, por Gabriel de Mendoza. El doctor Perera concluye: “Bien pueden los pueblos (…) considerar como fechas de sus respectivas fundaciones, las correspondientes al señalamiento de sitios y erecciones de sus iglesias”. Lo afirmó pese a considerar los trámites eclesiásticos solo un acto complementario. Dice: “… De ahí que puedan, tanto el juez poblador como el comisionado del obispo, ser considerados (…) como inmediatos fundadores…”
A su vez Castillo Lara considera que debe tenerse como fecha fundacional la fecha de la erección de las iglesias, argumentando que es el documento más antiguo que se tiene. Para el doctor Tavera, entrevistado por Franchesco Carrabs, afirma que para los siglos XVII al XIX el término parroquia no tenía la acepción actual, que debemos entender el contexto histórico. Considera que no existe tal acta civil y el referente más antiguo es el auto de erección de la iglesia. El doctor Ambrosio Perera lo corrige y dice que la parroquia civil nació sobre la parroquia eclesiástica.
En lugar de polemizar, quizás bizantinamente, sobre la fundación de estos pueblos, debemos enfatizar el aporte de sus hombres y mujeres, tanto durante la gesta emancipadora así como sus contribuciones al crecimiento del país, en qué han hecho durante estos 400 años sin caer en las diatribas que no ayudan a edificar a sus moradores.
Rafael Sanabria es Profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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