Cuba y Canadá: sol y playa en medio de una brutal dictadura caribeña, por Isaac Nahón S.
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Cuba, el país del hemisferio occidental con la dictadura más larga, es para la mayoría de los canadienses un paraíso caribeño de sol y playas. Antes de la pandemia, más de un millón de turistas canadienses visitaron la isla en 2019. La realidad es muy diferente para la gran mayoría de cubanos. Son víctimas de violaciones de sus derechos humanos, viven en pobreza y, cuando salen a protestar pidiendo libertad, son duramente reprimidos. Según Amnistía Internacional, las autoridades cubanas han arrestado a cientos de personas durante las protestas de julio de 2021. La dictadura sigue sometiendo a periodistas independientes y activistas por los derechos humanos a arresto domiciliario y sigue persiguiendo a disidentes por expresar sus críticas al gobierno.
El régimen cubano ha jugado y todavía juega un papel disruptivo en la geopolítica de las Américas desde que Fidel Castro tomara el poder a finales de 1958. Primero, en el contexto de la Guerra Fría como aliado de los soviéticos para expandir la revolución en Latinoamérica, como lo mostraron las trágicas intervenciones en la guerrilla venezolana en los años 60, el fracaso del Che Guevara en Bolivia y la influencia sobre el socialista Salvador Allende en Chile.
Segundo, más recientemente en el apoyo que el gobierno cubano ha dado a los regímenes autoritarios en Venezuela y Nicaragua. Un reporte reciente de la Misión Independiente de las Naciones Unidas para comprobar las violaciones de derechos humanos por parte de gobierno de Nicolás Maduro, determinó que agentes del estado cubano instruyeron, ofrecieron consultoría e incluso participaron en actividades de inteligencia y contrainteligencia en Venezuela, actividades que incluyeron la persecución, arresto y tortura de opositores civiles y militares por parte de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM).
La Misión de la ONU indicó en el mismo reporte que existen evidencias de crímenes y violaciones que podrían ser catalogados de crímenes contra la humanidad, lo que incluye graves acciones de tortura cometidos por personas de varios estratos jerárquicos en la misma DGCIM y la «policía política» conocida como Sebin.
En tercer lugar, el régimen cubano es un aliado cercano de Irán, Rusia y China en el hemisferio, repitiendo por diversas plataformas la propaganda y desinformación de estos gobiernos autoritarios en las Américas a través de su canal de televisión Cubavisión Internacional, su agencia de noticias Prensa Latina y una red de periodistas, académicos y comentaristas adoctrinados y ciegos ante las evidencias de abusos y mentiras de los comunistas caribeños. El analista político Armando Chaguaceda ha calificado esta desproporcionada influencia de la dictadura cubana en el mundo como resultado de la complicidad de una “hegemonía progresista”.
Ambigüedad canadiense
Los gobiernos canadienses (tanto liberales como conservadores) han mantenido una política que se puede calificar de ambigua, y en muchas ocasiones de contradictoria, con respecto al régimen cubano. Motivados por hacer las cosas de forma diferente a los Estados Unidos, Canadá ha mantenido relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, promoviendo el turismo y los negocios, con algunas declaraciones por aquí y por allá denunciando las violaciones de derechos humanos en la isla.
Podría preguntarse al gobierno canadienses: ¿cómo un país que se dice defensor de los derechos humanos y las libertades en el mundo hace tan poco o nada para ayudar a los cubanos a lograr una transición a la democracia? La pregunta adquiere particular importancia cuando los propios cubanos salieron a manifestar en varias ciudades de Cuba bajo el lema «Patria y Vida” y han sufrido persecuciones y abusos por pedir libertad y democracia.
La abogado canadiense y miembro del Macdonald-Laurier Institute (MLI) Sarah Teich, introdujo hace poco una petición en Global Affairs Canada (el ministerio de relaciones exteriores canadiense) en nombre de las organizaciones prodemocracia Democratic Spaces y Cuba Decide, en la que solicita que se apliquen sanciones a funcionarios cubanos implicados en las recientes violaciones de derechos humanos. Estas medidas puntuales, muy distintas al embargo comercial de los Estados Unidos, servirá para congelar activos y cuentas de funcionarios que hayan cometido abusos contra los derechos de los cubanos, y estos recursos podrían servir para compensar a las víctimas.
En una reciente visita a Ottawa, la capital canadiense, Rosa María Payá, fundadora de la iniciativa Cuba Decide e hija del activista pro democracia Oswaldo Payá, aparentemente asesinado por el régimen de Castro en opacas circunstancias en 2012, expresó su esperanza de que el gobierno de Canadá cambie su posición con respecto a la dictadura cubana. En un panel celebrado en el MLI, un exconsejero de seguridad del gobierno canadiense le planteó a Payá que sería mejor cambiar de «gancho» y hablar de reformas dentro del mismo régimen cubano y no de «cambio de régimen». La joven activista cubana respondió: «¿Por qué los cubanos debemos tener menos derecho a elegir libremente nuestro gobierno en comicios multipartidistas y con garantías democráticas que los canadienses? Somos también humanos y tenemos los mismos derechos que todos los seres humanos».
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El año pasado, en medio de las protestas en Cuba, un grupo de cubano-canadienses introdujeron una petición en el parlamento de Canadá solicitándole que hiciera un llamado al régimen cubano para la liberación inmediata e incondicional de todas las personas detenidas y encarceladas solo por ejercer su derecho a la libre expresión y la reunión pacífica. La respuesta de la ministra de Relaciones Exteriores canadiense, además de repetir las declaraciones del gobierno de Trudeau sobre los abusos cometidos por el gobierno cubano, enfatizó la narrativa castrista: «Canadá también comprende que el embargo de los EE.UU. tiene impacto negativo en las condiciones de vida del pueblo cubano y en los canadienses que hacen legítimo comercio e inversiones en Cuba… Más aun, Canadá ha votado consistentemente a favor de la resolución anual de Cuba en la Asamblea General de la ONU llamando por el fin del embargo de los EE. UU».
Esta es una declaración vergonzosa de un gobierno democrático que dice respetar las libertades y los derechos de las personas. Cuba merece algo mejor del gobierno de Canadá.
Isaac Nahón Serfaty es Profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad de Ottawa. Consultor en comunicación y salud, gestión de crisis y responsabilidad social corporativa. Doctor por la Universidad de Montreal.
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