Cuento chino, por Aglaya Kinzbruner
Twitter: @kinzbruner
La costumbre de referirse a una historia como cuento chino es muy antigua. Tal parece que viene de Marco Polo, el explorador veneciano que fue a China en el siglo XIII y al volver contó las aventuras más extraordinarias y … ¡nadie le creyó! Estuvo al servicio de Kublai Kan unos veinte años y sus aventuras están recopiladas en un libro Los viajes de Marco Polo escrito por Rustichello da Pisa. Marco Polo y su biógrafo se conocieron en una ¡cárcel! Ya que, al querer volver a Venecia, fue hecho prisionero por unos genoveses, grandes enemigos entonces de los venecianos. Una vez liberado, volvió a su tierra.
Aunque no fue creído en su tiempo, algunos detalles parecen completamente fantásticos como el palacio portátil todo de bambú de Kublai Kan, lleno de plata y oro, un historiador, Hans Ulrich Vogel, profesor de estudios chinos de la universidad de Tubinga, piensa que puedan corresponderse con la verdad.
Y aporta pruebas publicadas en un libro que salió en el 2012, donde Marco Polo habla del uso de los chinos de papel moneda, el sistema postal y la producción de sal. Conocimientos éstos que apuntan a una posible veracidad de Il Milione.
La historia universal es muy pródiga en cuentos. El primer libro de cuentos para niños fue en un comienzo dedicado a los adultos. El libro se llamó Lo Cunto de li Cunti o Pentamerón y fue escrito en napolitano antiguo por Giambattista Basile (1575 – 1632) cortesano, soldado y poeta, quien volcó en tinta y papel las fábulas populares que se contaban en Nápoles. En el 1891 Benedetto Croce, lector apasionado del libro, prologó la edición en napolitano. En el 1924 tradujo el libro del napolitano al italiano. Hay una edición de Siruela del Pentamerón que contiene, además del prólogo de Benedetto Croce, un excelente epílogo de Italo Calvino.
Y los cuentos empezaron a viajar. Llegaron a Francia primero y luego a Alemania. En Francia, Charles Perrault (1628 – 1703) publicó Le contes de ma mère l’Oye. Perrault quien había perdido a su mujer y su puesto en la Academia Francesa se consagró a la educación de sus hijos y modificó un poco los cuentos para hacerlos más morales. Por ejemplo en la Cenicienta de Basile, nuestra protagonista «desnuca» a la madrastra mala. El padre, quien posiblemente era un «gatillo alegre» se casa con otra que además trae ¡seis jóvenes a la casa! Tanto Perrault como también los hermanos Grimm la transforman en una chica ¡dulce y sufrida!
*Lea también: Cambio de sexo, por Gisela Ortega.
Los hermanos Grimm, Jacob y Wilhelm Grimm, bibliotecarios, ya en pleno siglo XIX, enamorados del folclore europeo, mandan exploradores por toda Europa para recopilar cuentos. Una vez tuvieron en sus manos el Pentamerón, encomendaron su traducción. En casi todos los cuentos el leit-motif es la envidia femenina. En plena época victoriana, diligentemente se aprestaron a modificar algunas cosas. Así fue como las madres tóxicas se convirtieron en madrastras con la consecuencia que le dieron mala fama a estas últimas y se creó un estereotipo. Así pasó con el cuento de Blancanieves. Originalmente en ese cuento la mala era la madre. Los pobres niños que tuvieron madres malvadas seguramente se sintieron doblemente traicionados por la madre tóxica en primer lugar y, en segundo lugar, por una sociedad hipócrita. Por eso también algunos niños abusados callan su historia. ¿Y vivieron felices para siempre? ¡Puro cuento chino!
Y si nos desplazamos al presente, nos encontramos con el cuento del globo chino y como viajó muerto de la risa a lo largo y ancho de Estados Unidos por tres días sin que nadie llamara urgentemente al Dr. Jack Ryan, genial protagonista de las novelas del famoso escritor Tom Clancy. Habría capturado al dichoso globo ipso facto y ya se sabría qué demonios tenía adentro. Según las últimas noticias, hay globos espías chinos volando sobre los seis continentes.
Y Peng Shuai, la brillante tenista china, clasificada por la WTA como la mejor del mundo en dobles en el 2014, después de su intento de seguir la corriente del Me Too, está bien y manda saludos.
¡Puro cuento chino!
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo