Culpable eres tú, por Teodoro Petkoff
Aquel Chávez azorado y desconcertado, que no encontraba cómo responder a las imprecaciones y reclamos de la señora Maigualida González Alejo, en el sector Blandín, de la carretera vieja de La Guaira, sólo atinó a hacer llamar a Jackeline Faría. «Aquí te están acusando, Jackeline», le espetó. Genio y figura hasta la sepultura. La culpa siempre es de otros. De sus errores siempre habla en un impreciso plural mayestático: «Nos equivocamos». Jamás se le ha oído decir: «Yo me equivoqué». Pero, la señora Maigualida no había mencionado para nada a la señora Faría. Su reclamo era directo al Presidente.
Era a él a quien responsabilizaba de la cantidad de mentiras y promesas incumplidas que Chávez ha desparramado sobre los habitantes de Blandín (y de toda Venezuela) a propósito de la precariedad habitacional de la zona. «En doce años este gobierno promete y no cumple». Cuando Chacumbele, en uno de sus típicos arrestos demagógicos, quiso oponer «los ricos», que viven abajo, a «los pobres», a quienes empujan a los cerros, la señora replicó: «Aquí me metiste tú en 1999 y desde esa fecha estoy esperando por la vivienda prometida».
No fue a los ricos, no fue a Jackeline Faría, sino a Hugo Chávez a quien Maigualida González culpó de sus tribulaciones y las de otros vecinos de la zona. Es un signo de los tiempos. La gente no es pendeja. Sabe bien que en un país normal, el Presidente tiene ministros y funcionarios que se encargan de llevar adelante la administración pública y que son ellos los que deben responder. Pero este no es un país normal. La gente ya tiene claro que aquí no se mueve una hoja sin que lo decida y apruebe Chacumbele.
Que él es ministro de todo y que no es casual que este gobierno haya impuesto un récord mundial en materia de cambio de ministros. Una vez lo dijimos: el gabinete parece uno de esos moteles de la Panamericana, llamados de alta rotación. Apenas los nuevos ministros están descubriendo dónde quedan los baños de su despacho y ya están destituidos.
Porque Chacumbele ha llevado la centralización hasta el punto de que ni trabaja ni deja trabajar a nadie. Pero, si los ministros no sirven, como lo implicaría su escasa duración en el cargo, la señora Maigualida se pregunta quién le da el garrote a ese montón de ciegos. Por eso no quiso saber nada de Jackeline Faría.
Poca duda le cabe a Maigualida de que la señora Faría no es propiamente un modelo de eficiencia, pero ¿quién la nombró y la mantiene en la chamba? Hugo Chávez. Es con él con quien se quería entender, no con sus monigotes. Es a él a quien le cantó sus verdades.
Por eso es que Chávez va palo abajo en la confianza popular. Cada vez le creen menos. Cada vez sus embustes y sus cuentos son oídos con más desencanto. Cuando Maigualida González lo oyó hablar de 350 mil viviendas entre 2010 y 2011, debe haber experimentado algo así como desolación. Ella sabe que en este frente el fracaso del gobierno ha sido clamoroso, como bien lo reconoce el propio Chacumbele, cuando se autodesigna ministro de Vivienda, creyendo que podrá hacer lo que ninguno de sus ministros pudo. «Otra coba más», debe haber sido la rabiosa conclusión de Maigualida.