Cumbre Amazónica concluye con llamado a proteger selvas, pero sin objetivos concretos
Presidentes y ministros de ochos países amazónicos firmaron una declaración de sus planes para impulsar el desarrollo económico de sus países y a la vez impedir que la larga agonía de la región «llegue a un punto sin retorno». Pese a lo anterior, los representantes de las naciones ante la Cumbre Amazónica 2023 no se comprometieron a cumplir con los requerimientos de ambientalistas para detener la desforestación
La Cumbre del Amazonas en Brasil concluyó el miércoles 9 de agosto con una hoja de ruta para proteger las selvas tropicales, elogiada como un paso importante en la lucha contra el cambio climático, pero sin los compromisos concretos que pedían algunos ambientalistas para poner fin a la deforestación.
El martes presidentes y ministros de ocho países amazónicos firmaron una declaración de sus planes para impulsar el desarrollo económico de sus países y a la vez impedir que la larga agonía de la región «llegue a un punto sin retorno».
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Varios grupos ambientalistas expresaron su decepción con la declaración del martes, que consideraron una compilación de buenas intenciones con escasos objetivos y plazos concretos. Por su parte, la organización indígena más grande de la región se declaró complacida por la inclusión de sus dos reclamos principales.
«Es significativo que los mandatarios de los países de la región hayan escuchado a la ciencia y comprendido el llamado de la sociedad: la Amazonía está en peligro y no tenemos demasiado tiempo para actuar», dijo el grupo internacional WWF en un comunicado. «Pero WWF deplora que los países amazónicos, de consuno, no hayan llegado a un punto común para poner fin a la deforestación en la región».
El miércoles se sumaron a la reunión los presidentes de la República del Congo y la República Democrática del Congo, un emisario del presidente de Indonesia y el embajador francés en Brasil en representación del territorio de Guyana Francesa. También asistió un emisario de Noruega, el mayor contribuyente al Fondo Amazonas brasileño para el desarrollo sustentable.
Los representantes nacionales firmaron el miércoles un acuerdo similar, aunque mucho menos extenso que el del día anterior. No contenía objetivos concretos y en su mayor parte criticaba a los países desarrollados por no proporcionar la gran financiación prometida. Los presidentes de Bolivia, Colombia y Perú no asistieron a la reunión del miércoles.
Los ocho países que asistieron el martes —Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela— miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) recientemente revivido, han expresado la esperanza de que un frente unido les dé mayor presencia en las conversaciones ambientales globales de cara a la conferencia climática COP 28 en noviembre.
La cumbre refuerza la estrategia de Lula para potenciar el interés mundial en la conservación de la Amazonía. Alentado por una disminución de la deforestación de 42% en sus primeros siete meses en funciones, ha buscado apoyo financiero internacional para la protección de la selva.
«La naturaleza, que el desarrollo industrial contaminó durante 200 años, necesita que paguen su parte para que podamos revivir parte de lo que se arruinó. La naturaleza necesita dinero», dijo Lula.
La Amazonía se extiende por una superficie dos veces el tamaño de la India. Y dos terceras partes de ella se encuentran en Brasil, mientras que otros siete países y un territorio comparten el tercio restante. Históricamente, los gobiernos la han visto como una zona de colonización y explotación, con poca consideración por la sustentabilidad o los derechos de sus pueblos indígenas.
Todos los países presentes en la cumbre han ratificado el acuerdo climático de París, el cual requiere a las partes firmantes establecer objetivos para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Los miembros de OTCA, que se reúne apenas por cuarta vez en 45 años de existencia, demostraron el miércoles que no están plenamente alineados en asuntos cruciales. La declaración conjunta no incluyó un compromiso compartido, ya asumido por Brasil y Colombia, de reducir a cero la deforestación para 2030.