Cumpledaño, por Teodoro Petkoff
Ya los aspectos fiscales del Plan Tobías han sido aprobados por la Asamblea Nacional, en unas sesiones en las cuales la oposición, seguramente dedicada a preparar alguna marcha, brilló por su ausencia, según reza el viejo lugar común. De modo que en un Parlamento donde la correlación de fuerzas es casi de empate entre gobierno y oposición, el aumento de los impuestos fue aprobado por mayoría abrumadora. El gobierno tenía casi completo su team parlamentario, pero la oposición estuvo representada apenas por la mitad de sus diputados. De manera que lo que hubiera debido ser un debate y una votación cerrada, si es que la oposición se ocupara de sus asuntos, en realidad terminó siendo una cómoda victoria oficialista. El problema es que estos impuestos carecen de sustentabilidad política. En abstracto, podrían ser considerados, fiscalmente hablando, como medidas que van en la dirección correcta. Pero, en la práctica, subir impuestos en medio de escándalos de corrupción es totalmente contraproducente. Vivo está todavía el caso del FIEM, que implica una billonaria malversación de fondos y no hace más de una semana que estalló el lío de los bonos de deuda pública. Es muy difícil convencer al país de que es necesario pagar más impuestos cuando la gente ve que las finanzas públicas se han convertido en pila de agua bendita y, además -y esto es lo infinitamente grave- el gobierno trata de taparear todo, de justificar sus barrabasadas y de garantizar la impunidad de los ladrones. No sería de extrañar que Felipe Pérez, ministro de Cordiplan, quien anunció su disposición de llegar al fondo del guiso «bien bono» de deuda pública, termine por ser expulsado del gabinete por haber sacado a la luz sus dudas acerca de la vagabundería que olfatea.
Económicamente cabe esperar un considerable efecto inflacionario en septiembre, cuando entren en vigencia tanto el IDB a 1% como el IVA a 16%, con menos exenciones que antes y pechando algunos rubros de consumo masivo. El efecto alcista no será mayor dada la profundidad de la recesión económica que nos agobia. O sea, la fiebre no es peor porque el enfermo ya está boqueando. Además, lo malo es que cuando se aumenta la carga tributaria en periodos de depresión económica, como el actual, lo que ocurre, usualmente, es que se ahonda la depresión porque los factores económicos son adicionalmente golpeados precisamente cuando van palo abajo.
Curiosa pero explicablemente, para nuestro locuaz Presidente nada de esto existe. El domingo habló de todo pero ni una mención a lo de los bonos y mucho menos a los impuestos. En esta materia Chávez se hace el loco y voltea para otro lado, pretendiendo que él no tiene nada que ver con el Plan Tobías. Le dejó toda la carga a Nóbrega y al MVR. Mañana, probablemente con el mismo cinismo con que hoy descalifica al que una vez consideró como «el mejor tribunal supremo del mundo», también podrá decir que la culpa de la inflación es de Tobías y del partido. A él que lo registren: nunca dejó de hablar contra el «neoliberalismo salvaje». ¡Tronco de celebración de los dos años de su segunada venida!