Damián Alifa: El PSUV le tuvo miedo a la decisión de las bases
El sociólogo Damián Alifa considera que al enfocarse las primarias en solo gobernadores y alcaldes y estando prácticamente los mandatarios regionales ya “cuadrados”, el proceso interno ha perdido prácticamente interés, mientras la oposición se mantiene con sus contradicciones internas
“Hay una gran desmotivación en las bases del PSUV, el proceso interno perdió la emoción porque se redujo competitividad, ya no hay competencia. Hubo negociación antes que cambios sorpresa o resultados que no fueran del agrado de los grupos de poder”.
Así lo expresó Damián Alifa, sociólogo (UCV) e investigador que ha seguido de cerca el proceso particular del partido de gobierno y quien considera que fue el temor a los pronunciamientos de las bases del PSUV lo que llevó a la dirigencia a dejar de lado la premisa de una renovación interna a partir del pronunciamiento de la militancia.
El pasado 27 de junio, esta organización política realizó una jornada de postulación de aspirantes para los distintos cargos a elegir en los comicios regionales y locales del 21 de noviembre, gobernadores y legisladores de estado, alcaldes y concejales, con miras a unas elecciones primarias a realizarse el 28 de agosto.
En los días subsiguientes la dirigencia del partido indicó que se registraron más de 100.000 postulaciones en esa fecha en la que se difundieron diversas escenas de enfrentamientos entre militantes, denuncias de manipulación de los datos y hasta la confiscación de los cuadernos de registro por parte de algún alcalde, pero el 13 de julio, el vicepresidente de esta tolda política, Diosdado Cabello, indicó que el 8 de agosto sólo se elegirá a los aspirantes a gobernadores y alcaldes, pues para los cuerpos colegiados tenían la que calificó de una mejor medición, “que no es otra que los reportes de las bases, aquí está la voluntad de ellas, de los circuitos electorales y la decisión la tomará la Dirección del partido y el Presidente del mismo”.
Se frustró el proceso de democracia interna
—El PPSUV se aproxima a unas primarias para elegir sus candidatos a las regionales del 21N. Luego de hablarse de un proceso para elegir por las bases a todos sus abanderados, ahora se indicó que sólo se escogerán los candidatos a gobernadores y alcaldes. ¿A dónde cree que va el proceso interno?
—Le tuvieron miedo a la decisión de las bases, al libre juego de tendencias y corrientes dentro del partido y a las posibilidades de fractura, y los grupos de poder terminaron negociando. Para las gobernaciones se filtraron los candidatos más polémicos y más bien quedó distribuido como cuotas de poder, tanto para alcaldía de Carcas como para las gobernaciones todo el mundo sabe quién va a ser el ganador; además, todos los candidatos a concejales van a ser resultado de la cooptación, así que el único espacio donde se va a permitir algún tipo de competencia es para los alcaldes. Algunos espacios donde hay uno o dos aspirantes compitiendo se va a permitir, pero en las gobernaciones se negoció todo, así que se acaba de frustrar el proceso de democracia interna.
—¿De esos grupos de poder quiénes han resultado ganadores?
—En las gobernaciones quedaron los grupos exactamente igual. En Zulia el candidato será el gobernador actual, igual en Carabobo, donde se quedará (Rafael) Lacava o si no, una persona de la misma tendencia. No hay grandes transformaciones. Habría que ver el resultado de los candidatos a alcaldes, pero en líneas generales hay un reparto exacto igual al que ya existía.
—¿Y cómo cambia el panorama con los que no van a la reelección, como los casos de los estados Trujillo, Sucre, Mérida o incluso La Guaira?
—En La Guaira irá la esposa de (el fallecido gobernador) García Carneiro. Está (aspirando) Alejandro Terán, pero pienso que quedará ella. Así que es otro caso de continuidad. En Sucre, también pareciera quedar otra figura de la juventud del PSUV. Se va Edwin Rojas pero alguien que viene del mismo grupo, así que se impuso la continuidad.
Chavismo no responde a interrogantes clave, advierte Damián Alifa
—Ahora que habla de jóvenes, ¿Cuál cree que es el estado actual de la conexión entre la juventud del país y el chavismo?
—Hay un chavismo ensimismado autorreferencial, que repite la misma fórmula en las campañas; hay un chavismo que está reafirmando su unidad, hablándose a sí mismo, pero dejando de hablarle al elector, a la sociedad. No hay un diálogo con la sociedad, hay un intento de la JPSUV de abrirse más para llegar a sectores más traumáticos, con ideas de emprendimiento, pero veo que eso no tiene hasta ahora calado debido a que tiene muchas contradicciones; apela al tema romántico de la retórica propia del chavismo que no termina de dar respuesta a los problemas de la juventud; no se responde a la interrogante clave que sería ¿Para qué yo quiero que tú sigas en el poder? ¿Cuál es el beneficio que me traes? Un elector necesita esa respuesta y el chavismo no ha sabido responder a eso. Son años de mucho deterioro de la calidad e de vida.
—En cuánto a la oposición ¿Cómo cree que pueda volver a conectarse con los electores?
—La oposición también está muy ensimismada hablándose a sí misma, atacando a un sector al que llama alacrán y a otro por abstencionista, pero dejando de hablarle al elector. Es una oposición que termina reproduciendo la queja social, algo que hasta cierto punto tiene sentido porque hay malestar general y la población está molesta, pero no propone salidas viables en las que la gente se vea representada, y además está el tema de la campaña abstencionista manejada durante todos estos estos años.
“Así que la oposición –continuó- la tiene muy difícil para reconstruir instancias de diálogo y coordinación interna entre los mismos sectores de oposición, la fractura es muy grande, genera mucho ruido. Necesita un nuevo discurso hacia el elector, hacia la sociedad, que invite a organizarse, a reactivarse y explique que las salidas individuales, como migrar o buscar particularmente la manera de subsistir no es la única forma en la que se puede luchar, sino con el encuentro colectivo, la lucha conjunta y el ir construyendo un trabajo a largo plazo. Si la oposición decide reagruparse vía electoral tiene que saber que los frutos no los va a cosechar en las regionales sino a largo plazo.
Posible efecto del 21N
—¿Pueden las regionales catapultar a la oposición con miras a procesos venidero?
—Depende del resultado. Soy escéptico en cuanto a los resultados. Si la oposición va dividida, si el sector de Capriles, el de la gente del G4 no se unen y ambos lanzan candidatos fuertes en cada región y sigue habiendo un fuerte discurso hacia la oposición, esto puede terminar haciendo que se impongan los candidatos del gobierno. Es muy probable que esta elección sea de participación baja, y en este escenario es donde la maquinaria tiene mucha fuerza. Hay que tomar en cuenta que la maquinaria más poderosa es la del PUSV por razones obvias, como el control del Estado. En definitiva, es una elección complicada para la oposición, muchos de sus líderes regionales están fuera del país o inhabilitados, o incluso hay varios competidores en una misma región. Habrá que ver los resultados.
—¿Si se unen podrían representar un peligro para el gobierno?
—Si se unieran y hubiera una coordinación general y un recurso general y una estrategia más o menos unificada y van con buenos candidatos, eso sería un revés para el chavismo. El chavismo sabe que tiene a duras penas entre el 25 y el 35% del electorado, que está en franca minoría, que existe un malestar gigantesco y que el día que la oposición decida votar de manera unificada lo pone en jaque. La única forma de controlar y gobernar en minoría es con una oposición confrontada entre sí. Por eso siempre busca la manera de que la oposición se fragmente a sí misma.
Lea también: El chavismo diseñó el andamiaje para consolidar la recentralización
Nueva ronda de negociaciones
—¿Qué oportunidad cree que existe de que se puedan llegar a acuerdos en esta nueva ronda de negociaciones que se iniciará próximamente en México?
—Uno siente que hay varias mesas de negociación en paralelo, uno el diálogo que existe entre el gobierno con el sector de la oposición que participó en las elecciones de 2018; luego un proceso de negociación entre el gobierno y Henrique Capriles reflejada en la composición del nuevo Consejo Nacional Electoral; algunos candidatos se vienen asomando en las regionales, con figuras vinculadas a este sector, y por otro lado está la mesa de negociación que se instalará en México, que uno siente que es algo que todavía no está concretado y que el gobierno y ese sector de la oposición están en un proceso de “escalada” para llegar fuertes a esa mesa, si es que llegan a sentarse.
“Ese sector de la oposición está pidiendo un cronograma electoral presidencial mientras el gobierno pide el levantamiento de las sanciones y que lo reconozcan como gobierno, están pidiendo cosas que el otro no está dispuesto a ceder. Ahora, sabemos que, por lo general, se parte de demandas maximalistas y luego se intenta llegar a acuerdos, con la participación de mediadores, y el bajar un poco las expectativas. Si las exigencias máximas se mantienen, el espacio en México implosiona, pero existe la posibilidad de que ambos grupos cedan y busquen demandas un poco menos exigentes”, añade Damián Alifa.
—¿Cree que el tema presidencial debe estar en las conversaciones en México?
—El gobierno viene de soportar lo que conocemos como la máxima presión, un cerco diplomático, la instalación de un gobierno paralelo, cerco financiero, así como un montón de intentos por parte del gobierno de EEUU, en la administración Trump, de fracturar a la FAN sin lograrlo. Entonces estamos hablando de un gobierno fortalecido, ¿Qué lo va a presionar ahora? Esto no quiere decir que no se vea presionado por muchas cosas, pero sí que tiene una capacidad de resistencia mayor de lo que la oposición había previsto.
“Es un gobierno fuerte frente a una oposición fracturada que ha perdido capacidad de negociación -señala Damián Alifa-, en un momento cuando para la comunidad internacional el tema Venezuela no es el primero ni el segundo sobre la mesa. De esta manera, la oposición va a sentarse en una situación de debilidad. El tema de unas presidenciales adelantadas o de la realización de un referendo revocatorio pareciera ser jugar posición adelantada. Desde un sector es entendible que apuesten a esto porque obviamente fueron investidos de la figura presidencial y necesitan ceder eso por algo mucho más grande que unas regionales. Es el propio laberinto en el que está la oposición”.
El acuerdo de salvación no se salva
Para Damián Alifa, la oposición evalúa cómo incorporarse a la ruta electoral sin la fuerza para imponer presidenciales y acota que unas regionales muy poco para ceder figura de gobierno interino, por lo que cree que el dilema es si la oposición es capaz de prescindir del gobierno interino o decide mantenerse en la abstención hasta lograr mayores condiciones electorales.
—¿Cree que es adecuado hablar sobre un posible acuerdo de salvación nacional?
—No es posible en los términos que lo está planteando Juan Guaidó. Con una oposición fragmentada, una comunidad internacional que ya no está viendo el tema Venezuela, una oposición que ha perdido capacidad de convocatoria y un gobierno que tiende hacia la normalización del país no hay posibilidades que se imponga un proyecto de esa naturaleza.
—Hace una semana se registró una serie de protestas masivas en Cuba. ¿Cree que es posible un cambio político en la isla? ¿Tendrá incidencia lo que está pasando allá con países que han estado en la órbita de Cuba como Nicaragua o Venezuela?
—Creo que hay un quiebre generacional en la isla, de alguna manera hay un cambio en la manera de pensar, sobre todo en los jóvenes que hoy tienen diferencias con el gobierno, diversas múltiples diferencias, que no se encuadran exactamente en un tipo de discurso de uno u otro lado espectro político, aunque el movimiento San Isidro pareciera ser bastante amplio. Son protestas desencadenadas por problemas económicos; Cuba está pasando por momentos muy difíciles, hay cubanos que plantean que se asemeja a la del “período especial”. Hay un malestar, las sanciones de Trump agudizaron un poco el tema porque complicaron el envío de remesas, además de que hay un problema por la caída de turismo por pandemia y múltiples problemas debidos a la burocracia y la corrupción de la élite.
“Hay un estallido social sin precedentes, aunque un declive ya de la movilización en este momento debido a la represión, hay 400 detenidos, algunos incomunicados, y el gobierno está tratando de desarticular los focos de organización de protestas, pero ciertamente hay cambio de paradigma, hay una capa social abiertamente en contra del gobierno, que lo plantea, se enfrenta a la policía, lo dice públicamente, lo grita en las calles y es algo que no había pasado antes”, expone Damián Alifa.
Papel Biden y los demócratas
Considera el analista que si esto desencadena un cambio o no dependerá de que haya un cambio en la élite cubana, en su manera de pensar, porque las protestas no generan necesariamente cambios o es difícil que lo haga si no hay a lo interno del poder gente convencida de que es necesario el cambio.
“Creo que hay gente convencida, pero a través de reformas lentas. Creo es necesario una actitud más dialogante por parte del presidente de EEUU, Joe Biden, de que se rescate el proyecto Obama de abrir la economía entre EEUU y Cuba, estrechar lazos, reconstruir canales comerciales que permitan que se regenere un poco la economía cubana, que se abra mucho más a los cuentapropistas y eso vaya generando más fortaleza y vigor en la sociedad. Eso puede generar un cambio a mediano y largo plazo”, argumentó el investigador.
Advirtió que para que eso ocurra es necesario que los demócratas (integrantes del partido actualmente en el gobierno de EEUU) se abran al enfoque que había tenido Obama que, a su juicio, en alguna medida contribuyó a lo que está pasando hoy en la isla, por la entrada de más teléfonos inteligentes y el acceso a un mejor internet, por ejemplo.
“Eso repercutió en las protestas, que veamos cómo actúa el gobierno cubano, que nos enteremos más y ellos mismos se enteren e interconecten más sobre lo que pasa en cada una de sus regiones. Creo que, así como lo de Obama tuvo mucho que ver con lo que está pasando, creo que un nuevo enfoque de Biden podría ayudar a un cambio en la isla”, precisó Damián Alifa.
Indicó que se trata de un cambio automático, sino que será a mediano y largo plazo, al igual que la incidencia que el desarrollo de los acontecimientos en Cuba pueda tener en países como Nicaragua.
No obstante, Damián Alifa estima que los ocurrido en Cuba va a permitir a la izquierda regional abrir un debate sobre Cuba.
“Se había discutido sobre socialismo real, lo había hecho de manera descarnada, había criticado muy duro a URSS, la China de Mao y cuestionado esos modelos de socialismo real, ese debate está abierto incluso en los sectores más ortodoxos de la izquierda latinoamericana, pero Cuba había quedado fuera de ese debate, muy pocos intelectuales se habían atrevido a cuestionar lo que pasaba en Cuba”, precisa.
Añade que lo ocurrido abre el debate y no solo uno en torno al bloqueo, que había sido lo tradicional, sino que sectores más comprometidos con Cuba hoy también reconocen que hay una burocracia, que se han hecho cocas mal, hay ineficiencia y, los más críticos, la falta de democracia, de pluralismo y es imposible seguir con el modelo político actual.
“Así como (el expresidente de Ecuador, Rafael) Correa dice que es imposible un siglo XXI pensar sin mercado, un podría decir, es imposible un siglo XXI una sociedad sin pluralismo partidista, sin que la disidencia se organice y participe electoralmente y que pueda organizarse”, concluyó.