Encargado pero damnificado, por Sebastián Boccanegra
Caracas ha sido víctima de diversas promesas del chavismo. Su líder histórico, el finado comandante presidente, le hizo varias y no cumplió ninguna.
La primera fue que Miraflores se convertiría en una universidad. La promesa pasó con el tiempo al olvido, aunque en realidad sí fue una universidad pues desde sus salones se dictaron clases magistrales de demagogia, populismo y mal gobierno. Otro ofrecimiento fue convertir a La Carlota en un gran parque, en el cual habría hasta olas.
El aeródromo sigue cumpliendo las mismas funciones para las cuales fue creado y las olas solo fueron surfeadas en la imaginación de los más ingenuos.
No podemos dejar por fuera el ofrecimiento de convertir las aguas del río Guaire en puras y cristalinas, donde el prócer de Sabaneta iba a tomar baños para rememorar los que se daba en el Masparro o el Boconó que rodean su pueblo natal. Incluso había invitado al violador de Daniel Ortega para que lo acompañara a darse el chapuzón, pero Jacqueline Farías lo dejó embarcado.
Ahora el usurpador, como se quiere parecer lo más posible a su «padre», prometió convertir el palacio de Miraflores en un museo y despachar desde una carpa instalada en la plaza Bolívar.
Al parecer no les basta con el museo histórico de la revolución, el mismo lugar donde se escondió Chávez el 4 de febrero. Su «magna» obra requiere de muchos metros cuadrados para ser divulgada.
Nosotros estamos seguros que Jorge Rodríguez le puede ceder algún espacio desde el cual Maduro despache y que éste no quede damnificado. Claro, siempre y cuando el usurpador no se parezca a su líder y cumpla con la promesa de abandonar Miraflores.
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