De Caracas a Buenos Aires: el vuelo onírico de Violenta Josefina
Violenta Josefina, nombre artístico de Valeria Josefina Hernández, construyó su carrera musical desde el punk caraqueño hasta el dream pop y folk rock bonaerense. En esta entrevista, revela la influencia de la migración en su obra y la evolución de su sonido
Violenta Josefina, nombre artístico de Valeria Josefina Hernández, es una artista que ha tejido una narrativa musical fascinante, un viaje sonoro desde las raíces del punk caraqueño hasta los paisajes oníricos del dream pop y el folk rock bonaerense. En esta entrevista para Esto sí suena, Violeta desvela las capas de su identidad artística y la influencia crucial de la migración en su obra.
Su nombre artístico, una declaración de intenciones, surgió de la necesidad de crear una entidad separada de su persona. “Siempre he sentido la música como un ente aparte”, confiesa Valeria, explicando que el nombre “Violenta Josefina” le permitía proyectar una identidad musical independiente, un personaje que le permitía explorar su creatividad sin las ataduras de su nombre real. Esta decisión, sin embargo, trasciende lo meramente musical, representando también la identidad del migrante, un tema central en su trayectoria.
Su primer disco, El ejército del aire, grabado entre Caracas y Maracaibo en 2016, antes de su mudanza a Buenos Aires, es una muestra de su sonido inicial, una explosión de color y sonoridades alegres, aunque con una base de nostalgia y tristeza latente en sus letras. La canción «Ascensor», que abre el álbum, refleja esa melancolía por lo que dejaba atrás en Venezuela. Este disco, sin embargo, no tuvo la oportunidad de ser presentado en su país de origen hasta su reciente regreso, diez años después de su partida.
La migración a Buenos Aires no solo cambió sus condiciones socioeconómicas y geográficas, sino que también transformó su estética musical. La ciudad la expuso a nuevas influencias, nuevas formas de hacer música, y nuevas conexiones con artistas. Su sencillo «Abeja Oro» (2020), una colaboración con el guitarrista Chris Limps, marca un cambio notable en su sonido, incorporando elementos electrónicos y soul, un contraste significativo con la coloridad de «El ejército del aire». Otras colaboraciones, como las realizadas con la Infanta de Bernardino, exploran sonidos más caribeños y tropicales, demostrando la versatilidad de su propuesta.
El regreso a Caracas en 2025, después de una década de ausencia, fue un momento profundamente emotivo. Violenta Josefina se presentó en El Ventanal y La Pared, dos espacios con atmósferas muy diferentes, uno diurno y otro nocturno, ofreciendo un repertorio que nunca antes había sonado en la capital venezolana. La experiencia fue un reencuentro no solo con su familia y amigos, sino también con un público nuevo que desconocía su pasado con la banda Skin, ganadores del Festival Nuevas Bandas en 2004. Este regreso, cargado de emociones, promete inspirar nuevas creaciones musicales.
Su colaboración con Juan Olmedillo, un guitarrista conocido por una peculiar anécdota de un carro remolcado, ha sido fundamental en su trayectoria reciente. Juntos han construido un sonido en conjunto, participando en presentaciones en Caracas y Buenos Aires. La espontaneidad y la conexión con otros músicos, ya sea en jams o colaboraciones formales, son elementos esenciales en su proceso creativo. En Buenos Aires, ha colaborado con artistas venezolanos y argentinos, enriqueciendo su paleta musical y ampliando su red de contactos. La formación de la banda Sucias, junto a músicos venezolanos radicados en Buenos Aires, es un ejemplo de esta sinergia creativa.
Violenta Josefina define el punk como la necesidad de transmitir un mensaje fuerte, aunque la forma de hacerlo puede variar. Su evolución musical no representa un alejamiento del punk, sino una exploración de diferentes maneras de expresar su mensaje, a veces gritando, a veces susurrando. Sus influencias musicales son tan diversas como su trayectoria, abarcando desde la música clásica (Chaikovski, Astor Piazzolla) hasta artistas contemporáneos como The Breeders, Simón Díaz, Ryland Bouchard, Hiroshi Yoshimura, Amil and the Sniffers, y Nu One Liz, entre otros. Esta riqueza de influencias se refleja en la complejidad y la versatilidad de su música.
Finalmente, la entrevista revela la faceta de Valeria Josefina más allá de la música: su trabajo como diseñadora gráfica, la necesidad de equilibrar su vida artística con otras responsabilidades, y la reflexión sobre la industria musical y el trabajo de los músicos de sesión, un tema que resuena con la experiencia de muchos artistas. La historia de Violenta Josefina es una oda a la perseverancia, la adaptación, y la búsqueda constante de nuevas expresiones artísticas.