De círculos cuadrados y chavismo democrático, por Alejandro Oropeza G.
Autor: Alejandro Oropeza G. | @oropezag
“ Las democracias mueren, entonces,
en manos de las propias instituciones llamadas a protegerla.
Sobre todo cuando la democracia permite la elección de
un líder populista que, una vez en el poder, subvierte
los controles de la democracia liberal para imponer un régimen autocrático.”
Entrevista realizada a Steven Levitsky, por José Ignacio Hernández,
Para Prodavinci, publicada el 2 de marzo de 2018.
Como la esperanza es una de las pocas cosas que no se pierde tan fácilmente, recordemos que fue lo único que quedó en la “Caja de Pandora”; yo tengo la esperanza de que los venezolanos aprendamos de estos años de penurias, desmontaje de la institucionalidad, carencias, persecuciones, etc., y que los procesos políticos deben ser monitoreados, analizados y controlados por la sociedad. Ello, por cuanto ese territorio, ese ámbito de lo político es, en definitiva, una arena pública a la cual estamos llamados a estar presentes todos y cada uno de los ciudadanos del país; por lo que no es del exclusivo y particular interés de quienes por nuestra delegación se dedican a la política. De aquellas pretensiones, llevadas a la realidad in extremis por tirios y troyanos, del ejercicio de la anti política como mecanismo político (vea usted) para ejercerla en función del desconocimiento de tradiciones, culturas e historia, llegamos a esta absurda realidad de hoy. Realidad en la cual no pocos siguen insistiendo en que la salida, la estrategia es profundizar aún más (vea usted) la anti política como plataforma sobre la cual, dedo en alto, pontificar sobre los extremos de nuestra triste condición en el presente.
Estas reflexiones me asaltan en medio de la ocurrencia de positivas acciones emprendidas desde la sociedad civil, que involucran a universidades, iglesias, organizaciones, instituciones, academias y un largo y positivo etcétera, que aspira y pretende la reocupación del ámbito de lo público político por parte de la ciudadanía, de la sociedad. Ello merece un sincero y sonoro aplauso, ya que en medio de la debacle de la institucionalidad pública-oficial, la emergencia de una alterna, complementaria que responda a contenidos, valores, tradiciones y cultura democrática superviviente, es una frescura (en el buen sentido del término) para creer, para construir confianza, no solo en organizaciones, sino en personas, grupos y ciudadanos que tienen la certeza de la posibilidad de que es necesario articularse, acompañarse, volver a creer y confiar los unos en los otros para, de alguna manera, comenzar a retejer el tejido social y político carcomido por la demagogia, la oportunidad mezquina, la mentira, la ineficiencia y la corrupción.
Unos y otros se reúnen y claman por una salida pacífica de este laberinto; convocan, se diseñan iniciativas novedosas o hacen suyas las de otros o las de otros tiempos; en fin, la patente de la positiva oportunidad no tiene por qué pertenecer exclusivamente a nadie. Y, en este sentido, esperemos ver cómo se articulan los mecanismos para depurar tales iniciativas y que se correspondan con los altos fines que deben guiarlas; fines que al final de la tarea, no son otros que fines políticos y sociales que articulen y viabilicen estrategias de acción política, de comunicación y de acuerdos para comenzar la reconstrucción.
Pero, siempre el pero; si bien no soy de esas personas que siempre buscan el hilo suelto, la crítica por la crítica misma, para que la palabra justificativa de la inacción sepulte la iniciativa; me quedé de una pieza cuando escuché la definición en alguno de estos positivos encuentros de “chavismo democrático” ¿Qué es eso de chavismo democrático? ¿Quién en algún momento de la historia nacional lo ha practicado? ¿Sus primeras acciones notorias fueron los sucesivos y fallidos golpes de Estado en contra del presidente Pérez? Me pregunté, en medio de mi confesado asombro y estupor ¿Será que esto que llaman chavismo coexistirá acompañado, pasando el tiempo, con cualquier calificación que se acomode a la ambición de algún politiquero emergente? ¿Terminará eso siendo algo así como el peronismo en donde encontramos de todo: peronistas de izquierda y derecha, de centro izquierda, de centro derecha, cristianos, justicialistas, nacionalistas, legalistas, militaristas, duros, blandos, civilistas, etc., etc?
La idea que entraña y supone en la práctica, algo denominado “chavismo democrático” es, en sí misma y no solo por definición sino por ejercicio histórico, un contrasentido. Es buscar eso que se denomina la cuadratura de un círculo. Y yo me pregunto por Dios querido: ¿Dónde? ¿Dónde está el contenido democrático de una estrategia que, luego de fracasar en dos golpes de Estado en contra de un presidente legítimamente electo por la población, utilizó las instituciones democráticas de un país para llegar al poder y, luego de llegar a él, articular todas las estrategias y marramuncias posibles para desmontar el aparato político democrático e institucional que, bueno, regular o malo, existía en el país? Dónde está el contenido democrático de un sello que ha pactado con las dictaduras y los bandidos políticos más repulsivos del mundo político del orbe.
¿En dónde y bajo el patrocinio de quién surgieron las estrategias políticas y jurídicas para desconocer la voluntad de un pueblo que concurrió a las urnas electorales para decirle que no a una pretendida reforma constitucional? Dónde nace la burla y la persecución del adversario político, calificado como enemigo ¿Eso ya se nos olvidó? ¿Cómo se nos puede haber olvidado si en el día a día la debacle económica, entre otras, de este país ha estado y está acompañada y es correlacional con el ascenso indetenible al poder, al dominio y al ejercicio de lo político del chavismo? ¿Es demócrata quien desde el ejercicio de funciones públicas en altos y medios niveles del Estado contempló, acompañó y aplaudió complaciente y entusiasta el desmontaje del andamiaje institucional que hoy día ahoga a la nación?
No amigo mío: ¡a otro perro con ese hueso! No abogo por la persecución ni por la venganza, pero una cosa es aplaudir como inocente cordero a quien persiguió, discriminó y usufructuó la burla a la democracia y practicó inclemente la demagogia y el populismo; y otra, establecer criterios de justicia real, de aceptación de la diferencia y el aporte serio y honesto para superar la realidad de hoy día que padece la sociedad venezolana ¡Si! Es necesaria la unión, pues en ella está la fuerza de un país destruido. Pero una cosa es la unión y otra voltear la cara para no reconocer a quienes son los responsables de la tragedia que se sufre.
No, no es persecución irracional: es respeto, justicia, sinceridad, auto estima y la certeza de que se debe trabajar para que nunca esta tragedia vuelva a ocurrir en nuestro país, una vez que se comience, y espero que sea pronto, el titánico trabajo de reconstrucción que en todos los aspectos se debe emprender. Muchos de aquellos que creyeron, apoyaron y aplaudieron esa locura están de regreso; y muy buena parte de esas individualidades son bienvenidas; pero reconocer y validar a ese movimiento, o como se quiera denominar, como “chavismo democrático” insisto es un contrasentido.
¡Cuidadito pues! con otro outsider que nos venga a jurar, con la cara muy lavada, sobre una Constitución que declara moribunda frente a todos. Y lo peor: que lo volvamos (vuelvan) a aplaudir como salvador de la patria
WDC.