De cómo un caprichoso milagro sanó la mano de una cirujana
Trinette Durán está convencida de que el milagro que le devolvió la salud fue un capricho de madre Carmen Rendiles, la fundadora de las Siervas de Jesús que este 16 de junio se convertirá en la tercera beata venezolana
A Trinette Durán no le queda la menor duda de que su inexplicable curación fue un capricho de Madre Carmen. “Como ella nació sin un brazo, quiso curarme el mío”, afirma la médico cirujana que recibió la gracia del milagro que permitió a Carmen Rendiles Martínez convertirse en la tercera venezolana en alcanzar el honor de los altares.
Es más, totalmente convencida de su teoría, con los años Trinette Durán ha ido descubriendo que son varias las cosas en común con la que será formalmente beata desde este 16 de junio: “A ella le gustaba bordar y yo bordo, ella tejía y yo también. Hacía tarjetas, que es algo que hago; pintaba y esa es una de mis grandes distracciones”, comenta.
Y fue justamente la pintura el punto común que utilizó la Providencia para obrar el milagro en la doctora, aquejada por un dolor incapacitante en su brazo derecho tras recibir una descarga eléctrica, y quien el mismo día del celestial suceso debía someterse a una delicada intervención que no garantizaba una curación definitiva.
El calvario
Todo comenzó el 20 de mayo de 2003, cuando la doctora Durán se disponía a operar al primero un paciente de tumor en el colon en el hospital Miguel Pérez Carreño, centro donde había trabajado por 27 años. “Se trataba de un ingeniero petrolero despedido de Pdvsa en 2003”, recuerda.
La operación se hacía en el marco de una jornada sanitaria del Plan Bolívar 2000 organizada por el gobierno, lo que indujo a reformar espacios del centro de salud caraqueño para albergar más pacientes; trabajos que se realizaron a medias con consecuencias para médicos y pacientes.
Al momento de iniciar la operación, Trinette recibió una fuerte descarga eléctrica producto de un cable mal conectado que no solo la tumbó al suelo y quemó guantes y dedos, sino que dejó serios daños que solo se materializaron horas más tarde. Brindados los primeros auxilios y aparentemente bien, la galena procedió a realizar no solo esa sino otra operación pendiente, tras lo cual se retiró del hospital. Y allí comenzó el martirio.
“Esa noche comenzó el dolor en el brazo, pero era soportable. Al día siguiente operé con dolor, que ya en la noche se hizo insoportable”, recuerda Trinette, quien comenzó un verdadero viacrucis entre médicos de diversas especialidades, fisiatras y terapeutas de toda índole en búsqueda de una mejoría que no llegaba
Incluso tuvo la oportunidad de ser auscultada por varios de los mejores cirujanos de la mano del continente congregados en Caracas para un congreso regional, los cuales ratificaron el diagnóstico: atascamiento del nervio mediano y cubital desde la mano hasta la axila.
La única forma de aliviar (la cura no estaba asegurada) era someterse a una operación desde la muñeca hasta la región axilar para intentar descomprimir el nervio afectado. “Me negaba a la intervención porque sabía los riesgos y que no había garantía de recuperación total, pero el dolor llegó a ser tan fuerte y constante que decidí operarme”, comenta.
El milagro
El 18 de julio, día pautado para la operación, Durán pidió que la llevaran antes a la capilla del Colegio Belén, en la urbanización Los Palos Grandes de Caracas, para pedir la bendición de la Santísima Trinidad durante la intervenció. En el colegio, que fue fundado por Carmen Rendiles, reposan sus restos desde su muerte en mayo de 1977.
Escoger precisamente esa capilla tuvo que ver con las manifestaciones sobrenaturales que había experimentado allí. “En esa capilla me escarché durante una jornada de oración a la Rosa Mística. En otra oportunidad, gracias a unos pétalos de rosa tomados de un arreglo, una de mis pacientes a la que había operado muchas veces comenzó a sanar. Allí siempre sentí la presencia de Dios”, dice.
Tras rezar ante la tumba de Madre Carmen, la hermana San Luis (nombre religioso de Luisa Rendiles Martínez, hermana carnal de la hoy beata) la reconoció y le pidió pintara un cuadro de la religiosa, para lo cual la llevó hasta la pequeña habitación usada en vida por la monja, donde estaba su fotografía. “La hermana San Luis me dijo que allí Dios me iba a escuchar mejor”, recuerda Trinette.
Pero Dios y la venerable mujer le tenían preparado algo más: al llegar a la habitación, mientras la monja le sobaba la mano y rezaba, un rayo de luz salió de la fotografía e iluminó a Trinette, quien se desmayó al momento.
Increíblemente sostenida en brazos por la religiosa (quien le aseguró que no pesaba nada), una vez incorporada la médico ya no sentía dolor alguno en el brazo. “Solo sentía una gran pesadez y que la mano me había crecido, pero no había dolor”, dice
Obviamente, llamó al médico tratante para darla la buena nueva, quien le aseguró que esas sensaciones eran propias tras la operación. Repetidos todos los estudios, se comprobó que milagrosamente estaba curada.
“Fueron muchas las pruebas y los médicos que analizaron el caso para comprobar que había sanado”, dice Durán, quien asegura que hasta entonces ignoraba que en 1994 se había abierto el proceso para la posible beatificación de Carmen Rendiles.
Pero comprobar un milagro no es tarea sencilla, y de ello puede dar fe Trinette Durán de Branger, quien desde 2003 trabajó juntos a los postulantes de la causa para lograr el cometido. “No fue fácil porque todos los médicos que me trataron -más de 20- se habían ido del país. Milagrosamente en 2014 todos vinieron y fueron al juicio. Eso permitió que se corroborara que no había explicación científica para mi curación”.
Finalmente, y tras varios años después de iniciado el proceso, el 19 de diciembre de 2018 el papa Francisco aprobó el decreto por medio del cual se declara beata a la madre Carmen Rendiles, quien será oficialmente elevada a los altares este 16 de junio en un acto multitudinario en el Estadio Universitario de la UCV.
En el acto, que será presidido por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Trinette tendrá un papel fundamental: además de hacer la relatoría del milagro, tendrá a su cargo el traslado de las reliquias de la beata. “Aun no tengo claro si las llevo al altar o las retiro”.
La mano que cura
Mucho antes de ser tocada por la mano de Dios a través de Madre Carmen, Trinette Durán ya tenía claro que la mano de Dios estaba detrás de sus habilidades con el bisturí. “Siempre impongo las manos a mis pacientes antes y después de operarlos”, dice, agregando su convicción de que 92% las enfermedades tienen origen sicológico.
“Soy fiel creyente de que todas las enfermedades se curan cuando uno perdona. Si tu tienes un rencor contra alguien, te enfermas. Cuando tienes paz no te enfermas. Si eres feliz tienes salud”, insiste.
Sobre la gracia que recibió, dice que a partir de entonces ha mejorado su relación con sus pacientes. “Si recibes una bendición, tienes que compartirla”, afirma, al tiempo de recordar que hace pocos días impuso las manos a un orfebre de confianza que sanó inmediatamente de la dolencia que padecía desde hacía semanas.
Testigo viviente del poder de Dios, la doctora Durán no pasa por alto la crítica situación que vive Venezuela. “Hay que orar mucho por la gente que nos gobierna, por la patria.… hay gente rescatable, pero hay que orar mucho por ella. Creo además que la beatificación de Madre Carmen nos va a sanar como país”. Los ángeles digan amén.
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