De Eucaris a Boyer, por Teodoro Petkoff
No era necesario investigar las interioridades del caso Boyer para darse cuenta sin mayor dificultad que esa historia truculenta es una pura “olla” montada por El Espectador de Colombia, con la colaboración del supuesto piloto de Chávez ( “Olla”, en la jerga del periodismo, es una noticia fabricada por el medio y “aliñada” con diversos datos a fin de darle verosimilitud). Son tan evidentes las inconsistencias en el relato del supuesto piloto, tan obvias las falsedades que dice (ver la página 3), que no podemos dejar de preguntarnos si su reproducción aquí, por dos grandes diarios, se hizo, aún a conciencia de la “olla”, por aquello de que contra Chávez vale todo o se hizo porque de Chávez hay que creer cualquier cosa que se diga, por absurda que parezca. En todo caso, es evidente que estamos ante otro caso “Eucaris” o ante episodios como el de esa bola estúpida, divulgada con toda seriedad a través de los medios, según la cual el 24 de junio y el 5 de julio participarían ocho o diez mil cubanos en los desfiles militares de esos días.
Es tan visible que es el gobierno quien resulta beneficiado de la circulación de este tipo de leyendas rocambolescas que vale preguntarse si no serán sus aparatos de guerra psicológica los que las ponen a circular.
Parecieran “peines” que colocan, a sabiendas de que habrá gente que los pisará, de que algunos medios y periodistas los magnificarán y posteriormente todo se desinflará, dejando en ridículo a quienes se tragaron tales ruedas de molino disminuyendo la credibilidad de los medios que divulgaron la “noticia”.
La hipótesis no es descabellada. Si lo que se persigue es, como en este episodio, “demostrar” los vínculos del gobierno de Chávez con la guerrilla colombiana, el efecto final es completamente contrario. El argumento patético de que lo del supuesto piloto Boyer puede que sea mentira pero que, de todos modos, existen los lazos entre Chávez y Marulanda, no pasa de ser un recurso argumental que se cae por su propio peso. Si la “demostración” de tales relaciones se quiere hacer dándole pábulo a cuanto Boyer aparezca por ahí, cualquier observador desprejuiciado probablemente sacará la conclusión contraria.