• Noticias
  • A Fondo
  • Lo Nuestro
  • Opinión
  • Migrantes
  • Regiones
  • EEUU
  • Alianzas
    • Alianza Rebelde Investiga
    • #LaHoradeVenezuela
  • Videos
    • Multimedia
    • La República que Tortura
      • Documental en Youtube
  • Nosotros
    • Principios editoriales
    • Manual de estilo
    • Nuestra historia
    • Editoriales
    • Teodoro
  • Noticias
  • A Fondo
  • Lo Nuestro
  • Opinión
  • Migrantes
  • Regiones
  • EEUU
  • Alianzas
    • Alianza Rebelde Investiga
    • #LaHoradeVenezuela
  • Videos
    • Multimedia
    • La República que Tortura
      • Documental en Youtube
  • Nosotros
    • Principios editoriales
    • Manual de estilo
    • Nuestra historia
    • Editoriales
    • Teodoro

De la distopía orwelliana al socialfascismo-bolivariano, por José Rafael López P.



0
Comparte
  • Compartir en Facebook
  • Tuitealo

De la distopía orwelliana al socialfascismo-bolivariano
FacebookTwitterWhatsAppTelegramEmail
José R. López Padrino | @jrlopezpadrino | noviembre 26, 2025

X: @jrlopezpadrino Imagen de portada creada con IA


George Orwell, en su novela distópica 1984, presenta el territorio ficticio de Oceanía, un vasto superestado sometido a un régimen totalitario implacable. El poder está concentrado en manos del Partido, cuya figura más visible es el omnipresente Gran Hermano, símbolo de vigilancia, obediencia y control. Bajo su mirada constante, cada aspecto de la vida queda sometido a supervisión: desde el pensamiento individual y el uso del lenguaje hasta la propia historia y la noción misma de la verdad.

Orwell no imaginó que, décadas después, surgirían gobiernos autoritarios de otro tipo: no envueltos en banderas con esvásticas (Hakenkreuz) o fasces (fasci littori), sino en tricolores, acompañados de discursos patrióticos y promesas de redención para los más humildes. Orwell escribió sobre totalitarismos explícitos; lo que quizá no previó fue su modalidad caribeña: el autoritarismo bolivariano, que se proclama libertador y defensor de los desposeídos mientras reprime, monopoliza la verdad, afianza el control social y coapta los derechos de los trabajadores.

Uno de los pilares del Estado totalitario descrito por Orwell fue la manipulación del lenguaje. El «neolenguaje» no solo simplificaba palabras, sino que también estrechaba la capacidad de pensamiento y cambiaba su significado.

En nuestro país, se ha establecido un «neolenguaje» orwelliano, en el que las palabras ya no significan lo que deberían. Frases como «gobierno obrerista» encubren estructuras de poder alejadas del pueblo trabajador. La miseria y el hambre son presentadas como signos de bienestar y justicia social; la opresión, como una supuesta democracia popular; y la llamada revolución, como una forma de enfrentar al neoliberalismo, aunque en los hechos reproduzca prácticas similares.

La represión se llama «protección del pueblo», la escasez es «guerra económica», el hambre es «soberanía alimentaria» y la dictadura es «democracia participativa y protagónica». Esta inversión del sentido, donde la guerra es paz, la ignorancia es fuerza y la sumisión es libertad, es una de las herramientas más eficaces del régimen para desmovilizar la crítica, aplastar al disidente y controlar el pensamiento colectivo.

Vivimos tiempos en los que el Estado no informa: reinventa. No narra: distorsiona. No comunica: intimida. La verdad es un territorio prohibido y la mentira oficial, un deber patriótico.

Otro rasgo inquietante es la reescritura permanente de la historia. Orwell imaginó un régimen capaz de manipular el pasado para asegurar la obediencia; en la Venezuela oprimida, observamos algo similar: episodios históricos reinterpretados, un Bolívar africanizado y próceres elevados a la categoría de santos tutelares de su proyecto hegemónico. Así se ha construido un relato en el que el pasado deja de ser un espacio de aprendizaje y se convierte en un instrumento de legitimación. La historia deja de ser memoria para transformarse en propaganda.

A ello se suma otro elemento orwelliano, quizá uno de los más decisivos: la construcción de un enemigo permanente, responsable de todos los males y fracasos. En el esquema binario de la revolución, todo ciudadano es un sospechoso en potencia: estás con el proceso (entiéndase el pueblo) o estás contra él. Y ese «pueblo» es un sujeto abstracto que, curiosamente, coincide siempre con los intereses del proyecto dominante.

De lo maniqueo del discurso oficial: no se persigue al periodista; se defiende al pueblo de la mentira. No se encarcela al disidente; se combate la traición y el terrorismo. No se censura; se protege la soberanía comunicacional. Todo abuso se convierte en un acto heroico en la narrativa del mesías de Miraflores.

En la obra de George Orwell se plantea la existencia simultánea del enemigo externo y del enemigo interno como un mecanismo fundamental para la represión y el control social. El enemigo externo —una potencia en guerra permanente o un adversario lejano— actúa como elemento de cohesión nacional, pues permite justificar la militarización del país, la vigilancia, la represión y la obediencia.

Paralelamente, el régimen alimenta la idea del enemigo interno, un conjunto de supuestos traidores infiltrados que amenazan la pureza ideológica y la seguridad del Estado. Estos enemigos internos, reales o imaginarios, sirven para legitimar la persecución, la represión y la depuración constantes en la sociedad.

Para Orwell, ambas figuras son construcciones políticas diseñadas para mantener a la población en un estado de miedo, dependencia y desconfianza, de modo que el poder se presenta como el único garante de la supervivencia.

Las elecciones, al mejor estilo orwelliano, han dejado de ser mecanismos de toma de decisiones ciudadanas para convertirse en rituales de legitimación. La evidencia más clara quedó demostrada el pasado 28 de julio de 2024.

En Oceanía, el régimen se sostenía sobre una emoción fundacional: el odio. «Nuestra civilización se construye sobre el odio», proclamaban sin pudor sus dirigentes, convencidos de que la cohesión social solo podía lograrse mediante el miedo, la enemistad y la polarización constante.

El autoritarismo bolivariano opera bajo una lógica similar: no es un proyecto libertario, sino un proyecto de dominación perversa que divide a los ciudadanos en categorías irreconciliables: «amigos y enemigos», «patriotas y apátridas», «buenos y malos», «ciudadanos y terroristas».

En este esquema maniqueo, la lealtad ciega se erige en virtud suprema, mientras que la disidencia se castiga y criminaliza. El resultado es un orden político que disciplina, somete y reprime al ciudadano, consolidando un sistema en el que el miedo no es un accidente, sino una estrategia de Estado.

*Lea también: Polarización en México: el desacuerdo como identidad política, por Juan G. Ledesma A.

Venezuela no es una distopía literaria: es un país real, atrapado durante más de 25 años en una pesadilla que Orwell vislumbró hace más de siete décadas. La tragedia venezolana demuestra que el totalitarismo no necesita grandes mayorías para imponerse; le basta con destruir la verdad, apropiarse del lenguaje y aplastar la voluntad colectiva mediante la fuerza de las armas.

Tal como advirtió Orwell, cuando el poder controla la palabra y manipula la realidad, la mentira se convierte en un mecanismo de dominación, el lenguaje se transforma en una herramienta de manipulación y la fuerza pasa a ser un instrumento de obediencia.

El proyecto socialfascista bolivariano no emancipa ni libera; uniforma, adoctrina, reprime y asesina, reproduciendo los mismos patrones de los totalitarismos del siglo XX que asegura combatir. Su retórica revolucionaria —falsa y grandilocuente y cuidadosamente efectista— funciona como un blindaje ideológico destinado a justificar la violación de los derechos humanos, la anulación de los espacios democráticos y la concentración absoluta del poder.

José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM.  Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

Post Views: 263
FacebookTwitterWhatsAppTelegramEmail
0
Comparte
  • Compartir en Facebook
  • Tuitealo

distopía orwellianaGeorge OrwellJosé Rafael López P.Opiniónsocialfascismo-bolivariano


  • Noticias relacionadas

    • Olímpico internacionalismo proletario, por Jesús Elorza
      noviembre 26, 2025
    • Del parche a la prevención: alinear el desarrollo para evitar el próximo desastre
      noviembre 26, 2025
    • ¿Normal o necesario? La vida cotidiana bajo autoritarismo, por Rafael Uzcátegui
      noviembre 26, 2025
    • Tejer confianza: el capital social como escudo colectivo, por Omar Ávila
      noviembre 25, 2025
    • Sobre las elecciones presidenciales en Chile, por Fernando Mires
      noviembre 25, 2025

  • Noticias recientes

    • De la distopía orwelliana al socialfascismo-bolivariano, por José Rafael López P.
    • Olímpico internacionalismo proletario, por Jesús Elorza
    • Del parche a la prevención: alinear el desarrollo para evitar el próximo desastre
    • ¿Normal o necesario? La vida cotidiana bajo autoritarismo, por Rafael Uzcátegui
    • Mujeres protestan por liberación inmediata de presas políticas: 24 están desaparecidas

También te puede interesar

Tormenta en el Caribe, por Ángel Lombardi Lombardi
noviembre 25, 2025
Me enamoré en Miami, por Reuben Morales
noviembre 25, 2025
Cómo la desigualdad vuelve más mortales a las pandemias, por Michael G. Marmot
noviembre 25, 2025
El otro polo, por Fernando Rodríguez
noviembre 24, 2025
  • Portal venezolano fundado por Teodoro Petkoff, comprometido con la verdad, ejerciendo la libertad de expresión. 25 años ofreciendo actualidad informativa, reportajes, investigaciones, análisis y opinión. Un producto de Editorial La Mosca Analfabeta.

  • Contacto: [email protected]

    Síguenos
  • Noticias

    • Mujeres protestan por liberación inmediata de presas...
      noviembre 25, 2025
    • Maduro asegura que el país vive una "coyuntura decisiva"...
      noviembre 25, 2025
    • Las aerolíneas Laser y Estelar suspenden vuelos a Madrid...
      noviembre 25, 2025

  • A Fondo

    • Comedores populares resisten frente al hambre persistente...
      noviembre 25, 2025
    • Comando para la Defensa Integral: otra estructura para...
      noviembre 24, 2025
    • "EEUU aumenta presión y la única conversación que quiere...
      noviembre 22, 2025

  • Opinión

    • De la distopía orwelliana al socialfascismo-bolivariano,...
      noviembre 26, 2025
    • Olímpico internacionalismo proletario, por Jesús...
      noviembre 26, 2025
    • Del parche a la prevención: alinear el desarrollo...
      noviembre 26, 2025


Diseñado y Desarrollado por Binaural
  • Noticias
  • A Fondo
  • Lo Nuestro
  • Opinión
  • Migrantes
  • Regiones
  • EEUU
  • Alianzas
    • Alianza Rebelde Investiga
    • #LaHoradeVenezuela
  • Videos
    • Multimedia
    • La República que Tortura
      • Documental en Youtube
  • Nosotros
    • Principios editoriales
    • Manual de estilo
    • Nuestra historia
    • Editoriales
    • Teodoro
Presione enter para comenzar su búsqueda