De la política y otros demonios, por Alexander Cambero
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De la crisis del país no escapa la política. Una sociedad profundamente enferma, con episodios que dan asco, no puede garantizar que este trabajo no tenga máculas. Es una realidad degradada hasta los huesos. La actividad pasa por momentos difíciles. Mucha gente desconfía de todo aquel que incursiona en la misma. Caímos en el melodrama de los propósitos estériles. Es escalofriante el hambre de ideas, que observamos cuando la mayoría de la dirigencia nacional abre la boca.
El desánimo del ciudadano se corresponde con la falta de un proyecto de gobernabilidad; que se anteponga ante la pretensión perpetúa de un régimen altamente corrosivo.
La administración de Nicolás Maduro, ha sabido galopar sobre los hombros de aquellos llamados a derrotarlo. Esa maldición malinche es la pócima que toma un pueblo deseoso de salir de esto. Son los dolorosos episodios contemporáneos los que han carcomido el espíritu venezolano, llenándolo de escepticismo.
Muertas las ideas: la tumba para la democracia la cavan las insensateces. Hemos escuchado la llorantina del sector opositor que se reunió en México con el gobierno. Ahora se quejan de su falta de palabra, lamentan la presencia en la delegación oficialista de Camila Fabri, catalogada por la justicia italiana como una vulgar estafadora. Cuando lo denunciamos varios de ellos justificaron su permanencia. Varios que se quejaron del tour azteca, no aguantaron una carantoña, para correr a los pies de Nicolás Maduro en Miraflores. Lo hicieron viejos y nuevos actores, buscando la foto con el capitán de este desastre, hablando de compromisos firmados. Como sí la dictadura tuviera palabra.
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La política tiene que regresar a sus fuentes de honorabilidad y grandeza. No se puede justificar semejante desatino. Ahora se enteran de la falta de palabra del gobierno, están estupefactos debido a la conducta oficial. Volvieron a ganar tiempo. Le lavaron nuevamente el rostro a la dictadura, mostrándola en el mundo como una administración con la cual se puede hablar.
¿Será gratuita semejante actitud genuflexa? Ese tipo de condescendencia hace que los ciudadanos refuercen su aprensión, que guardan en contra de la actividad política. En ese equipo sobran los dirigentes partidistas, sin mayor experiencia en estas áreas. Debatir en mesas de diálogo es para funcionarios que saben manejar estos casos. Es irrebatible que todos estos encuentros han servido como bombona de oxígeno para el gobierno. Lo que se acuerda siempre es para atornillarlos en el poder. Nicolás Maduro logró escoger una oposición a su medida.
Es necesario reconstruir la política como un apostolado que debe llevar esperanza a la población. Para ello hay que devolverle al ciudadano la confianza. No es una tarea fácil, es necesario demostrar con hechos que verdaderamente transitamos el camino correcto.
Alexander Cambero es periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
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