De la xenofobia a la solidaridad, por Esperanza Hermida
Twitter: @espehermida
A pesar que el éxodo venezolano es un hecho reconocido, dentro y fuera de las fronteras venezolanas, es necesario profundizar sobre sus características, haciendo seguimiento a su variación, aportes y significado. Cobra fuerza la importancia de dar voz a colectivos invisibles, sobre todo desde el punto de vista laboral, pues se trata de gente que sobrevive entre dos fuegos: la narrativa impuesta por la polarización mundial y el riesgo a perderlo todo.
El tema laboral, necesariamente, es mucho más que cifras. Como asunto de derechos humanos, aborda las condiciones en que se desenvuelve la vida de la gente. Por tanto, si bien los flujos migratorios se refieren al número de personas que entran o salen de un país en un determinado período de tiempo, los estudios pormenorizados de esta movilidad son los que pueden contribuir a definir su impacto económico. De hecho, en Venezuela hay una inyección de divisas producidas por el trabajo en otras latitudes: las remesas que siempre son bienvenidas.
Para 2022, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) reporta que los corredores migratorios venezolanos se concentran en naciones del continente americano. De acuerdo con el mapa de estos movimientos, Colombia contaría con 1.780.486 personas procedentes de Venezuela, mientras Perú albergaría 941.889, Chile 523.553, Estados Unidos 505.647 y Ecuador, 388.861. En Europa y otros continentes existe una población de origen venezolano que viajó antes de 2022, reflejada en reportes anteriores. Aunque fuentes diferentes calculan estos datos en proporciones distintas, la disparidad podría obedecer a la oportunidad en que las autoridades competentes de cada país actualizan sus informaciones. De las personas ilegales sólo hay estimaciones.
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Ahora bien, para adentrarse en la situación laboral de la migración venezolana pudieran establecerse varios criterios. Uno es la periodización y su causa. Puede tomarse el cambio constitucional vigente a partir del año 2000, que según estudiosos del tema incide en el progresivo aumento del número de personas que han salido de Venezuela desde el inicio del siglo XXI. Otro criterio es la composición por edad y sexo. En este sentido, determinar si esos millones de personas son mayoritariamente hombres, mujeres, si forman parte del colectivo LGTBI+, cual es la proporción de niñas, niños y adolescentes respecto a las personas adultas. Están los datos económicos y las inversiones venezolanas privadas en el extranjero. Podría existir un criterio antropométrico. Ningún dato es irrelevante.
Dependiendo de esas singularidades humanas, así como el país de destino, la incorporación de la migración venezolana al mercado de trabajo varía. La condición socioeconómica del migrante incide, sus modos de viajar, las causas del éxodo. En ese contexto, los medios de comunicación reportan con frecuencia una serie de hechos desde hace varios años y especialmente, en 2022, vinculados con la violencia que afecta a las personas desplazadas por causas económicas. Destaca la muerte, bien sea en la tristemente célebre selva del Darién o navegando en balsa por El Caribe, las vicisitudes en el desierto chileno, las travesías por las trochas hacia Colombia. Parecen extrañas las imágenes de gente nuestra cruzando el Río Bravo: cual escena de una película protagonizada por otros actores y actrices.
Contando con las dificultades propias que puede representar la suma de todos estos factores, no es sencillo insertarse en el mercado laboral de otros países. En algunos casos, operan las políticas de protección nacionales. En otros, las demoras producidas por los trámites para el reconocimiento de la residencia legal y según corresponda, para la adquisición de la nacionalidad del país de destino. Sin embargo, en los corredores migratorios actuales, la pobreza se ha constituido en un motivo para la criminalización de compatriotas.
Por ello es fundamental reivindicar el papel del trabajo, que aporta un valor agregado tanto al país de destino como a Venezuela. Independientemente de la característica que presente una persona por razones de sexo, edad, instrucción, contextura física, sus derechos laborales deben respetarse y su aporte económico en Venezuela no debe ser estigmatizado.
Todos los trabajadores y trabajadoras del país, fuera o dentro del territorio nacional deben contar con un reconocimiento a su esfuerzo. El desprecio y la descalificación hacia quien salió buscando una vida mejor para sí y su familia, deben sustituirse por la solidaridad y el afecto.
Atreverse y poder hacer un pan de jamón fuera del país, dándolo a conocer en otras latitudes como aporte de la cocina venezolana a la gastronomía mundial, exponer nuestro arte aún en las condiciones laborales más adversas, ser capaces de destacar a nivel deportivo y al mismo tiempo sobrevivir, reinventarse, ejercer una profesión, entre otros miles de ejemplos, de compatriotas en el exterior, merece aplausos.
Esperanza Hermida es activista de DDHH, clasista, profesora y sociosanitaria
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