De los límites del humor (I), por Laureano Márquez P.
Twitter @laureanomar
Un tema, sin duda, controversial es este de los límites del humor, que parece hacerse presente cada vez de manera más acuciante. Probablemente, que lo primero que conviene hacer, antes de entrar propiamente en la materia, es definir el objeto de cuyos límites se ha de hablar. Esto, de entrada, ya plantea un grueso problema, pues el humor es una de las manifestaciones culturales más complejas y difíciles de delimitar.
Con razón decía Jardiel Poncela, el célebre humorista español, que tratar de definir el humor era algo tan absurdo como tratar de pinchar una mariposa con un poste de telégrafos (para las nuevas generaciones: el telégrafo era una forma de comunicación que existió antes de los teléfonos celulares e internet. Era alámbrica, razón por la cual se necesitaban postes, es decir columnas circulares de madera colocadas en una sucesión apropiada para para realizar el tendido de los cables desde el emisor hasta el receptor).
Usualmente asociamos al humor con lo que mueve a la risa, a la hilaridad. Se le considera como una muestra de ingenio con un componente de sorpresa que nos mueve a la irrisión. Pero también se le concibe como una manera de afrontar nuestra compleja existencia. Wenceslao Fernández Flórez dijo que «la gracia nos cautiva cuando lleva dentro una idea» y que «el humor es una actitud frente a la vida». Otros ponen el acento en el humorismo como recurso para afrontar la tristeza frente a las cosas del mundo, en lo que insistió Juan de Dios Peza al decir: «ay cuantas veces a reír se llora, nadie en lo alegre de la risa fie, porque en las almas que el dolor devora, el alma llora cuando el rostro ríe».
El humor es una manera de ver e interpretar el mundo, en tal sentido esta al mismo nivel de la teología o la filosofía. En esta dirección apunta Aquiles Nazoa, al definir el humor como: «una manera de pensar sin que el que piensa se dé cuenta de que está pensando».
El humor se puede manifestar a través de una multiplicidad de medios y maneras: en la literatura, en la pintura y el dibujo, en el cine, en el teatro y –sin agotar la lista– más recientemente en las llamadas redes sociales, pasando por los monólogos de humor (el llamado stand up) que tanto auge han tomado en los últimos tiempos. En cuanto a las modalidades o tipología del humorismo, la enumeración es prácticamente inagotable: desde el llamado humor negro hasta el verde, pasando por la ironía, la parodia, la sátira, el sarcasmo, etc.
Con lo que llevamos dicho, ya el lector se estará haciendo una idea de la dificultad que entraña hablar de los límites de una cuestión de tanta complejidad, en el que cada conciencia se siente autorizada a colocar las reglas y límites que considera convenientes, mucho más en estos tiempos en los cuales ponerle líneas rojas al prójimo es nuestro deporte favorito.
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Hablando de límites, este escrito llegó a los que manda la norma periodística. Así que vuelvo al título para colocar un numero uno romano y continuar la semana próxima.
Laureano Márquez P. es humorista y politólogo, egresado de la UCV.