De Prometeo a Fausto, por Ángel Lombardi Lombardi
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La ciencia más que un conocimiento es una manera de pensar, creo que lo dijo Carl Sagan y comparto la idea. Las estrellas siguen lejos pero están más cerca mientras más sepamos sobre ellas y el cosmos. El ecologista nos insta a cuidar nuestro planeta, totalmente de acuerdo. Mientras la ciencia «inventa» respuestas racionales como por ejemplo, desalinazar el agua de mar o del aire producir agua. Conservar y crear no son incompatibles pero es la tecno-ciencia que impulsa el llamado progreso humano. Si nuestros antepasados solo se hubieran limitado a cuidar las «piedras» todavía estaríamos habitando cavernas El romanticismo idealizó el mundo natural, sería interesante preguntarle a un campesino su experiencia. El indigenismo ha cultivado la imagen romántica del equilibrio entre hombre-naturaleza, válida pero no totalmente real.
El filósofo se «asombra e interroga», hermosa imagen, pero la filosofía excesivamente especulativa termina en un torbellino metafísico que se devora a sí mismo. En la academia el desvarío se acentúa, al pretender someter la realidad a nuestras teorías. Esto se cumple en abundancia en la filosofía de la historia, cuando se dogmatizan unas ideas y se pretende que la realidad encaje en ellas. Un buen ejemplo es Marx y el uso abusivo de sus ideas convertidas en dogmas y teorías conclusivas de la historia. Con razón se ha citado a Marx no identificándose como marxista y eso que no conoció los manuales-catecismos estalinistas.
Marx fue un estudioso de la economía y su impacto en la sociedad y la historia. Pero su mesianismo y utopismo filosófico lo convierten en un romántico idealista del «hombre nuevo y la tierra nueva». Si hubiera conocido las atrocidades del comunismo, aplicado por sus discípulos marxistas, no creo que su consciencia filosófica y racional, estaría satisfecha.
El mundo griego impulsa la llamada civilización occidental en la medida que empezó a estudiar la naturaleza «racionalmente». Es esencial distinguir racionalmente la relación no necesariamente antagónica entre «fe y razón». Igualmente entre conocimiento y verdad científica y el conocimiento no-científico, que en absoluto desmerito, al contrario en mi vida personal tiene una gran importancia el arte, la literatura, la música, el cine, la verdad-espiritual y religiosa, en general todas las verdades poéticas son importantes y las creencias honestas que no impliquen daño para nadie. Pero al mismo tiempo es imperativo aprender a discernir, supersticiones e ideologías como emociones y pasiones no sujetas a razón. La realidad no es necesariamente lo que uno ve, siente y piensa. Aprender a «controlar» nuestra subjetividad y potencial narcisismo es vital para la convivencia y el conocimiento racional cuyo principal fundamento es la ciencia.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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