¿De qué me sirve estudiar la historia?, por Rafael A. Sanabria M.
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Muchos son los estudiantes e incluso profesionales, que se plantean esta pregunta. Aburridos de estudiar y memorizar a base de cabezazos contra la pared, fechas, nombres de batallas y personajes, quizás intentando estudiar algo que no les gusta o que se les hace complicado; preguntándose si realmente la historia contiene suficiente valor e importancia en sí misma como para que sea una asignatura tomada con nota y evaluación.
Y la verdad es que, desde mi punto de vista, es penoso escuchar expresiones como estas, tal vez es que no somos lo suficientemente conscientes de lo que significa conocer nuestra historia.
La historia, es la ciencia social que estudia los acontecimientos que ocurrieron en el pasado, y es una herramienta vital para comprender el ahora y construir el futuro.
Estudiar los hechos históricos permite desarrollar una visión crítica y una perspectiva de interpretación objetiva para indagar y determinar por qué tales escenarios ocurrieron de esa manera; Si te preguntas: ¿De qué me sirve estudiar la historia? Quédate y descubre su importancia en las sociedades humanas.
¿Para qué sirve estudiar historia?, para aprender cómo se construyeron las ideas, los gobiernos, las culturas y las tecnologías del pasado y cómo han evolucionado hasta nuestros días. Brinda un amplio panorama para entender en dónde estamos hoy parados y hacia dónde vamos. Saber historia, te convierte en una persona más compasiva y empática, pero también en un profesional más instruido y hábil para la toma de decisiones.
Saber historia abre los ojos a otras realidades. Conocer la diversidad de la experiencia humana según el lugar y el tiempo en el que se desarrolla, permite apreciar y respetar otras culturas, ideas y tradiciones, y a reconocerlas como una pieza importante dentro de la historia mundial. Aprender sobre la historia de algunas minorías y su lucha por la libertad y el respeto, nos vuelve más empáticos y conscientes.
La identidad nacional y la lealtad que inspira conocer la historia de nuestro país nos ayuda a no querer echar abajo los ideales de algunos personajes o continuar con su esfuerzo por lograr un mejor país. La historia brinda datos sobre el surgimiento de las instituciones, de los valores nacionales y de los problemas que prevalecen hasta nuestros días. Nos ayuda a comprender cómo y por qué están surgiendo nuevos cambios que afectan la vida de los ciudadanos. Pero, sobre todo, el estudio de la historia fomenta buenos hábitos mentales que son necesarios para el comportamiento público responsable.
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Aunque nos parezca insignificante e incluso aburrida, la historia esconde todo tipo de valores, virtudes, hazañas… Realmente aguarda grandes y valiosos tesoros. El auge y declive de toda cultura relatada en la historia, esconde un tesoro incalculable, y es que de tanto lo bueno como de lo malo, se puede aprender y sacar una lección de provecho.
Desde cómo y qué hizo falta para que surgiera un espacio geográfico y ladrillo a ladrillo se fuera transformando en un pueblo, con toda su sabiduría, arte, arquitectura, costumbres y gente, hasta saber qué o cuáles fueron las etapas que hicieron a dicho pueblo; una construcción con el pasar de los tiempos.
Pero el bullicio de la ciudad acaba siendo un silencio de muerte sepulcral al que solo los historiadores y arqueólogos pueden devolverle la música y vida, con el objetivo de que todo el esfuerzo de dicho pueblo y su gente se reconozca.
Nuestro país necesita con urgencia que le demos una verdadera revalorización a la historia, para comprender los acontecimientos que hoy por hoy suceden en nuestro país y en el único lugar donde podemos buscar respuestas es en la historia.
La historia nos ayuda a estar políticamente mejor informados, lo cual es clave para mantener una sociedad democrática. Estos conocimientos permiten tomar un papel activo de participación ciudadana. La inteligencia política es la habilidad de recopilar y analizar información sobre eventos actuales y pasados para anticipar posibles situaciones futuras.
A resumidas cuentas, conocer la historia permite saber de dónde y cómo venimos, para luego pensar por nosotros mismos qué hacemos y, por último, a dónde iremos. Y, ¿Qué mejor que hacerlo aprendiendo de los errores de nuestros ancestros? Lo mejor sería no volver a caer como humanidad en la misma piedra de siempre, sino avanzar.
En resumen, la próxima vez que te cuestiones el valor de conocer el pasado de tus antepasados, recuerda que, sin la historia, no avanzaríamos en el presente y futuro, y es que además es una gran ayuda para responder a las tres grandes cuestiones filosóficas: ¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos? Y, ¿A dónde vamos?
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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