De Ramírez a Gerardo Márquez, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Fue Rafael Ramírez en aquellos tiempos de súbita riqueza, cuando entre él y Hugo Chávez decidían en qué se gastaba, dónde se invertía, a quien se le regalaban o donde se encaletaban los ingentes recursos del petróleo, quien amenazó: «¡La nueva Pdvsa es roja-rojita de arriba abajo (…) y quien no lo acepte se lo vamos a hacer entender a carajazos!».
No lo dijo en su cuenta de twitter ni en una fugaz entrevista radial. Lo hizo ante una concurrida asamblea convocada al efecto para establecer una línea de corte entre la vieja y «la nueva» Pdvsa y a la cual fueron citados toda la plana mayor y centenares de gerentes y altos empleados de la industria petrolera, que aplaudieron a rabiar.
Como para que no se olvidara, la consigna pintada en gigantescas letras rojas pasó a cubrir la superficie de uno de los tanques de la refinería de El Palito y el costado de una instalación de la petroquímica de Morón: «Pequiven también es roja rojita». Nadie lo ha borrado ni se atreverá a hacerlo, a pesar de que el autor de la frase esté hoy execrado de las filas rojas y solicitado por la propia justicia revolucionaria.
Viene este recuerdo a la memoria, ahora que el gobernador del Estado Trujillo, mayor (r) Gerardo Márquez, también ha llamado a repartir «coñazos» –una variante sonoramente más grotesca que la ofrecida por Ramírez pero de igual oprobioso significado– sobre la humanidad de María Corina Machado o cualquier candidato opositor que ose adentrarse en territorios que él considera de exclusiva propiedad de la cúpula en el poder.
Márquez, quien se sumó a la asonada golpista del 4-F cuando contaba 21 años, fue parlamentario dejando al salir una «performance» nada loable del 75 % de inasistencias, pero también ha incursionado como empresario de la construcción y otros, aunque parece que estas incursiones civiles, políticas y económicas, no han servido para modificar ni levemente el ADN originario de quien participó en aquel primer gran carajazo histórico del año 92 asestado por quienes hoy gobiernan.
Márquez no se manda solo, por supuesto. Y el modelaje, que es lo mismo que decir la línea partidista, se baja televisamente a todos los mandos del Psuv. No se dice con la vulgaridad de Márquez, pero sí se sugiere con la misma impudicia. Y a partir de allí hemos visto como en Carabobo, Vargas, Petare, Valle de la Pascua y el Delta se han suscitado agresiones directas contra Machado y Henrique Capriles. La amenaza continúa latente.
Una cosa es leerlo por twitter y otra recibir el testimonio en vivo de quienes presenciaron como el local donde la candidata Machado desayunó y dio una rueda de prensa en Valle de La Pascua, Guárico, fue enseguida asaltado por un grupo uniformado, simple brazo armado de la fuerza de ocupación nacional, y pretendían levantar de la mesa a los clientes que allí se encontraban desayunando, a lo que se negó el dueño, que de todas maneras vio cerrado su local por varios días.
Pero admitamos que eso se quedó corto frente al lanzamiento de excrementos contra la candidata y quienes la rodeaban en pleno mitin. El argumento es que son traidores a la patria, solicitadores de invasiones y de confiscación de fondos públicos y por eso son merecedores de todos los insultos y todos los agravios y hasta del retiro de la nacionalidad.
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Los que anuncian golpizas contra quienes tienen garantizado por la Constitución el ejercicio de sus derechos civiles y políticos no se sienten responsables ni del canibalismo político ni de la vorágine en que se ha visto envuelta Venezuela hasta tocar fondo. Sobre ellos, evidentemente, no pesan los más de 400 muertos de las asonadas golpistas del 92 y tras lo que, pese a todo, participaron libremente y ganaron unas elecciones.
No cuenta ni la criminalización de la disidencia, ni el bloqueo a las vías refrendarias, ni la intervención de los partidos, ni el desconocimiento absoluto de una Asamblea Nacional que luego fue suplantada por una constituyente espuria, que para colmo fue disuelta sin cumplir el objetivo para lo cual había sido convocada, como lo era redactar una nueva constitución.
Ya no basta con inhabilitar candidatos u obstaculizar la realización de unas elecciones primarias, sobre la cual pesan amenazas. Es que no pueden tolerar los mensajes que le hablan cara a cara al pueblo llano del final de fracaso y corrupción del régimen.
Es necesario intimidar al adversario político, llevarlo a la inhibición, a la huida o a la sombra, como ha pasado. La cúpula que se adueñó del país sigue empeñada en cumplir aquel anuncio hecho tan tempranamente por Chávez: «Hugo Chávez entregará el poder algún día».
Ese día llegó, como sabemos, por los insondables senderos predeterminados por la condición humana. Pero para sus herederos esa es la orden que finalmente debemos entender y acatar con la misma perversa metodología que ofrecieron Ramírez, Márquez.
La frase de Ramírez fue reforzada propagandísticamente de muchas maneras, inclusive llevándola a esos botones o pines para prenderse en la solapa. Adquirí uno y lo conservo con la esperanza de que un futuro más halagüeño y promisor para Venezuela algún descendiente teniéndole en su mano, pueda ver allí sintetizada, reflexionar y entender mejor la extraviada visión política, la deriva ideológica que arrastró a Venezuela y su democracia al estado de postración en que se encuentra.
Pulso a pulso habrá que volver a la paz y a la convivencia política. Y no hay oportunidad más brillante que las próximas elecciones presidenciales. Dios nos libre de los actos de violencia que acaban de estremecer al Ecuador. Es hora de conjurar ya esos riesgos.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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