De Zelenski a “Er Conde” del cómico al presidente, por Ángel Monagas
Twitter e Instagram: @AngelMonagas
No es igual tener un presidente cómico que un cómico presidente.
Para ser cómico humorista etc. Hay que prepararse estudiar. Para ser un presidente cómico basta ser payaso, bailar, hacer reír viéndolo manejar bicicleta, jugando baseball. Levantar risas escuchándolo como charlatán, cuyo único requisito es equivocarse, llamar penes a los panes, hacer el ridículo y otros disparates.
En una serie de televisión, titulada «El sirviente del pueblo», Volodímir Zelenski interpretó a un profesor que termina siendo elegido presidente de Ucrania. Ahora, la ficción superó la realidad y el actor, con más de 40 años, es presidente.
Obtuvo el triunfo con apenas el 30%.
Más allá de una evaluación seria de su gestión, no tenemos duda en afirmar que actualmente ese porcentaje debido a su comportamiento frente a la agresión rusa, se ha mínimo duplicado, si es que no es casi absoluto el respaldo de su pueblo. La popularidad con la que llegó, se incrementó. Muchos pensaron lo contrario y creyeron que el conflicto con la potencia de Putin, lo debilitaría, lo destruiría políticamente.
Todo lo contrario. Pudiera incluso, equivocadamente extender su mandato y transformarse en una suerte de caudillo, como sucedió en épocas pasadas en algunos territorios cercanos.
Su mensaje, su imagen ha calado en la población más reacia a la política como los jóvenes. Las redes sociales lo adoran.
Yo no puedo afirmar si ha sido bueno o ha sido malo. Puedo especular lo que a mi juicio transmiten los medios de comunicación y lo que en un análisis de los hechos políticos infiero:
Zelenski ha estado a la altura de las circunstancias. Eso para mi es suficiente. Enfrentar a un dictador como Putin, de la manera tan determinada como lo ha hecho el presidente ucraniano, merece mi admiración y mi respeto.
Caso «Er Conde»
Benjamín Rausseo quiere ser presidente. Él no lo ha dicho. Yo después de tantos años en este oficio lo intuyo. Quizá su preocupación sea la misma que el difunto Teodoro Petkoff, quien en una entrevista que le hice en el Zulia me dijo «Yo quiero ser presidente, lo que no quiero es ser candidato». Lo dijo también en otros programas.
Benjamín Rausseo no tiene ese problema. Ningún artista, cómico, actor o parte de la farándula sufriría por eso. Ellos están acostumbrados a las cámaras, a aprenderse un libreto, una canción, a leer un moderno e imperceptible generador de caracteres o telepronter.
«Er Conde» tampoco tendría problemas en encontrar financistas. Sus relaciones comerciales son de las mejores, además de que él mismo ha sido un excelente empresario. Su libro próximo a salir «Un país de propietarios», ubica parte de su pensamiento y naturaleza política.
¿Bueno o malo?
De verdad no lo sé. Se habla de sus relaciones y beneficios con quienes han destruido el país como los chavistas y maduristas. No me consta.
Aun así, debo señalar que “Er Conde” sí está preparado para ser presidente. Mucho más que el propio Nicolás y que muchos precandidatos opositores, quienes nunca han sido responsables de generar riqueza, negocios, empleos, etc.
“Er Conde” sabe lo que es pagar una nómina. Lo que es ejecutar un presupuesto, gerenciar, resolver.
Moralmente no puedo juzgarlo. Conozco poco de su vida pública. Lo que sí sé es que después que Nicolás llegó al poder, cualquier venezolano, por humilde, inculto, que sea, puede ser presidente. Eso no es lo mejor, es cierto. Es la realidad.
Unos de los legados de esta dizque «revolución», es la pérdida de la «representatividad». Cualquiera puede ser concejal, legislador, diputado, alcalde, gobernador o presidente.
*Lea también: Zelenski, presidente como profesión, por Fernando Mires
Muchos se alarmarán con este escrito y realmente no es mi intención. El gran problema de la nación es el agotamiento por no decir hastío, de la gente hacía los sectores políticos, incluida la plataforma unitaria, los «alacranes» y los «radicales libres».
Lo que reflejan sus números es más que patético. Es para llorar, para correr. Quizá por ello la altísima cifra de inmigrantes venezolanos.
A más de un año del proceso anunciado extraoficialmente, no hay claridad ni coherencia en muchos candidatos.
Unas elecciones primarias lejos de unificar seguirán contribuyendo a la fragmentación y yo creo en hacer consulta interna, lo que no me parece es la oportunidad, ante un enemigo mortal como el «madurismo» y sus similares.
María corina sigue ganando
Después de muchos años en el negocio, pareciera la lideresa de Vente, ser la voz de un pueblo inconforme, molesto, cansado del liderazgo tradicional. Empero sus números no son aún lo suficientemente buenos, para no depender de otros factores.
¿Un cisne negro?
Varios han jugado a representar esta figura. Uno lo ha logrado, pero no quiere ser candidato: Lorenzo Mendoza. Si él dijera que sí, el panorama político venezolano daría un giro total. No es así y no lloveremos sobre mojado.
Lo han intentado: Leocenis García sin ningún resultado, igual Delsa Solorzano, Rafael Ramírez, Cesar Pérez, una dirigente chavista de nombre María Alejandra Díaz, a quién no la dejaran ni asomar, ninguno ha levantado vuelo…
¿Por qué? Entre otras razones, carencia de autenticidad…
¿Podrá «Er Conde» representar ese fenómeno?
Imagino que lo intenta. Realmente es cuesta arriba. Venezuela no es Ucrania. «Er Conde» no tiene ninguna ejecutoria en contra de la crisis que vive el venezolano, salvo su humor, en contados casos sarcásticos, sobre los responsables de la desgracia nacional.
Hoy más que nunca
La vigencia de El Príncipe y su pensamiento como creador de las ciencias políticas. Tan antiguo y tan actual.
«Un pueblo que acepta pasivamente la corrupción y los corruptos no merece libertad. Merece la esclavitud. Un país cuyas leyes son indulgentes y benefician a los bandidos no tiene vocación de libertad. Su gente es esclava por naturaleza. Un pueblo cuyas instituciones, públicas y privadas, están en gran parte corrompidas, no tiene futuro. Solo pasa. *Una nación, donde la sociedad civil supuestamente organizada no mueve una paja si no hay posibilidad de ganancias, no es capaz de legar nada a sus hijos, excepto días oscuros.* Una patria, donde recibir dinero malo a cualquier título es algo normal, no es una patria, porque en ese lugar no hay patriotismo, sólo intereses y apariencias. Un país donde los pocos que se esfuerzan por hacer prevalecer los valores morales, como la honestidad, la ética, el honor, son asfixiados y masacrados, ya cayó al abismo hace mucho tiempo. Una sociedad donde muchos hombres y mujeres se conforman con distracciones sórdidas, en un trance profundo, no merece existir. Solo tengo piedad de esas valientes personas que se rebelan ante este estado de cosas. Para aquellos que consideran normal esta calamidad, no tengo sentimientos. ¡Qué peligroso es liberar a un pueblo que prefiere la esclavitud!”.
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