Definición de un rumbo, por Luis Manuel Esculpi
Al margen de la controversia actual en el campo opositor, la lucha por exigir condiciones para la realización de elecciones verdaderamente libres, constituye un elemento unificador de las diferentes posiciones presentes en la diatriba.
No existe contradicción entre quienes participan en las municipales en levantar las banderas exigiendo esas condiciones para este y los próximos procesos, igual situación estaría planteada para los que han decidido no participar en los comicios de diciembre.
A esta altura del partido, tampoco tiene mucha pertinencia la polémica en torno a la participación o no en la elección de Alcaldes, hay organizaciones políticas que decidieron no concurrir y sin embargo no están llamando a la abstención.
Se comprende perfectamente que los movimientos vecinales de municipios emblemáticos de la oposición, se hayan activado para exigir la presentación de candidaturas a sus respectivas Alcaldías.
En los municipios de la Capital pertenecientes al estado Miranda (donde la abstención influyó decisivamente en los resultados para la Gobernación) los vecinos –por su mayor relación con las Alcaldías– se han movilizado para evitar que los gobiernos municipales caigan en las desastrosas manos del oficialismo.
Como declaró recientemente el Rector de la Universidad Católica José Virtuoso: «Con mejores condiciones electorales 2018 puede ser un año para el cambio». Esos requisitos no se obtendrán como consecuencia de un acto de gobierno, será la lucha, la presión tanto nacional como internacional la que podrá conquistarlos, de allí que más allá de las actuales divergencias, la acción unitaria para alcanzar condiciones que posibiliten conquistar ese objetivo el próximo año, se convierte en un propósito con sentido estratégico.
La necesidad del cambio político se hace cada vez más apremiante, la catástrofe económica y social, solo se podrá contener y superar con un cambio de rumbo. La camarilla gobernante está imposibilitada para realizarlo. Su incompetencia, apego a fórmulas fracasadas universalmente, la fabulosa corrupción y sus compromisos con las poderosas mafias se lo impiden.
Una adecuada lectura de la coyuntura política obligaría necesariamente a recomponer la unidad y redefinir el comportamiento estratégico, para dotar a la oposición de una ruta que despeje el rumbo, rescate la confianza y supere el escepticismo reinante en importantes áreas del mundo opositor.
En ese tránsito se inscribe la de diciembre como una estación importante, que permitirá conservar posiciones en los municipios más poblados o situados estratégicamente para continuar la lucha en las mejores condiciones. Conscientes que la eventualidad de un desenlace para el año próximo, tiene que plantear los requisitos para participar con equilibrio y con garantías que no han existido desde la elección fraudulenta de la constituyente. Es más, ahora además de un nuevo CNE, observación de parte de organizaciones internacionales, la limitación del uso de los recursos del estado y del espacio en los medios de comunicación establecidos en la ley, el cumplimiento estricto del papel del plan República en las elecciones deben ser elementos esenciales de nuestras exigencias.
Concentrar esfuerzo en una estrategia común, que puede ser adelantada aún mientras se produce el reencuentro, la recomposición y redefinición de la plataforma unitaria es imprescindible para poder avanzar.
En el horizonte no se visualiza otra perspectiva en términos inmediatos. La opción planteada no está fácil, pero hay que intentarla. Ella supone redoblar esfuerzos en todos los escenarios para poder ratificar la estrategia constitucional, democrática, pacífica y electoral diseñada por la Mesa de la Unidad. La retórica y la repetición de consignas que no ofrecen alternativas son simples «cantos de sirenas».
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