Del espíritu, por Américo Martín
Autor: Américo Martín | @AmericoMartin
La histórica fecha, 23 de enero, ha sido invocada en estos días con más pertinencia que nunca debido al reto asustadizo de adelantar las presidenciales, nueva raya del tigre que desde hace rato convirtió la Constitución en papel sanitario. Esta vez el zarpazo rompe la negociación exigida por la comunidad internacional y pone sobre la mesa el postergado tema de las sanciones colectivas contempladas en la Carta Democrática Interamericana, las que se perciben en la estupenda declaración del Grupo de Lima y las que han comenzado a aplicar los países del Viejo Mundo. Por lo pronto, México renuncia en respuesta a la contumacia burlona del madurismo, Colombia retira su embajador, y el secretario general de la OEA endurece su lenguaje. Si se oficializa el fin del intento conciliador, los relámpagos se convertirán en rayos y tormentas. El inviable régimen, ahora será imposible.
Recordemos que la comunidad internacional viene manifestando cálidamente una hermosa solidaridad con la democracia vulnerada, el atropello a los DDHH y la escandalosa emergencia humanitaria que padecen los venezolanos. No obstante, antes de aplicar las máximas sanciones, reclamó el diálogo, quizá para atraer a los aún indecisos. Si la oposición lo hubiera rechazado habría favorecido a la otra parte, elefante enfermo pero confiado en la motivación opositora al gesto resonante y no al logro tangible, que con razones comprensibles tomara cuerpo en sectores de aquella. Van al “todo de una vez”. No los critico para nada; buscan el mismo objetivo y ciertamente la desesperación colectiva hierve en las calles.
La historia universal ha consagrado el principio de combinar formas de lucha: el piano, he repetido mil veces, se toca con los diez dedos.
La quiebra de la negociación le dio a la oposición la victoria en la batalla por la opinión internacional que, en este mundo globalizado y defensor de los DDHH, es decisiva. Levantarse de la mesa habría facilitado los manejos distorsionadores, enervando la respuesta internacional. Ah, y no se confirmó que el diálogo legitimaría la ANC, nunca más deslegitimada que ahora.
La razón pide mantenerse en línea con la comunidad internacional, postular la unidad nacional con candidato unitario, insistir en la vía electoral aunque, como es previsible, el régimen se alce contra la Constitución y el mundo. Porque, pase lo que pase, será mejor estar unidos que divididos.
En la educación del guerrero obran la música formadora de su dignidad, y la gimnasia, de su combatividad. Es el “arma” dirigida por el “alma”, según Sócrates en “La República”, el fecundo Diálogo de Platón. El espíritu del 23 de enero, es un eco de 24 siglos del “alma” socrática.
La Unidad contra la dictadura perezjimenista, más que una coalición, fue el “alma” de la victoria. Tras agredirse por años, sus forjadores la acompañaron de un estilo respetuoso, dado al respaldo de todos en todo y entre todos.
El aliado era un hermano. Fue el sistema de convivencia civilizada. Amenazarlo constituía delito de lesa fraternidad.
¡Vamos!… el espíritu del 23 de enero, el perfecto punto de apoyo de Arquímedes.
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