Del #ObamaOut al #NoMoreTrump y cómo Maduro no ha cambiado la retórica hacia EEUU
Las amenazas e insultos de Nicolás Maduro contra un mandatario estadounidense no son nuevos. Su predecesor, Hugo Chávez, amenazó y criticó en varias oportunidades las gestiones de varios presidentes de Estados Unidos, entre ellos George W. Bush
“Una amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional y la política exterior causada por la situación en Venezuela. Así justificó el expresidente de Estados Unidos Barack Obama el decreto ejecutivo del 9 de marzo de 2015, donde se congelaron los bienes y se revocaron visas de siete funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro por estar vinculados a presuntas violaciones de derechos humanos.
La propuesta venía de 2014, año en el cual se realizaron una serie de manifestaciones antigubernamentales conocidas como “La salida”. El proyecto de los senadores republicanos Marco Rubio y Bob Menendez fue aprobado el 10 de diciembre de ese año por el Congreso de Estados Unidos, pero debía ser refrendado por Obama, quien además debía establecer quiénes estarían en la lista de sancionados.
Maduro dijo en ese entonces que Obama había dado “el paso más agresivo, injusto y nefasto que jamás se haya dado desde Estados Unidos contra Venezuela”, y le increpó que “se ha equivocado” al meterse con Venezuela.
Lo inculpó además de “pasar personalmente a cumplir la tarea de derrocar mi gobierno y de intervenir Venezuela para controlarla desde el poder estadounidense”, y lo calificó como una “amenaza para el pueblo de Estados Unidos”, al decidir “invadir, matar, financiar terrorismo en el mundo”.
Diez días después, el gobierno de Maduro iniciaba la campaña #ObamaRepealTheExecutiveOrder, y con el cual se propuso la recolección de diez millones de firmas contra las medidas del gobierno estadounidense. Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), que auditó las rúbricas en tiempo record, en realidad fueron trece millones de firmas que serían entregadas en la Cumbre de las Américas organizada en Panamá.
Del destino de esas firmas es poco lo que se conoce pues no fueron entregadas a Obama, como era el plan oficialista.
¿Cómo estamos?
Las amenazas e insultos de Nicolás Maduro contra un mandatario estadounidense no son nuevas en el escenario político venezolano. Su predecesor, Hugo Chávez, amenazó y criticó en varias oportunidades las gestiones de varios presidentes de Estados Unidos, entre ellos George W. Bush.
Las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos se mantienen a nivel de encargados de negocios. En diciembre de 2010, el entonces embajador venezolano en Washington Bernardo Álvarez perdió su condición luego de que Chávez no aceptara a Larry Palmer como representante del gobierno de Barack Obama.
En marzo de este año, EEUU comunicó a través del Departamento de Estado el retiro de toda la misión diplomática de su país en Venezuela, debido al deterioro de la situación. Estados Unidos fue el primer país en reconocer a Juan Guaidó como mandatario encargado del país, luego de que se juramentó el 23 de enero en el cargo.
Al igual que Chávez, Maduro también se ha encargado de involucrar al “imperio norteamericano” en muchas de las supuestas conspiraciones y atentados para acabar con su vida o su mandato, incluyendo el “intento de magnicidio” del 4 de agosto de 2018 y por el cual está detenido el diputado Juan Requesens y otros diez civiles.
Pero la retórica más contundente del gobernante se ha decantado por las diversas sanciones que ha aplicado la administración de Trump a diferentes sectores que maneja el régimen de Maduro, como el Banco Central de Venezuela (BCV) y Petróleos de Venezuela (Pdvsa), así como sanciones individuales del Departamento del Tesoro a funcionarios que han señalado de estar ligados a la violación de derechos humanos o corrupción.
Maduro vs Trump
En febrero de 2017 son las primeras sanciones que involucran a funcionarios venezolanos en el gobierno de Donald Trump. ¿El primero en la lista? El actual ministro de Industrias Tareck El Aissami por estar presuntamente vinculado al tráfico de cocaína desde Venezuela hacia Estados Unidos. Actualmente sobre El Aissami pesa una orden de captura al ser incluido el 31 de julio de 2019 en la lista de los más buscados por narcotráfico.
Maduro ha asegurado que se trata de un “permanente acoso” y una “campaña de descrédito dirigida a socavar la dignidad de las autoridades (…) permitiendo la grave afrenta de calificar a este alto funcionario del Gobierno nacional como ‘fugitivo’ de una pretendida justicia que Estados Unidos pretende ‘arrogarse’”.
Las sanciones del Tesoro estadounidense incrementaron a partir de mediados de 2017, cuando se aplicaron medidas contra 13 funcionarios de Maduro. Luego de la elección de la asamblea constituyente, al gobernante venezolano se le congelaron todos sus bienes en ese país y se prohíbe negociar a ciudadanos norteamericanos con él. Luego hubo una nueva ronda que incluyó a ocho funcionarios dentro de la lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC).
Avanzado 2017 y en 2018 se prohibieron ciertas negociaciones con bonos emitidos por Pdvsa, así como títulos de deuda emitidos por la estatal petrolera o el BCV, lo que creó una serie de restricciones al sistema financiero internacional para el régimen de Maduro.
Sobre estas sanciones económicas, el mandatario ha dicho que golpean más que todo al pueblo de Venezuela porque le prohíben la compra de alimentos y medicinas, así como el pago de esas adquisiciones. La punta de lanza en este tema para el chavismo son los niños que necesitan un trasplante de médula ósea y eran atendidos en Italia por medio de un convenio con Pdvsa.
Según los voceros oficialistas y el mismo Maduro, con las sanciones se ha impedido honrar los pagos para las operaciones y tratamientos de 26 niños, aunque las autoridades italianas han asegurado que el impago se produjo muchos antes de las restricciones económicas que impuso EEUU.
Esta ofensiva contra funcionarios y entes venezolanos siguió hasta la orden ejecutiva del 5 de agosto de 2019, donde Donald Trump ordena un bloqueo total a los bienes estatales del Gobierno de Venezuela en territorio estadounidense, además de sanciones económicas contra cualquier empresa o individuo que decida mantener relaciones con el régimen de Maduro.
Como respuesta, Maduro desempolvó el método de las firmas en rechazo bajo la etiqueta del #NoMoreTrump por la “agresión” a través de “acciones arbitrarias de terrorismo económico contra el pueblo de Venezuela”. Estas firmas, para la cual también se impuso una meta de 10 millones, serán llevadas a la próxima reunión de las Naciones Unidas.
“¡Es una secta, como el Ku Klux Klan la que gobierna Washington, y pretenden amenazar, agredir y dañar a Venezuela!”, dijo Maduro, quien se ha comprometido a librar la “batalla” contra el “imperialismo” por la “insensatez y despropósito total” de las sanciones.
Pero la recolección de los millones de firmas no parece estar dando los resultados esperados. Anunciada el pasado 8 de agosto, hasta el pasado martes 20 apenas se habían recabado 4 millones de rúbricas, según informó el ministro de Comunicación en Información Jorge Rodríguez. De hecho, Maduro ordenó a sus seguidores ir casa por casa en busca de las firmas, un esfuerzo adicional que pudiera significar que el «masivo» apoyo obtenido en la jornada de 2015 está lejos de repetirse.