Del “para leer al Pato Donald” al “Super Bigote”, por Beltrán Vallejo

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En verdad le he dado largas a esta reflexión sobre ese nuevo capítulo de lo insólito que hizo su aparición en diciembre del año pasado, y con eso me refiero a esa salida del comic denominado “Super Bigote”, una superchería divulgada por ese aparato de propaganda de la tiranía, que es VTV, y que en los recientes carnavales el Ministerio de ideologización, más que de Educación, “recomendó pedagógicamente” que el superhéroe de marras era un buen disfraz que merecía ser utilizado masivamente por nuestros niños en esas fiestas carnestolendas. Por supuesto que una minoría apendejada le hizo caso a eso.
El propio Nicolás Maduro está orgulloso de su propia iconografía como super héroe; hace propaganda del mismo y hasta se ufana de sus superpoderes. Viendo y escuchando a un Maduro hablando de su propio comic, me doy cuenta que el poder supremo, que es irracional, ciego y supremamente inmoral, se le hace fácil cruzar la línea de lo ridículo, de lo monstruosamente ridículo, y que jamás se acercaría a lo sublime como aquel payaso triste de las grandes obras teatrales.
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Pero resulta que en estos días dejé de reírme de esa comiquita y me acordé que precisamente el año pasado, en el 2021, se cumplieron 50 años de la publicación de un famoso ensayo de la literatura marxista de amplia divulgación denominado Para leer al Pato Donald, escrito por el argentino-chileno Ariel Dorfman y por el belga Armand Mattelart.
Valga la paradoja entonces, me atrevo a utilizar la óptica marxistoide de aquel ensayo de la guerra fría y del marxismo manualesco para ironizar sobre ese maltrecho culto a la personalidad a lo Mao y a lo Stalin que ejercita Maduro con su comic y que sin preámbulos digo que lo detesto porque tiene como objetivo a los niños y niñas de mi país.
Sustituyendo al tío del Pato Donald, a Rico Mc Pato, por Nicolás Maduro, algo que no es muy difícil porque ambos son sacerdotes de la acumulación de riquezas, se trata de que aquel ensayo trata el comic de Walt Disney en su nocivo efecto cultural como reproducción de una ideología dominante desde la «comunicación de masas».

McPato
Entonces, desde la óptica marxista y freudiana, aquí vemos un serio esfuerzo por parte de Maduro de también imponer un control cultural e ideológico en la población venezolana, y desde la infancia. Si le hacemos caso a los marxistas Dorman y Materlat, el patrón de alienación cultural que desarrolla Maduro es insano porque su afán es el control de los deseos, sueños, aspiraciones, afanes y significados del individuo que se van gestando desde la niñez. ¡Estoy hablando en serio; no se rían! Todavía me queda algo de bolchevique.
Así como en los años 70 del pasado siglo XX los autores de Para leer al Pato Donald pretendían demostrar que la producción cultural de Disney no era “inocente”, entonces yo también puedo decir que el Super Bigotes menos tiene algo de inocencia cuando lo que se transmite es el culto no al patrioterismo sino al patetismo del hombre fuerte y mesiánico como se hace en la propaganda que alaba a Putin, a Daniel Ortega y a Xi Jiping.
Si este Super Bigote no fuese tan ridículo, y siendo Venezolana de Televisión un fracaso comunicacional hasta para sus pretensiones propagandísticas e ideologizantes, pudiéramos preocupadamente pegarnos de la tesis de aquellos marxistas que en su ensayo aspiraban demostrar la inocencia diabólica del Pato Donald y demás personajes de Disney, y así decir lo que ellos denunciaban como un plan de adoctrinamiento infantil.
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