Delcy Eloína quiere negociar, Freddy Núñez
X: @nm_freddy
Un reciente X da cuenta de una expresión de la actual ministra de petróleo y vicepresidenta del régimen, Delcy Eloína Rodríguez Gómez. En el descarta la posibilidad de «negociar con el extremismo de derecha», pero en todo caso, es una confesión pública de estar dispuesta a hacerlo.
¿El régimen de Maduro quiere negociar? He aquí el busilis del asunto. La decisión soberana y heroica –sin pleonasmo alguno– contundentemente expresada en las urnas electorales el pasado 28 de julio, no puede ser negociada. A partir de su aceptación, un diálogo es posible y necesario.
Venezuela tiene 26 años bajo una autocracia de nuevo cuño, que vació de contenido las instituciones para convertirlas en vulgares oficinas a su servicio. Es un intento de repetir en el país el modelo cubano, con todo lo que significa en materia de terror, miseria y violaciones a los derechos humanos.
La oposición ha atravesado un largo desierto, preñado de todo tipo de obstáculos. El 28 de julio no ocurrieron unas simples elecciones como debería ser en democracia, fue el resurgimiento de un país, el levantamiento de una ciudadanía postrada y agobiada por el desaliento.
Ya podemos ver el final de una era que jamás deberá repetirse, en el cual se secuestró a un país en nombre del socialismo y la paz para convertirlo en ruina absoluta moral y económica.
Una experiencia cuya impronta ha sido sangre y corrupción como demuestran trabajos muy serios de Provea, Encovi, Foro Penal, Armando.Info, etc.
Fue además el 28 de julio el fin de una época signada por la degradación del Estado, el imperio de la mentira, el deterioro profundo del alma venezolana, un tiempo que convirtió al ciudadano en un menesteroso dependiente de los jerarcas del régimen.
A pesar de todos los obstáculos, incluyendo enfrentar la presencia de Cuba como invasor y las consecuencias de sus métodos aprendidos de la KGB stalinista para reprimir, silenciar, desaparecer, torturar y matar a todo aquel que piense distinto, el país se puso de pié y hoy exige el cumplimiento de su voluntad como poder originario.
El régimen perdió las elecciones y el único diálogo posible es el de la trasmisión de mando ordenada y civilizada el 10 de enero de 2025. Si ese día no ocurre eso, los ciudadanos tendremos que cumplir con lo que nos exige la Constitución Nacional, que es restituir su vigencia.
Los ciudadanos estaremos obligados por la máxima ley de la república a proceder de acuerdo a lo establecido en los artículos 5, 328, 333 y 350, y la fuerza armada nacional deberá cumplir con su deber.
Esperamos que los gobiernos democráticos del mundo que han manifestado reconocer a Nicolás Maduro como presidente hasta esa fecha cuando deberá entregar el poder al presidente electo Edmundo González Urrutia, acompañen de todas las maneras posibles a los venezolanos en la recuperación del país y la democracia.
Ya están en movimiento los sempiternos colaboracionistas, los negociadores, los dialogantes. Todos pretendiendo darnos clases de política, como si lo logrado en este cuarto de siglo no hiciera tan evidente su fracaso.
Aparecen casi subrepticiamente, filtran un documento, a veces declaran individualmente como ungidos oráculos, otras como grupo, se fusionan en «foros», hasta ahora no han comprometido formalmente a ningún partido, todo es como una especie de ensayo que parece indicar el miedo a intentar concretar su maniobras, porque saben que serán repudiados por el país.
Venezuela tiene hoy un nuevo liderazgo representado –para dolor de cabeza del régimen– por María Corina Machado. No han podido con ella y lo que representa.
La Plataforma Unitaria se mantiene firme en la defensa del triunfo opositor, así lo demuestran sus líderes muchos de los cuales están presos, asilados o son objeto permanente de acoso como es el caso de Andrés Velásquez, Juan Pablo Guanipa, y cantidad de lideres regionales.
Desde el día 29 de julio el régimen desató la peor represión indiscriminada sin respetar sexo, edad o condición mental o física.
Es urgente mantener y aumentar la unidad nacional recogiendo el malestar del país en todos los sectores, muchos de ellos afines al gobierno. No se trata de pasar página, cogobernar, y demás zarandajas.
Se trata de tener claro que este régimen está al margen de la constitución y leyes de la república y que ha demostrado hasta el hastío que a su palabra también le quitaron 14 ceros.
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Por primera vez es real, innegable, que se les acabó el tiempo, y que su situación es precaria, ¿Qué hacemos? ¿Negociamos para siga la desgracia nacional? ¿O utilizamos todos los recursos necesarios para hacer cumplir la constitución y la voluntad del país?
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