Delia Jaspe, del manantial llamado Magisterio Venezolano, por Rafael A. Sanabria M.
Delia Josefina Jaspe Aular es figura prominente del magisterio aragüeño, quien ha proyectado sabiduría, moralidad, honradez y patriotismo a manos llenas, con generosidad ilimitada. Abnegado cual apóstol, perseverante como una misionera, empeñosa como una profeta. Se mirará siempre en Delia Jaspe a una legítima maestra de personalidad completa, plasmada en viva emoción y demostración clara de progresos culturales.
Gloria legítima de Venezuela y Aragua por la grandeza de su obra, que será evocada en todo tiempo por la posteridad agradecida. Entendió la enseñanza como un culto sagrado, ajeno a miserias humanas y a cálculos de fácil ganancia.
Siempre humilde, nunca ha alardeado de sus logros, de la resonancia de su palabra orientadora, de sus influencias a través de ex discípulos eminentes. Supo dar a la educación el trato que merece y la consagración que requiere. Su alma de educadora está por encima de todo, es un diario mensaje que llega a cada generación de conciudadanos y de educadores, porque es sendero, verdad, luz.
Entendió que lo más noble del magisterio es el que no sólo instruye, sino que educa, el que no es negocio sino apostolado, el que irradia luz no el que la refleja, que no siembra odios ni resentimientos sino semilla de amor.
Nace en Tacarigua, estado Carabobo, el 2 de enero de 1951, hija del modesto hogar de Juan María Jaspe y María Aular. Sus ocho hermanos son Oswaldo Antonio, Yamil Antonio, María Esperanza, Josefa Antonia, José Alejandro, Carlos Emilio, Juan Bautista y Celis Eduardo. Llega a temprana edad a la población de El Consejo, allí estudia en la escuela de primeras letras. Luego se gradúa de maestra normalista en 1967 (durante el acto ocurrió aquel terrible terremoto que enlutó al país).
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El ser aun menor de edad, por dos años estuvo haciendo cortas suplencias. Luego ingresó en la nómina del Grupo Escolar Juan Úslar como docente. Luego de 6 años se certificó en educación preescolar (siendo pionera en el área) hasta su jubilación en 1997.
En 1978 contrae matrimonio con Samuel de los Reyes Marrero (pronto celebran 42 años de ejemplar unión, que casualmente se llaman bodas de jaspe). Son sus hijos: Samuel José, Samuel Eduardo y María Alejandra Marrero Jaspe, además de –por supuesto- José Rafael Reyes de quien, altruista y desprendida, aun jovencita y soltera, ha velado por su crianza en completa responsabilidad hasta hoy. Siempre ha estado de parte del débil con un humanismo práctico para contribuir a mitigar el dolor ajeno. Una fiel enamorada de la justicia.
La maestra Delia Josefina Jaspe es una ciudadana revestida de gran dignidad, reveladora de la nobleza que la distingue. Franca, rectilínea y siempre hidalga. Bondad y justicia han sido en todo momento las guías de su vida.
Venció con modestia y sabiduría, el medio y la época en que le tocó vivir y desarrollar su obra, porque la comunidad vio en ella completa sinceridad, criterio sano y útil, don de bien y una generosidad de santa. En las calles y casas de El Consejo se alberga su nombre como símbolo de respeto y admiración (aunque popularmente la nombren Dilia Jaspe).
En 1974 deviene cofundadora de la connotada Casa de Cultura Poeta Pedro Rafael Busnego Martínez de El Consejo. Allí consumó una brillante labor, puntual y equitativa. Ha sido una responsable integral.
Ha recibido un sin número de reconocimientos otorgados por instituciones públicas y privadas por su loable actuación en el magisterio venezolano.
EN 1997, ya jubilada, funda una pequeña empresa familiar de repostería en la cual también alcanza reconocimiento por su máximo estándar de calidad y de trabajo honesto.
Es un vivo testimonio del valor de la justicia frente a la barbarie y la fuerza. Es símbolo permanente para la juventud y su gentilicio.
Delia Josefina Jaspe un valor humano de prestancia. Su mensaje alecciona, estimula y forja. Su labor magisterial resonará por siempre en la región aragüeña. Apóstol difícil de olvidar.
Para ti maestra:
El Juan Úslar tu más caro tesoro
cual prenda preciada valoro
luce exquisito tu nombre
tallado en delicadas letras de oro.
Tu obra prosigue el mismo fervor
el pueblo te evoca maestra virtuosa
los niños te cantan su salmo de amor
mujer ejemplar, pulcra y candorosa.
Todos te saludan admirativamente
cual canción de ronda motiva
a recordarte, gentil, dulce y paciente.
Y con tu gracia idílica intercedes,
como la luz en todos los colores,
como la flor en todos los perfumes.