Delincuencia y corrupción como estructura de dominación, por Lidis Méndez
Twitter: @lidismendez369
Anteriormente escribí sobre como el régimen de Nicolás Maduro ha enfrentado múltiples crisis políticas, económicas y sociales en los últimos años, pero contra todo pronóstico ha logrado mantenerse en la Presidencia de la República. Un lector versado en el tema, observó un elemento faltante en el artículo: la estructura de dominación delincuencial como forma de poder. Para subsanar la omisión en la misma línea de opinión, abordaré el efecto de la red de extracción de oro ilegal usada para financiar la compra de alimentos y otros productos que el gobierno distribuye como parte de su política social.
La investigación del periodista Joseph Poliszuk, titulada: «Oro (de sangre) por alimentos», describe detalladamente cómo grupos armados están explotando a personas en zonas mineras al Sur de Venezuela, a menudo utilizando mano de obra esclava para extraer oro de forma ilegal. Esta red de apoyo criminal tiene cobertura nacional e internacional y es un ejemplo de cómo algunos sistemas pueden beneficiarse de las malas prácticas, e incluso establecerlas como mecanismos para subsistir y subyugar.
La situación descrita en la investigación refleja una compleja interacción de factores políticos, económicos y sociales. La explotación ilegal de recursos naturales es un problema común en muchas partes del mundo y a menudo se asocia con la presencia de grupos armados y la violación de los derechos humanos.
En el caso de Venezuela, el control de los recursos naturales se ha convertido en una fuente importante de poder para grupos armados y funcionarios gubernamentales corruptos, con consecuencias graves para las comunidades locales y en general para la economía del país.
La estructura de acción criminal del régimen venezolano no solo se beneficia de la crisis, sino que también sabe perpetuarse en ella. Por ejemplo, el tema de la «guerra económica» impulsada como estrategia para generar escasez de alimentos, medicinas, gasolina y gas para luego controlar y racionar su distribución; este hecho generó muchas de las cuantiosas fortunas que hoy día se «confiscan» en medio del plan «anticorrupción».
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El efecto de red corrupta cuenta con tres elementos que trabajan juntos: uno, el control del sistema judicial y de las Fuerzas Armadas, que les permite reprimir cualquier disidencia política y protegerse de la justicia internacional. Dos, el control del sistema de medios de comunicación, que les permite controlar la información y manipular a la opinión pública. Tres, la construcción de una red de empresas estatales y privadas que le permite controlar la economía del país y obtener ganancias a través de la extracción de recursos naturales y los negocios de importación.
La solución a este problema requerirá una acción coordinada de las autoridades nacionales e internacionales, así como del interés de la sociedad civil y los medios de comunicación en la denuncia de estas prácticas corruptas y en la exigencia de rendición de cuentas por parte de los responsables a nivel parroquial, municipal, regional y nacional.
Si no se toman medidas para desmontar esta estructura perversa de poder, la situación continuará empeorando. Para finalizar, dejo al respecto el planteamiento de Nassim Taleb sobre efecto Lindy: cuanto más tiempo ha estado en existencia un objeto, una idea o una práctica, más probable es que continúe existiendo en el futuro. La teoría se basa en la observación empírica de que las cosas que han existido durante mucho tiempo tienden a tener una mayor probabilidad de supervivencia en el futuro que las cosas que son nuevas o los cambios que están por venir.
Lidis Méndez es politóloga. Secretaria de Organización en Unidad Visión Venezuela.
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