Deportaciones y detenciones dejan a decenas de niños venezolanos en EEUU sin sus familias

Al menos 21 niños venezolanos permanecen separados de sus padres detenidos o deportados en EEUU por causas penales o migratorias, según las autoridades venezolanas. Aunque siete ya regresaron al país, decenas siguen bajo custodia de familias sustitutas. Detrás de cada caso, hay una historia de angustia, desarraigo y un llamado urgente a priorizar el bienestar infantil
Este domingo 20 de julio en el país se celebra el Día del Niño, pero decenas de familias venezolanas no podrán festejarlo porque sus pequeños fueron separados de sus parientes tras casos de deportaciones o detenciones bajo la administración de Donald Trump, lo que los ha dejado en Estados Unidos, lejos de casa y, en muchos casos, sin la certeza de qué pasa con sus progenitores.
Ángel Álvarez es el abuelo de Caleth Torres, de siete meses de edad, quien se encuentra con una familia sustituta en Nueva York tras la detención de ambos padres. Kevin Álvarez, padre del bebé, fue detenido en mayo de 2024 al ser vinculado con el Tren de Aragua por sus tatuajes; ni siquiera pudo disfrutar del embarazo de su pareja, ni conoce a su bebé.
Después, en enero de este año fue detenida Rosmary Torres, madre del infante, y agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) le quitaron al niño.
El abuelo de Caleth le pide a EEUU: «Por favor, que me entreguen a mi nieto y suelten a todos los venezolanos injustamente detenidos porque no todos son malos».
Aunque Caleth Torres está en un hogar sustituto y por su corta edad no puede distinguir quién realmente es su familia, su abuelo mantiene contacto con las personas que lo tienen a su cargo: «Me mandan fotos cada mes o dos meses. Siempre estoy pendiente», afirma el abuelo y cuenta que «he bajado bastante de peso porque la angustia no me da ni hambre».
Rosmary y Kevin, ambos de 25 años de edad, migraron a Estados Unidos en 2023 por la selva del Darién, igual que miles de venezolanos, buscando mejores oportunidades de vida. Entraron con la cita del CBP One, trabajaban legalmente, pero están encarcelados en Nueva York bajo acusaciones de ser integrantes del Tren de Aragua por tener tatuajes en sus pieles; sin embargo, sus allegados desmienten esa versión: «Esa cosa es totalmente falsa».
Las cifras de niños que las autoridades denuncian como «secuestrados» por Estados Unidos varían según el funcionario: el ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, dice que son 32; el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, afirma que son 31, y Nicolás Maduro asegura que 34, pero dice que «pueden ser más» y promete «rescatarlos a todos».
La Convención sobre los Derechos del Niño, el tratado internacional que define las pautas de protección general y el marco regulatorio de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en el mundo, establece que todo niño o niña requiere una doble protección en el tema de migración, tanto por su condición de niño como por su condición de migrante o hijo de migrante.
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Nicoll no sabe que su madre está detenida
Otra de las historias que pudo conocer TalCual es la de Nicoll Briceño, de seis años de edad, separada de su madre el pasado 28 de enero de este año. La madre de Nicoll es Enyerlin Briceño, de 29 años de edad, quien fue detenida por funcionarios de inmigración en Miami y llevada a Nueva York bajo acusaciones de ser integrante del Tren de Aragua.
Nicoll Briceño «cree que su mamá la dejó en la escuela y más nunca regresó. Es una situación demasiado fuerte», comenta Engi Zambrano, abuela de la niña, quien afirma que en estos seis meses «ha pasado por cuatro familias diferentes» en EEUU.
La madre de Nicoll está acusada en Norteamérica, según explica Zambrano, «supuestamente de participar en una conspiración en grado cuarto», es decir, un delito con drogas que involucra fabricación, distribución o posesión de sustancias ilícitas; no obstante, la madre desmiente y sostiene que ella nunca estuvo en Nueva York.
«Mi hija llegó a Estados Unidos a principios de 2024 con su hija Nicoll, entró con cita de CBP One. Trabajaba en una aplicación de delivery en Miami y la niña estudiaba. Tenía permiso de trabajo y cita de solicitud de asilo para 2026. Ella iba a las cortes y estaba haciendo todo su proceso legal», resume Engi Zambrano, para afirmar que su hija jamás ha tenido problemas legales.
Nicoll Briceño no sabe que su madre está detenida, su familia no se lo dice porque apenas tiene seis años. «Le decimos que su mamá está trabajando. Ella se pone triste y llora. Dice que extraña mucho a su mamá, que quiere volver con su familia, pero que se quiere venir con su mami», expone la abuela, quien admite que esta situación «es demasiado fuerte. No es fácil estar con una persona que tú no conoces y te quedes sin tu familia».
Además de Nicoll, Enyerlin Briceño tiene a otro hijo de ocho años de edad que quedó en el país a cargo de su abuela. «Se fue en busca de un mejor futuro para sus hijos y se consiguió con esa triste realidad», añade la madre.
La abuela de Nicoll espera que las autoridades consigan una solución para que su nieta y los demás infantes separados de sus padres y otros familiares en EEUU a causa de deportaciones o detenciones sean enviados al país para que se reencuentren con sus seres queridos. «Ya basta de separar a tantas familias. ¿Cuál es la necesidad de separar una madre de sus hijos?», interroga Zambrano a las autoridades estadounidenses.
Decenas de casos
De acuerdo con Maduro, son 34 los niños separados de sus padres migrantes en Estados Unidos; de los cuales, se logró el envío de siete de ellos al país el pasado viernes 18 de julio. El resto se mantiene en hogares sustitutos, bajo el sistema de protección infantil estadounidense (foster care) o al cuidado de otras familias migrantes. Las edades van desde bebés de pocos meses hasta adolescentes de 15 años.
Los infantes que llegaron al país en un vuelo de deportación desde EEUU están identificados como: Ethan Padilla, de dos años; Marelbis Parra, de 9 años; Kendra Salas, de 12 años de edad, y su hermano Miran Salas, de cuatro años; Gloriannys Molina, de un año y cuatro meses; Efreisy Alexandra Torres, de 15 años, y Mía Rodríguez, de cuatro años.
Los demás niños y adolescentes identificados por este medio que se mantienen en Norteamérica sin sus familias son: Caleth Torres, siete meses; Milán Hurtado, un año; Alanna Ballesteros, un año; los hermanos Richmari Inciarte, de 12 años, y Reiner Inciarte, de 10 años; Osmary Perdomo, siete años; Aidan Acuña, cuatro años; Cristian Hurtado, dos años; Susejhiner Hernández, siete años; Nicoll Briceño, seis años; Yoleiner Hernández, 10 años; Ashley Hernández, seis años; Yineimer Buendía, 11 años; los hermanos Aron Peña (nueve años) y Monserrat Guillén (dos años); Dorielvis Silva, seis años; Mariangela Lobatón, ocho años; Diego Torrealba, seis años; Kevin Sánchez, siete años; Alitz Durán, tres años, y Yoel Zerpa, cinco años.
Las familias, desde Venezuela, hacen un llamado a las autoridades estadounidenses para que dejen de separar a niños y adolescentes de sus padres y demás familiares. «Si van a deportarlos, que lo hagan junto a sus hijos», clama Engi Zambrano, abuela de Nicoll Briceño.
La no separación de las familias es un mandato en el derecho internacional. Los expertos, psicólogos y especialistas en derechos de la infancia, reiteran en que el interés superior del niño debe prevalecer en todas las decisiones que tome un Estado y afecten a los niños en su dinámica familiar. Migrar es un derecho, destacan al ser consultados sobre este tema, y bajo ningún principio se debería criminalizar a un migrante.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país