Desde 2019 el gobierno venezolano pasó de su rol de «empresario» a «gestor»
El ajuste aplicado por la administración de Nicolás Maduro es más congruente con un conjunto de adaptaciones forzadas debido a condiciones adversas. Un documento elaborado por los economistas Asdrúbal Oliveros y Giorgio Cunto señala que la caída del gasto público de 50% en 2014 a 14% en 2020, evidencia que el gobierno simplemente no tiene el dinero para sostener sus mecanismos de intervención económica
«Desde inicios de 2019 el Estado venezolano ha pasado de un rol de ´empresario´ a uno de ´gestor´, conforme su reducido alcance para intervenir en la vida económica», así se desprende del papel de trabajo ¿Qué cambió y por qué en la economía venezolana?, publicado en la revista Sociedad, economía y política (SIC) del Centro Gumilla, por los economistas Asdrúbal Oliveros y Giorgio Cunto, de la consultora Ecoanalítica.
En el documento sostienen que en esencia, la administración de Nicolás Maduro mantiene primacía normativa y regulatoria, pero cede espacios a actores privados para que participen con mayor flexibilidad en donde las autoridades han dejado de proveer cobertura. Con esto se conforman nichos de actividad donde se concentra el dinamismo de la economía venezolana, a la vez que surgen sustitutos imperfectos para cubrir vacíos en dotación de servicios.
Como se recordará, el gobierno aprobó la Ley Antibloqueo con el cual busca ofertar activos estatales a privados nacionales y extranjeros, y especialmente petroleros, pero sin rendir cuentas sobre los acuerdos al alegar en esta normativa, que son de «carácter reservado, confidencial o de divulgación limitada». El objetivo es vender compañías públicas en medio del contexto de sanciones económicas e individuales decretadas por Estados Unidos.
Esto ocurre además, luego de la política de expropiación y estatización aplicada durante la gestión del presidente Hugo Chávez, en la que miles de empresas que antes estaban en manos del sector privado nacional y extranjero, ahora muestra pobres resultados operativos y financieros.
«Ante el colapso de la recaudación tributaria tanto petrolera como no petrolera, el gobierno cubrió su déficit con emisión monetaria, lo que en un entorno recesivo propiciaría una senda hiperinflacionaria en 2017 que se aceleraría exponencialmente en 2018. El agravamiento de la crisis en los planos locales y externos más allá de las capacidades financieras, técnicas y logísticas estatales, motivaron al Ejecutivo a readaptar su estrategia de participación económica en aras de asegurar su futuro político», señalaron los economistas en el documento.
Resaltan que una serie de acciones fueron puestas en marcha por el Ejecutivo, pero las mismas no correspondieron a un programa de estabilización macroeconómica, ni a reformas estructurales suficientes para recuperar la senda de crecimiento de la economía.
«Tampoco es un viraje sustancial en la forma en la que se concibe o ejecuta la política económica. El ajuste llevado a cabo por el Gobierno venezolano es más congruente con un conjunto de adaptaciones forzadas por condiciones adversas que lo obligaron a redimensionar su alcance».
Entre las medidas ejecutadas resaltan la flexibilización de la política de control de cambio y de precios, facilitar importaciones (apertura de puertos), el traspaso de gestión de activos y empresas públicas a actores privados, permitir el uso extendido de divisas para transacciones locales, llegar a acuerdos con actores clave como China, Rusia, Irán y Turquía pero a lo interno con segmentos del empresariado y sociedad civil.
«El ajuste llevado a cabo por el gobierno venezolano es más congruente con un conjunto de adaptaciones forzadas por condiciones adversas que lo obligaron a redimensionar su alcance (…) El ´pragmatismo´ de las autoridades obedece a un instinto de preservación de su modelo político, donde darle un respiro a la economía facilita ese resultado; incluso cuando implique romper con algunos de sus preceptos ideológicos más antiguos», se afirma en el análisis.
Un dato relevante señalado por los economistas es que pese a la reducción persistente del tamaño de la economía venezolana, la dimensión relativa del gasto público se ha contraído de forma más acelerada y ha pasado del equivalente de 50% del producto interno bruto en 2014 a 14% en 2020. Lo que evidencia que el gobierno simplemente no tiene el dinero para sostener sus mecanismos de intervención económica.
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«En la dimensión económica, Venezuela se ´estabiliza en el foso´. El dinamismo económico se concentra en unos nichos puntuales que pueden registrar crecimiento en los próximos años. En este ambiente, el sector privado tiene un poco más de poder de negociación que en el pasado, dada la praxis simbiótica del gobierno de mantener estabilidad local. Sin embargo, las vías de liberalización siguen siendo insuficientes como para propiciar resultados similares al ´autoritarismo materialmente próspero´ de China y otros países en vías de desarrollo (…). Los ´ajustes´ económicos del gobierno poco pueden hacer para revertir esa situación, y Venezuela se queda pequeña, improductiva y pobre».
Venezuela muestra en la actualidad una de las crisis económica y humanitaria más grave de la región, a lo que se suma una migración de mayor magnitud en el mundo. Hasta este 2021, pasa por su octavo año de recesión, cuarto año consecutivo en hiperinflación, una constante devaluación de la moneda local, de una importante escasez de bolívares en efectivo, una producción agrícola e industrial casi paralizada por el desabastecimiento de combustible, un alto porcentaje de desempleo y de unos 6,5 millones de venezolanos que han salido del país.