Desenlace, por Américo Martín
La reunión de 60 países en Lima para considerar el caso extremo de Venezuela, y la Orden Ejecutiva del 05 agosto dictada por Donald Trump, miden el impresionante cerco que aísla a Maduro y dejan entrever el desenlace de la ominosa situación vivida por nuestro país.
Las sanciones aplicadas por el Consejo Federal Suizo, universal emblema de neutralidad política, evidencian el carácter expansivo del cambio democrático venezolano. Las estructuras edificadas por Chávez para proporcionarle aliados a su involucionaría revolución están reducidas a escombros
ALBA, Unasur, Celac, La OEA, que llegó a ser proclive a los intereses de la revolución, ha dado un radical viraje. En vez de politizar Mercosur, los autores del desaguisado fueron desafiliados. Lula, Kirchner, Correa no se ve cómo pudieran reposicionarse. Ortega sigue ahí, pero basculando entre sobrevivir y reubicarse. En Bolivia hay un desasimiento chavo-madurista del vicepresidente Linera y también, aunque menos preciso, de Evo Morales. Y el llamativo caso de Pepe Mujica, el presidente Tabaré Vásquez y el Frente Amplio de Uruguay declarando que Maduro es un dictador, sin más. Curiosa confluencia para ayudar generosamente a Venezuela democrática de la nevada Suiza helvética de Guillermo Tell, y la Suiza de América.
Dos poderosos factores impulsan el desenlace. La comunidad internacional, más después del informe de Michelle Bachelet, esa estupenda y solidaria luchadora; y el gobierno del eje Guaidó-AN, cuya legalidad y legitimidad son de amplio reconocimiento mundial, en contraste con la ignorada y hasta rechazada ANC y la discutida legalidad de Nicolás Maduro. Es imposible desestimar el fuerte protagonismo que en aquella ha asumido el gobierno de Trump. Es una carta de mucho peso; determinante, diríase.
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Las sutilezas de su orden ejecutiva muestran honda preocupación por el cambio democrático y recuperación de la antes pujante Venezuela y la protección de activos importantísimos como Citgo, sin menoscabo de sanciones contra altos funcionarios acusados por corrupción y violación DDHH y contra quienes negocien con el gobierno. Este último tema es delicado. La UE –otro formidable aliado de Guaidó- tiene naturales reservas. Pero aun así todos exigen la renuncia de Maduro en el marco de la negociación.
Los incondicionales del régimen sudan para presentar a Guaidó como súbdito de Trump. La calumnia les estalló en la mano. Opositores inclinados a la invasión aseguran que EEUU puso en 3 y 2 a Guaidó al rechazar la negociación. Pero éste anunció su disposición de mantenerla. ¡Y en cambio el madurismo se levantó de la mesa! Si las tres reacciones se confirman querrá decir que cada uno es soberano en sus actos.
Los opositores gratuitamente enfrentados a Guaidó-AN dan por cierto que EEUU rompió la iniciativa Oslo-Barbados. En su derecho estarían, pero también es de dudarlo. ¡Nunca nos levantaremos de la Mesa, clamó Jorge Arreaza! ¡Seguimos en la Mesa con nuestra agenda, ratificó Guaidó! ¡Con la comunidad europea, EEUU favorece la negociación aunque no eterna, insistió el gobierno de Trump!
Es la batalla por la opinión, propia hasta de las guerras más feroces. Las completa o las sustituye. En contraste con Rusia China, Vietnam o Corea, Castro ganó su revolución sin emplear muchos soldados. Más astuto y publicista que general se motivó al logro no al gesto, salvo cuando el gesto fuera parte del logro.
La política ofrece aproximaciones, no certezas. El desenlace se aproxima cuando el aislamiento del otro luzca indetenible. La premisa es consolidar la dirección que ya se tiene: el eje Guaidó-AN
No menos grande es la unidad nacional de la diversidad. La esperada victoria de las mil banderas del pluralismo.