Deslizamiento inminente mantiene en riesgo a 500 estudiantes de Colegio La Concordia
El Colegio La Concordia, ubicado en Colinas de Bello Monte, ha tenido que clausurar el patio escolar donde además se hacen las actividades de educación física, debido al inminente riesgo a que ocurra otro deslizamiento de tierra, lo que afecta el esparcimiento y recreación de los alumnos
Luego de 13 días, el Colegio La Concordia, ubicado en Colinas de Bello Monte, aún espera una respuesta concreta de la alcaldía del municipio Baruta sobre las medidas a tomar luego del deslizamiento de tierra de una construcción aledaña que impactó en la cancha de la institución el pasado sábado 22 de abril y mantiene en riesgo a 500 estudiantes que forman parte del colegio.
María Jesús Velásquez, administradora y miembro de la junta directiva de La Concordia, explica que alrededor de las 11:00 am del sábado, un trozo de concreto se desprendió de una casa y rodó por la ladera de la colina hasta caer en el centro del patio del colegio, lo que trajo escombros y tierra.
Velásquez informó que la construcción, que se encuentra al borde de un precipicio que da hacia el colegio, está hecha de manera indebida y que representa un riesgo inminente para la institución. «Es un peligro porque quedan otros dos pedazos de concreto sueltos y con las lluvias van a bajar», expresó.
Funcionarios de Protección Civil de Baruta acudieron el mismo sábado, cuenta Velásquez, a examinar el colegio y les dijeron que debían clausurar el patio escolar «hasta que eso no se resuelva». Advirtieron que se debía demoler la parte de la casa que está en peligro de deslizarse.
«Si eso hubiese caído en horas de clase, aquí habría ocurrido una tragedia», señala la administradora. Destaca que los niños no han podido utilizar la cancha desde hace dos semanas.
Indicó que las malas condiciones de la vivienda también ponen en peligro a las 25 familias que están alquiladas en distintos anexos que se han ido construyendo en el terreno sin autorización. «Cuando Protección Civil vio la casa, les dijeron a todas las personas que viven allí que tenían que desalojar».
Velásquez explicó que algunos de los inquilinos estuvieron de acuerdo e indicaron que podrían mudarse a otros sitios, pero otros expresaron no querer irse de allí. «Si hay una sola persona en contra, no pueden hacer nada. Tienen que tratar de convencerlos a todos para que el dueño pueda demoler», dice.
De acuerdo a la administradora, un geólogo de la alcaldía de Baruta acudió a la institución, además de algunos trabajadores del Cuerpo de Bomberos del Distrito Capital. Sin embargo, aún no han recibido una respuesta concreta por parte de la alcaldía.
A nivel de infraestructura, Velásquez señala que el impacto del trozo de concreto y los escombros ocasionaron huecos y grietas en el asfalto de la cancha.
Este deslizamiento de tierra también ha causado alerta en los padres y representantes del colegio. Magaly Ruiz, madre de un estudiante de segundo grado, comentó que una de sus preocupaciones es que el deslizamiento continúe, por lo que sostiene que es importante demoler la vivienda que está en riesgo para «sentir que los niños están en un ambiente seguro».
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Por otra parte, Joanny Machado, madre de dos alumnas en cuarto grado y quinto año de bachillerato, expresó que su preocupación es que las instituciones competentes no se ocupen de resolver la situación y el problema se extienda indefinidamente.
Limitada la recreación
Velásquez explicó que el cierre temporal del patio ha afectado en todos los aspectos, pero en especial a las clases de Educación Física y el tiempo de receso de los estudiantes. «Mientras esto no se resuelva, no podemos funcionar como un colegio normal, porque no tenemos el espacio de esparcimiento para los niños».
Para dar las clases de Educación Física utilizan áreas laterales dentro de la institución, así como una cancha secundaria, cuyo tamaño es una cuarta parte de la cancha principal.
Carlos Spinetti, profesor de esta asignatura en el colegio, señala que estos terrenos laterales no son adecuados para realizar algunas actividades como basquetbol, mientras que el espacio del patio secundario resulta insuficiente para los salones de 30 estudiantes.
Spinetti afirmó que este «cambio radical» de espacios ha afectado a los alumnos, quienes constantemente le preguntan cuándo podrán volver a la cancha. En las áreas abiertas los niños drenan su energía con diferentes deportes durante el receso, algo que ahora no pueden hacer.
La representante también señala que los niños «están limitados en su esparcimiento», puesto que los espacios disponibles son pequeños para los 500 alumnos de la institución. En ocasiones, deben quedarse en las aulas, por lo que «se pierden ese momento de receso».
Velásquez pide a las autoridades municipales y con competencia en estos casos que atiendan su situación. «Mi llamado es que la alcaldía me escuche, que es el primer ente que nos tiene que ayudar y si la alcaldía no nos ayuda, pues cualquier otro ente es bienvenido a atender la situación», puntualiza.