Despelote en la FAN, por Teodoro Petkoff
Cuando se examina el nuevo organigrama de la FAN, surgido de la recién aprobada Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (Lofan), no se puede sino elevar ruegos al Altísimo para que este país nunca tenga que verse envuelto en una guerra contra un enemigo externo. Porque si, infortunadamente, ese fuere el caso, nuestra derrota será aplastante. La línea de mando, del Presidente para abajo, está compartimentada en tres espacios y existe una real posibilidad de confusión de funciones entre las tres nuevas líneas de mando creadas, lo cual augura un despelote mayúsculo a la hora de que, eventualmente, tocara entrar en acción. La nueva organización, cuyo propósito no es otro que el de concentrar todo el mando operacional y administrativo en el Comandante en Jefe-Presidente y, fundamentalmente, dividir el mando militar (divide et impera), generará, sin embargo, para los propósitos estrictamente bélico-castrenses, una enorme y perjudicial triplicación de funciones. Con un mando distribuido entre tres organismos: Ministerio de la Defensa, Comando General de la Reserva y Comando Estratégico Operacional (amén de que existirá una Comandancia en Jefe con Estado Mayor y todo y, además, la Guardia de Honor también estará bajo el mando directo del Presidente), por mucho que todos dependan directamente del Comandante en Jefe-Presidente, al poseer exactamente el mismo nivel, será difícil que no se produzcan interferencias entre ellos y conflictos de competencia, aparte de que puedan darse hasta las muy banales disputas por quién manda más.
El Ministerio de la Defensa conserva el mando sobre los cuatro componentes tradicionales (Ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional), pero, de ser necesario, le “pasará” tropas al Comando Estratégico Operacional (CEO), que no tiene mando directo de ellas. De este modo el Ministerio de la Defensa, que ejerce y ejercerá el mando sobre toda la estructura operativa de la institución armada, queda fuera, sin embargo, del diseño e implementación de los planes operacionales y su rol se limitará a atender las peticiones del CEO.
(Este, de paso, estará dirigido “por un oficial activo expresamente designado por el Jefe del Estado”. El concepto “oficial activo” es tan impreciso que podría especularse si un subteniente, por ejemplo, podría ser nominado para ocupar el cargo.) Esto no funcionaría ni siquiera en Prusia y mucho menos en esta Venezuela caribeña y tropical, donde los celos y rivalidades entre los generales ninguno se cuida de disimular.
Además puede llevar, en este mando compartido y horizontal, que rompe con la verticalidad y unidad de mando necesarias en una fuerza armada, a una virtual paralización. Por ejemplo, el CEO forma parte de la Junta Superior, la cual es presidida por el ministro de la Defensa, pero no depende de este sino del Presidente. Mayor galleta.
La existencia de un CEO, en sí misma, no es mala, pero siempre que esté inscrita en la línea vertical de mando sobre las tropas y no al margen de ella. Esto, por lo demás, no hace sino “legalizar” una situación de hecho, que ya viene produciéndose. Chávez ha ido dando órdenes directamente a unidades medias y menores y a oficiales subalternos sin participación alguna de las cadenas de mando existentes.
La tercera línea de mando es la de la Comandancia General de la Reserva, directamente dependiente del Comandante en Jefe-Presidente y sin conexión alguna con las otras dos, pero cuyo comandante está al mismo nivel del ministro de la Defensa y del jefe del CEO. De este tema nos ocuparemos mañana.