Después del 21N no vale resignación, por Beltrán Vallejo
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Estoy a dos días antes del evento electoral del 21 de noviembre, y digo evento para no entrar en otro calificativo sobre esta jornada igualita a las otras con abuso de poder, complicidad del CNE, corrupción con los recursos y bienes del Estado, control grosero de medios de comunicación, intimidación, persecución, inhabilitaciones a granel y demás porquerías propias de las elecciones que convoca el chavomadurismo.
Desde estas perspectivas, no hablaré obviamente de los resultados; aunque ojalá sean medio bonitos para el sector opositor distante de las celestinas que aglutinan la denominada “Alianza democrática” y el “alacranaje”. Lo que sí quiero manifestar tajantemente es que después de ese día ojalá se mantenga el activismo político y el trabajo de llevar un mensaje de subversión contra el régimen de Maduro; aunque, para mi criterio, la campaña opositora que culminó no fue la que yo deseaba como acción de agitación, de politización y de sacudimiento del ánimo contestario de la sociedad.
En tal sentido, sea cuales sean los resultados políticos, electorales y electoreros del 21 de noviembre, no vale regresar a nuestros hogares con la marca de la resignación pintada en nuestro rostro. Ojalá que el pueblo venezolano no amanezca el lunes con más frustración, con más desánimo; repito, ¡después del 21 de noviembre no vale más resignación!
Creo que se debe abandonar el retoricismo abstencionista con respecto al voto, así como también se debe abandonar el retoricismo participacionista simplón y pícaro en relación al voto; ni el extremismo abstencionista ni el extremismo participacionista, porque en los dos escenarios juega la tiranía madurista. Y así debe ser para todos los escenarios por venir que requieren el desarrollo de un nuevo liderazgo político, social, económico, juvenil, cultural, gremial, intelectual, profesional y hasta militar para resistir a Maduro y a su pandilla en este si se quiere nueva etapa donde estamos obligados los demócratas a salir del reflujo generado por los fracasos estrepitosos del 2019 y del interinato, y que por cierto estoy plenamente de acuerdo de que eso se acabe a principios del 2022. ¡Ya está bueno de este papelón!
Lamentablemente, la plataforma opositora no sale de la coyuntura electoral con un relanzamiento efusivo. La política en el mundo opositor siguió su laberinto e hizo las cosas de manera convencional, tradicional si se quiere. La MUD, que es la que me interesa, incluso asumió esto como un “carnaval electoral”; pero lo asumió sin recursos, con poca creatividad, con candidaturas burocratizadas y con poco aliento democrático. No sé cómo se hará, pero la oposición está obligada a recomponerse; y si los resultados del 21 son catastróficos, pues más obligada todavía. Y ojalá que el planteamiento del referendo revocatorio para el 2022 sea lo que encienda el motor, lo que caliente la sangre, lo que levante el polvo, lo que impida que volvamos a arrodillarnos.
Sé que el lunes vuelve la cotidianidad con sus durezas, y más todavía si está sazonada con las derrotas en muchas alcaldías y en la mayoría de las gobernaciones; pues hay que volver a ese duro día a día, pero con la frente en alto y con ganas de pelear, trabajar, estudiar, y siendo más solidario con los demás, y buscando hacer equipo y tratando de organizarse para esa cotidianidad y para continuar la lucha.
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Yo también apuesto a que después del 21 surja un liderazgo que desaprenda las malas mañas aprendidas, que surja una revolución en ese liderazgo. No se puede seguir haciendo lo mismo. Se exigen nuevos hombres, nuevos mensajes y nuevas estrategias.
Y, sobre todo, que muera la resignación.
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