Destierro y retorno, por Freddy Gutiérrez Trejo
«Vuelvo, amor vuelvo
a saciar mi sed de 1.
Vuelvo, vida vuelvo, a vivir en 1, país.»
Andrés Márquez. Illapu
El tema de la expulsión de su propia tierra que han sufrido más de ocho millones de paisanos, ha concitado frecuentes intercambios en los encuentros de quienes se juntan en una esquina o alrededor de una mesa.
En variadas ocasiones siendo conferencista internacional o disertando en el país sobre las migraciones, he sostenido que esta materia dominará el siglo que corre.
Hoy, más de trescientos millones de personas viven en un lugar distinto al que nacieron. Las fuerzas de expulsión y atracción están presentes en todos los continentes. Las asincronías en los Indices de Desarrollo Humano son alarmantes y, mientras no consigamos crecimientos equitativos, esto seguirá sucediendo.
Ese «Yo» social experimenta con dolor el éxodo. De hecho, en el pensamiento colectivo y la palabra cruzada del contingente en destierro, se anida la idea según la cual el conglomerado es sólo noticia, y durante momentos largos piensa que es sólo número de estadísticas para
sesudos análisis.
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Los que se quedan sufren una pérdida, y los que se van se preguntan sin encontrar respuesta a una realidad que impacta ¿Por qué a nosotros? Intentan despejar la incógnita a la determinación de emprender una caminata cuyo destino es incierto.
En los círculos de poder no se entiende que se trata de contingentes humanos huyendo y en marcha, procurando satisfacción de necesidades básicas. Agrupados en travesías que muchas veces significan accidentes, sobrevienen lesiones personales, llantos, hambre, e incluso la muerte.
Pero también está el «Yo» particular que se impacta de diferentes modos en cada quien, al abandonar raíces de sabores, olores, danzas, melodías, relaciones familiares, relatos de amigos y tradiciones. Esos hechos que juntos conforman la noción de patria.
Hoy, nos ha tocado a los venezolanos, vivir experiencias encontradas de estar aquí o allá. En el allá está el destierro, y duele. Tan duro como quedarse, ha sido el irse. Han sido violentas las expediciones, y las incertidumbres en los espacios de destino.
Esos rincones a los que estamos destinados allá o más allá, nos hacen navegar por aguas turbulentas en el «Yo»interior espiritual, que desconocemos y todos los días descubrimos.
Los venezolanos del aquí y del ahora, estamos envueltos en una tragedia de todo orden que no es literatura griega, es acontecimiento social y personal en desarrollo. A pesar de todo, nos aferramos a la esperanza del retorno.
No tenemos las certezas de qué sucederá , pero nadie nos arrebata ese sentimiento que abonamos y crece todos los días y cada momento. Los aires que se respiran mientras escribo estas letras, es de movimiento, de resolver separaciones que no han debido sucederse.
Parece que desde Melbourne, Hondarribia o Curicó, se huele el frailejón, el Capín Melao o la brisa del Caribe en Oritapo o Guacuco.
Pronto tocarán y se abrirán nuestros portones, y un estallido de sentimientos, entre el que se quedó y el que regresa, se cruzará en un efusivo e infinito abrazo.
Instagram: fredygutierreztrejo
Freddy Gutiérrez es abogado y profesor universitario.
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