Detrás de la dolarización se esconde la pérdida del patrimonio
Los expertos advierten que la hiperinflación y la depreciación del bolívar han conllevado la caída de entre 50% y 60% -y quizás más- del valor de bienes como los inmuebles y vehículos, en términos de moneda dura
Autor: Brian Contreras
Desde que inició la crisis económica en Venezuela, distintos expertos en el tema han planteado la posibilidad de cambiar el signo monetario del país por el dólar. Es decir, hacer oficial cualquier transacción comercial realizada con la divisa estadounidense.
Rechazada en un principio por una gran parte de los economistas, la propuesta terminó por volverse realidad a medias: el dólar paulatinamente empezó a ocupar un puesto importante como moneda circulante del país, y ya protagoniza algunas operaciones comerciales específicas.
Las transacciones en divisas empiezan a verse cada día con más frecuencia y son resultado de una política económica fallida, según explica Aquiles Martini, expresidente de la Cámara Inmobiliaria de Caracas. “La voracidad de la inflación ha provocado que se adopte esta práctica. Los costos de reposición son calculados en dólares y esto repercute directamente en los precios”, señala.
La consecuencia que genera esta tendencia supera la dificultad para conseguir dólares o los altos costos en bolívares. El verdadero problema que yace en el fondo, es que la dolarización de bienes y servicios evidencia la pérdida progresiva del patrimonio del venezolano.
Martini asegura que como consecuencia de la caída del Producto Interno Bruto (PIB) se reduce también la riqueza del país y, a su vez, el patrimonio del ciudadano. “Si tienes una vivienda que costaba el equivalente a 100.000 dólares, ahora vale 50.000 ó 60.000 dólares”, advierte.
Solo en el sector inmobiliario, el empresario indica que el valor de los bienes inmuebles se ha desplomado entre el 50% y 60% en términos de moneda dura.
Algo similar ocurre en mercado automotor, donde los vehículos se han depreciado incluso mucho más. Eso lo sabe Vicente Romero, quien para cancelar los gastos de su viaje a Chile puso en venta el Volkswagen Golf que había comprado dos años antes por 5.000 dólares, por el que solo obtuvo $2.000.
“Pedía $4.500, bajé a 4.000, luego a 3.000 y no logré venderlo. Tuve que bajar a 2.000 dólares. Perdí dinero pero necesitaba colocarlo para comprar el pasaje”, dice Romero desde Santiago.
En la cotidianidad
Además de inmuebles y automóviles, el arrendamiento de propiedades, productos tecnológicos como celulares, televisores y electrodomésticos, servicios como consultas e intervenciones médicas, tatuajes y asesorías, e incluso alimentos y medicinas, empiezan a adquirirse con dólar como método de pago de forma ilegal.
“Trumps”, “lechugas” o “verdes” son términos comunes para referirse a los dólares en plataformas virtuales donde se publican bienes para la venta, tales como Tucarro.com o Mercadolibre. El designio es, en la mayoría de los casos, no aceptar bolívares.
Fijar los precios en dólares facilita, en cierta medida, el comercio para quien ofrece un bien o servicio. Permite obtener ingresos en moneda dura para resguardarse de la inflación, elimina la necesidad de variar las tarifas cada vez con mayor regularidad y agiliza la reposición de insumos importados al poder pagarlos en divisas.
Para el cliente o comprador, en cambio, es contraproducente, pero las condiciones de la economía nacional le hacen recurrir a los dólares.
Al no haber ni siquiera efectivo, la gente se ve en la necesidad de gastar dólares para adquirir bienes de primera necesidad como un simple cartón de huevos. Eso ya se está viendo”, precisa Martini.
Para el director de la consultora Econométrica, Henkel García, esta tendencia tiene un alcance limitado aún. Argumenta que la inyección de dólares en la economía venezolana es muy baja como para considerar la dolarización informal un tema del día a día.
El analista financiero detalla que son pocos los venezolanos con acceso a dólares, capaces de formar parte de estos mercados que se manejan en divisas. Por esta razón, son nichos específicos quienes desarrollan esta práctica.
«Esa tendencia se está viendo en nichos que, en buena parte, están conformados por personas que pudieron ahorrar en el pasado o tienen capacidad de generar dólares. Lo están haciendo principalmente médicos, odontólogos y otros servicios profesionales», acotó.
Martini, por el contrario, opina que el uso de dólares en el mercado se ha atomizado: ya no solo las empresas tienen la posibilidad de transar en divisas, sino que todos los venezolanos que reciban remesas se han añadido a este sector comercial. Se aúna el hecho de que es dinero en efectivo, por lo que tiene usabilidad y con el pasar del tiempo se ha incrementado su circulación en el país.
Ilegal pero no tanto
Pese a que la moneda circulante oficial del país es el Bolívar, las transacciones en otras monedas no están del todo prohibidas por las leyes venezolanas.
El abogado José Ignacio Hernández explicó recientemente que es posible pactar pagos en divisas sin infringir la ley.
La Ley del Banco Central de Venezuela, en su artículo 128, admite la excepción del poder liberatorio que tiene el bolívar como método de pago. De esta forma, la transacción podría hacerse en la moneda pactada siempre que ambas partes estén de acuerdo y no sea un trato abusivo.
“Algunos creen que pactar la venta de bienes y servicios en divisas es una violación al régimen cambiario. Esta creencia es errada”, afirma.
Sin embargo, hay leyes especiales que sí establecen restricciones para el uso de divisas, como es el caso de la Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario.
Martini expresa que, en el sector inmobiliario, los propietarios buscan alternativas dolarizadas porque la ley vigente les prohíbe hacer actualizaciones de precio a lo largo de un año entero.
“Cuando tienes una regulación donde el responsable de los gastos condominiales y el inquilino prácticamente no paga nada, deviene en el deterioro del patrimonio y las violaciones de las leyes como sucede con el arrendamiento en dólares”, dice.
Futuro incierto
A pesar de que las transacciones comerciales en dólares incrementan progresivamente, la moneda circulante que se mantiene vigente legalmente es el bolívar. Los ciudadanos comúnmente no tienen acceso a divisas y cambiar el curso monetario es un panorama aún lejano.
Henkel García argumenta que, conforme los dólares se inyecten a la economía, habrá más posibilidades de adquirirlos, incluso para los empleados asalariados.
Sin embargo, opina que una dolarización total, en la que se desarticule el bolívar no sería conveniente para la economía venezolana. Ve como una posibilidad implementar un esquema en el que puedan convivir dos monedas distintas, como el que en su momento se implementó en Ecuador o Perú.
Al respecto, el economista Francisco Rodríguez, director de la banca de inversión Torino Capital y principal asesor financiero del candidato presidencial Henri Falcón, asegura que el modelo pudiera se replicado en Venezuela como mecanismo para frenar la hiperinflación.
«Al igual que Venezuela, Ecuador no había visto inflación de un dígito por dos décadas antes de implementar la dolarización. En contraste, durante la última década bajo la dolarización, la inflación de Ecuador ha promediado 3,8%”, dijo recientemente el experto, recordando que ello repercutiría en un drástico retroceso de la pobreza extrema.
Pero mientras las políticas económicas no cambien y la utilización del dólar como moneda de uso común sea solo una propuesta electoral, los venezolanos seguirán viendo cómo sus propiedades se desvalorizan día a día, mientras que aumenta la lista de bienes y servicios que son transados en moneda dura aun cuando sus ingresos son en depreciados bolívares.