Diagnóstico de la Genética de la Demagogia, por Eduardo López Sandoval
La realidad social de Indoamérica indica que hay un padecimiento.
La enfermedad
La pobreza que alcanza en forma de muerte temprana a tantos congéneres, medida por los índices comúnmente aceptados, dibujada esta imagen trágica de pobreza en el cuadro de las mayores riquezas naturales y potencialidades científicas no relacionadas con el liderazgo político, es digna de mayor estudio.
La mentira
Cuando la observamos, como una enfermedad social que trasciende del líder mentiroso al pueblo que cree la mentira, en una simbiosis diabólica. En la cotidiana demagogia, vemos a un líder con admirables capacidades histriónicas, que son envidia del mejor de los actores de cine, que crea y recrea la mentira con estela de muerte, en íntima asociación con el populacho dispuesto a volver a creer. La esperanza para la mayoría aún es válida mientras les quede vida para oír apenas el rumor de la mentira.
Pero vemos, como en un teatro donde en ocasiones no sabemos quiénes actúan, los actores o el público, al pueblo adorando como a un único Dios la evidente falsedad. Engaño que está en el centro de la sala, pero no lo observa, o más que eso, no lo quiere ver. Este comportamiento ha tenido sin éxito vagos intentos de interpretaciones, esta actuación anómala ha tenido ojo clínico desde las perspectivas de la Psicología, de la Psicología Social, del Psicoanálisis.
En estas excursiones se escuchan los nombres de Carl Gustavo Jung, Sigmund Freud, de Alfredo Adler y discípulos, y disidentes. En sus doctrinas y textos, como Voluntad de Poder de Alfredo Adler, apuntan a nuestro objetivo sin acertar. No se da en el blanco en tanto no se acierta con una solución porque no se ha determinado la causa del problema, el diagnóstico.
Más que eso, la particular situación de la Enfermedad Indoamericana, ni siquiera es reconocida como lo que es, la más grande enfermedad del mundo. La de mayor dimensión si medimos el tamaño del ente que la sufre, Indoamérica, y el número de muertes.
Vamos a jurungar en la carga genética de nuestros ascendentes. Como soporte fundamental a lo que sigue, bebemos en la fuente de conocimientos sembrada por el Psiquiatra Historiador venezolano, Francisco Herrera Luque. Concluye el Psiquiatra: “que Venezuela padece de una sobrecarga psicopática y, por consiguiente, de toda clase de anomalías mentales de naturaleza hereditaria”. (Francisco Herrera Luque, Los viajeros de Indias: ensayo de interpretación de la sociología venezolana).
Las conclusiones de Herrera Luque tienen el carácter general de la ciencia, por lo que asumimos que la tesis de Los Viajeros de Indias referida a Venezuela, es válida y legítima para Indoamérica, en tanto es asimilable la esencia del objeto de estudio.
Decíamos que vamos a jurungar en la carga genética de nuestros ascendentes. Herrera Luque dice que hay fantasmas históricos que se hacen sentir en el comportamiento social disgregado del venezolano: “El loco en la literatura venezolana es de una constancia obligada, lo mismo que el criminal y el perverso”.
Herrera Luque explica los altos índices de criminalidad en Venezuela. Los fundamenta en el carácter hereditario de las personalidades psicopáticas heredadas de los Conquistadores. Los altos índices de criminalidad en Venezuela tienen su origen en la inestabilidad criminal biológica aportada por los primeros conquistadores españoles.
Nuestra hipótesis, si bien no desecha la explicación de Herrera Luque, que responsabiliza de la alta criminalidad en Venezuela a la perversa carga genética del Conquistador, va un poco más allá.
En cuanto a nuestro objeto en sí, tratamos de buscar una solución, pasando, por supuesto, por un diagnóstico. Incluso estaríamos contentos si con estos primeros brochazos logramos por lo menos delimitar el problema.
El objeto nuestro, diferente a Herrera Luque, estará referido a una particular forma de presentarse el delito: la Demagogia. De ésta como enfermedad genética estudiaremos las formas de presentarse en los individuos dependiendo del rol que jueguen en la sociedad. Asomamos las categorías de Demagogia Activa y Demagogia Pasiva para describir a los líderes que mienten y al pueblo que cree, respectivamente.
Nuestra hipótesis va mucho más allá dijimos, no sólo en el espacio, más allá de Venezuela, desde el Río Grande al Cabo de Hornos. En el tiempo nuestras preguntas se remontan a los primeros humanos que pasaron por el Estrecho de Bering. Incluso, más allá, al origen, a los primeros Homo sapiens.
Si venimos de Adán y Eva, o evolucionamos de una pareja anónima, al final es eso, una pareja. Esa pareja que después evolucionó hasta convertirse en las diferentes razas del mundo, es sólo una especie. Guardando distancias: por muy disímiles que sean las razas de perros, en tanto puedan cruzarse y la progenie sea viable, son una especie; lo que indica que todos tienen un par de padres comunes en lo más profundo de la cofia del árbol genético perruno.
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Los humanos igual. Olvidemos por un momento los nombres y el lugar de residencia de esa pareja primera, pensemos en su progenie que de generación en generación creció en número y diferencias. La especie evolucionó con una característica que tiene microscópicas excepciones en las Historia, somos libres.
Las divergencias físicas, determinadas por los diferentes ambientes que en la ejecución de esa libertad el humano hizo, son positivas. Otro de los caracteres de esta especie es el vivir en sociedad. Los cambios físicos se sucedieron al adaptarse a las condiciones ambientales, y se hicieron hereditarias. Así también los caracteres asociados con la convivencia social, como la política, pasaron de padres a hijos.
He aquí el corazón de la hipótesis, pongamos como ejemplo dos extremos básicos de comportamiento heredable, un grupo que se va y un segundo grupo que se queda. Uno decidió dejarse llevar por los embates del día a día, si había frío en el cerro se caminaba hacia el calor del mar, si se agotaban las frutas se mudaba a donde las hubiera hasta de nuevo agotarlas, si lo atacaba una fiera, corría. Si subían las aguas se alejaba del río, y viceversa. Si coincidía en su paso con las tierras ocupadas por otro clan, la guerra.
Otro grupo tomó el camino más difícil, ante el frío hizo un abrigo y construyó una casa que fue su morada por el resto de sus días, y de sus hijos. Comió de las frutas de la estación mientras sus esposas inventaban la agricultura. La casa la hizo suficiente para soportar las garras del tigre. Contra los ríos y enemigos crecidos construyó puentes de piedra y la diplomacia. Los tipos de ambos grupos tuvieron sendos laureles. Los caracteres se hicieron permanentes en la herencia. El primer grupo pasó el Estrecho de Bering.
(Esta es la parte cuatro del ensayo denominado Genética de la Demagogia).