Dicen por ahí que…, por Marisa Iturriza
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Hace algunos días el presidente calificó de “mafiosos” en general a los médicos por el cobro de sus servicios, pero para que lo atienda uno que todavía no haya emigrado, muchas veces el paciente es remitido a la clínica privada desde el desasistido hospital público al cual acudió o del mismísimo seguro-social-obligatorio (SSO) porque no tienen la especialidad requerida o carecen de recursos para practicarla.
Y sí. Puede haber uno que otro especulador dentro de la profesión, pero a las compañías de seguro que cubrían salud las esfumaron a la vez de que a todo el personal de medicina se le irrespeta con salarios y condiciones laborales no solo desestimulantes si no miserables, «amparados» por el monto público de salud más bajo de Latinoamérica.
Qué bueno sería que así como se planean tantas cosas que paran en nada, superfluas o que no se ven, de repente al alto funcionariado le diera por presentarse sin previo aviso en los centros asistenciales, luciendo el «tapabocas» de rigor, para constatar las condiciones en que están, sobre todo los destinados a la infancia donde, además de las carencias médicas, impera la desnutrición y quizás le asombre constatar que, por ejemplo, una operación, un tratamiento o un trasplante quizás cuesten menos que un yate o una mansión reciente, desinfectándose luego debidamente al retornar a su cotidianidad tras visitar esa dimensión desconocida y despejarse tomando el tranquilizante que le recete el médico de la nacionalidad que prefiera.
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Ya que se mencionó niños, son miles los que no van a la escuela o, si acaso, reciban una instrucción deficiente impartida por docentes mal pagados, o no bien preparados o no aptos o improvisados, cuando todavía hay exalumnos que se refieren con nostalgia a las buenas escuelas públicas y liceos construidos durante administraciones anteriores menos opulentas, sumados a la exigente preparación del personal magisterial y con el reconocimiento ganado en ese ejercicio más o menos aceptablemente remunerado, con necesidades tomadas en cuenta en vez de ser penalizadas como delitos cuando son reportadas.
A pesar de los caprichos del tiempo, porque de repente llueve pero también ofrece días espléndidos; si llegó agua, tiene electricidad y más o menos se hizo el mercadito, tras la reclusión es saludable aprovechar sensatamente las ofertas culturales y recreativas del fin de semana. Es lo que dicen por ahí…
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