Diferencias, no indiferencia, por Leonardo Regnault
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Siempre existirá aquel con el que no estemos de acuerdo o con quien no compartamos pasiones, anhelos o gustos en distintos niveles. Esto se debe a que tenemos una particular forma de ver la vida, y esa particularidad es la que nos define.
La cultura, las lecturas, entornos, familia, amigos, la geografía, la posición económica, el clima nos van moldeando y nos va haciendo quienes somos, por lo que siempre existirán diferencias de criterios para sobrellevar las distintas situaciones por las que iremos atravesando en cada etapa de nuestras vidas. Estas distintas situaciones son las que van permitiendo el progreso de las sociedades.
Desde esa perspectiva, el conflicto, no necesariamente entendido como batalla, nos da la oportunidad de buscar el equilibrio entre las distintas visiones de la sociedad para armonizarlas y alcanzar posiciones que podamos compartir.
En esa búsqueda se van construyendo alternativas, propuestas y proyectos que nos llevan a avanzar como sociedad. Para concretar ese avance social debe existir compromiso, implicación, involucramiento de los diferentes.
Dijo Gramsci que «la indiferencia es el peso muerto de la historia», y estaba en lo correcto. No hay nada más nocivo para el desarrollo social que la indiferencia de quienes conformamos la sociedad. Los venezolanos tenemos una inmensa responsabilidad con la historia, que es construir una alternativa real de poder, que permita inscribir a Venezuela dentro de la cultura democrática.
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Uno de los primeros pasos en esa dirección es lograr la unidad, de los más que podamos, de quienes a pesar de las diferencias entendemos que es de mayor importancia un país plural, libre, democrático, inclusivo, educado, sano y seguro. La posibilidad real de lograrlo requerirá la suficiente madurez de todos los que buscamos un país de desarrollo, progreso, dignidad y al cual nuestros hijos terminen de convertir en un país sin desigualdades y en el que su signo distintivo sea el alto nivel cultural de su sociedad.
Lograda la unidad de los más que podamos, debemos constituir una robusta organización político-social para plantarle cara al totalitarismo que, por todos los inescrupulosos medios a su alcance, intentará seguir reduciéndonos a fracciones inconexas para continuar ejerciendo el poder a pesar de ser minoría. Ellos han sido eficientes en ahondar nuestras diferencias y evitar, la mayoría de las veces, que se active la unión fuerza que nos ha permitido infligirle derrotas políticas y electorales.
Teniendo la unidad y un frente orgánico común, nos corresponde elegir la mujer o el hombre que pueda liderar esa unidad orgánica; para ello distintos factores políticos nacionales discuten un reglamento de primarias para escogerlo de manera pulcra y que pueda contar con el respaldado de la mayoría de la sociedad.
Después de conseguida la unidad orgánica y la lideresa o el líder que aglutine el respaldo de la mayoría, toca emplearnos a fondo en construir una cultura política que pueda fortalecernos para soportar la arremetida despiadada que vendrá por parte de este régimen inescrupuloso que ha destruido valores, principios de nuestra sociedad; así como la vida de muchos.
No es tarea sencilla la que nos corresponde; no es fácil lograr esta tarea; y a la dificultad propia de esta empresa, debemos sumarle las triquiñuelas que intentarán para que fracasemos en nuestro objetivo.
Aunque suene un poco dramático, estamos viviendo un momento estelar de nuestra historia en el cual puede perecer la república y el sueño de libertad, igualdad y fraternidad quede convertido en cenizas. La historia ha demostrado que no siempre los valores de la civilización se imponen a los intentos de imponer el totalitarismo. Esto sólo es posible si, quienes creemos en un mundo con robusta cultura democrática, trabajamos para instaurarlo.
No dejemos que la indiferencia nos arrope. No dejemos que las diferencias nos separen, por el contrario, hagamos que estas nos ayuden a avanzar en función de una Venezuela que no haya un solo niño sin comer y en el que los venezolanos puedan acceder a un sistema de salud y educación de calidad.
Leonardo Regnault es Político e Ingeniero civil.
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