Diga CNE: ¿Otra vez las abusivas cadenas?, por Gregorio Salazar
Si hay algo que no se le puede negar al ex rector del CNE Vicente Díaz es que dedicó esfuerzos, paciencia y su amplia experiencia a la búsqueda de la ruta electoral para salir de esta crisis. Tiempo después relató algunas de las interioridades del proceso de diálogo que terminó fracasando en Barbados.
Según Díaz, esas negociaciones sucumbieron por la negativa del régimen a perder el control del máximo organismo electoral mediante la correlación mayoritaria 3-2 en la integración de su directiva.
La elección del nuevo CNE por el úkase del TSJ confirma en los hechos que el régimen no cree en cuentos de tesis equilibrista, esas “de dos para mí, dos para ustedes y un quinto imparcial” que con sapiencia y ecuanimidad sea el fiel de la balanza. Lo de ellos es la sartén por el mango y después agárrate…
Vicente Díaz también ha descrito con precisión que el ventajismo oficialista no pasa sólo por el control del CNE. Es toda una urdimbre de instituciones bajo el control omnímodo del régimen que operan en su momento como organismos supra CNE.
Es el caso de Conatel, esa perversa espada de Damocles que pende permanentemente sobre los medios privados e independientes, Díaz relataba cómo Conatel con una simple llamada telefónica puede suspender una cuña electoral. De nada vale que un rector insista ante una planta televisiva para que se reponga una propaganda opositora, si el canal a quien teme es al ente comunicacional que después, con cualquier excusa, tomará retaliación mediante multa u otra sanción administrativa.
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Cuando escribimos esto pensamos en el rol que le tocará en el nuevo CNE al rector Rafael Simón Jiménez. No lo conocemos personalmente, pero desde lejos se aprecia que un político curtido, buen conocedor de nuestra historia y de nuestra accidentada política doméstica. No es, entonces, un rector “cazado a la lazo”, como dirían en sus tierras barinesas, ni su trayectoria le da para llegar al CNE en plan borreguil.
Jiménez no parece destinado a jugar el mismo papel del ex rector Luis Emilio Rondón, una persona a quien la gran mayoría de los venezolanos conocimos cuando apareció integrando la directiva del anterior CNE. Así como se llegó se fue, con su parsimonia y su bajísimo perfil mediático. Hay que imaginárselo enfrentando en solitario la aplastante comparsa de las cuatro comadres que encabezaba Tibisay Lucena.
Jiménez es un hombre abierto a los medios y de trayectoria pública, mucho más desde hace más de 20 años cuando fue vicepresidente de la AN. Aunque ha llegado a una directiva con mayoría oficialista, uno tiene derecho a crearse la expectativa de que algo hará para revertir algunas de las terribles desviaciones que hizo moneda de uso corriente la tristemente célebre, señora Lucena.
Las cadenas televisivas como parte de la campaña electoral y para atacar ferozmente al contrario, por ejemplo, le parecen hoy a muchos venezolanos un derecho indiscutible de quien detenta el poder. La misma Lucena, con su bien administrada cara de “yo no fui”, llegó a decir que no podía hacer nada porque “el presidente tiene derecho a hacer cadenas”. No se trataba de eso, y Lucena lo sabía de sobra, sino del uso obscenamente ventajista que hace el régimen de unas cadenas, cotidianas y maratónicas.
Ya esta nueva directiva recibió su bautizo con un abuso semejante. A las pocas horas de juramentada, Maduro y Cabello transmitieron sin límite de tiempo una simple reunión de la directiva del PSUV por los canales del Estado, que no son pertenencia de esa organización y por lo tanto no pueden ser utilizados para eso fines sin incurrir en delito.
Desde allí anunciaron que la campaña electoral de su secta “será nueva, atractiva y llena de colorido”, entre otras pelotudeces. Allí mismo anunció el envío de Aristóbulo Istúriz a Anzoátegui y, como para que no le falte ni poder ni reales, fue nombrado como otra vez como “protector” del Estado. Una verdadera impudicia.
La apuesta del régimen, tal como lo demuestra a cada paso, es potenciar al extremo la abstención, aún entre los más impenitentes votantes. Y si los partidos que participarán en los comicios quieren demostrar su empeño en la construcción de una vía política para sacar al país de este laberinto debe comenzar por de verdad-verdad hacer buenas las “garantías extraordinarias” que Maduro dice estar ofreciendo.