Dimes y diretes, por Marisa Iturriza
En un programa radial transmitido durante una campaña electoral que hoy parece que sucedió hace siglos, el sabihondo candidato “revolucionario” decía –por si no lo sabían, ignorantes– que demo significa pueblo y cracia poder. Democracia, poder del pueblo, de todos pues. Pero, ya encaramado en el “trono”, posteriormente dijo que si la democracia es representativa es antirrevolucionaria y la verdad es que, al igual que la palabra dictadura, ella no necesita adjetivos porque cuando se los ponen cambia, como por ejemplo “participativa”, que no significa que el pueblo participa sino que se le participa lo que a Él mandante se le ocurra como, por ejemplo “no importa andar desnudos y no tener ni para comer porque hay que salvar la revolución” y ya ven, lo que está a la vista no necesita anteojos.
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En cuanto a “dictadura” el calificativo derecha o izquierda es superfluo. Dictadura-es-dictadura pónganla como la pongan. Si los ciudadanos no comen porque no tienen como o porque no hay, puede que se pongan más flacos, pero no es tan explícito como andar desnudos. Por lo menos hasta ahora eso no se ha visto por la calle, en cambio, contradiciendo lo que se dijo de que el país no será una colonia gringa y que esta revolución nunca ha invadido a nadie, miles de ciudadanos demuestran que ellos sí, emigrando tanto al norte como a otras latitudes hasta a pie, que es una manera de trasladarse muy en uso por estos lares en vista de la precariedad del transporte local, incluso el Metro, que una vez fue un buen servicio y ahora es bastante deficiente, como se comprueba al entrar en un vagón atestado y sin aire acondicionado, que se queda parado dentro del túnel, o se le apaga la luz, del cual se descenderá en alguna estación, como no pudieron quienes llenaron vagones rumbo a Auswitchz o a Siberia el siglo XX.
Pormenores como estos, por solo nombrar alguno, inducen a suponer que la nomenclatura es indiferente a lo que enfrenta la ciudadanía común y corriente aporreada por una situación cada día más complicada. Y no es así. Al contrario, seguro que el alma que sus miembros deben tener, es delicada e hiper-sensible, como la inflación, y por eso no la lastiman más de lo que ya hacen al asumir lo expresado de que “ser rico es malo”, sacrificándose mediante ingresos abundantes debidamente resguardados en bancos internacionales, propiedades, acciones, vehículos, poder, etc., etc., a pesar de que lo que parece es que ser rico no es tan malo y, en cambio, ser malo es rico…