Diplomacia atorrante, por Teodoro Petkoff
Los expertos universales en asuntos diplomáticos están intrigados con la política exterior venezolana. Esta es un caso de estudio. Nunca responde a señalamientos concretos sino que se va por las ramas del insulto. Algunos eruditos sostienen que se trata de un estilo diplomático cuyo arcano no es fácil de develar, pero que apunta a establecer un nuevo modelo, revolucionario, en las relaciones entre las naciones.
Otros, menos estirados y tal vez más conocedores de nuestro país, dicen que la cosa se explica porque Venezuela está gobernada por un puñado de atorrantes que no tiene ni idea de lo que es la diplomacia y por eso desbarra tanto.
Hay, por supuesto, un tercer sector, donde medran los Ramonet y otros especímenes de ese pelaje, que son simplemente unos jalabolas tarifados, cuya opinión no importa para nada.
Por ejemplo, el Presidente regresó de Cancún, bastante amoscado, ya se sabe por qué, y saludó la creación del «Grupo de Amigos», que mediaría entre Venezuela y Colombia. El coordinador del Grupo, Leonel Fernández, se puso en acción de inmediato y hete aquí que después de visitar Colombia y entrevistarse con sus autoridades, cuando venía para acá, el señor Maduro declara contra la mediación porque supuestamente su agenda «no ha sido consultada». Debe deducirse que Fernández debía pedir autorización y aprobación previa a Chacumbele para realizar sus gestiones.
Debe darse con una piedra en los dientes por no haber sido acusado, por ahora, claro está, de formar parte de una sórdida conspiración del imperio contra el querubín de Miraflores, quien a todas estas estaba muy entretenido dándole una bananita a Zelaya.
En cambio, quien sí fue rápidamente caracterizado como un «agente de la CIA» y miembro de la «mafia de Aznar» fue el juez español que investiga el caso ETA-FARC. Igual suerte corrió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual ni siquiera porque reconoció algunos logros del gobierno en materia de disminución de la pobreza, se salvó de ser calificada de «excremento» y de partícipe importante en la conspiración imperial contra Chacumbele. Ni hablar de la suerte de declaración anticipada de guerra a Inglaterra, por lo de las Malvinas, ni de los piropos lanzados a Holanda, por tener a Curazao, Aruba y Bonaire tan cerca de Venezuela, en lugar de entregarnos esas posesiones para que sus habitantes alcancen el nivel y la calidad de vida de nuestro país en materia de seguridad ciudadana y social, por ejemplo.
A los expertos les llama la atención que el diplochavismo nunca se refiere al fondo de los planteamientos que lo afectan. Nunca se refiere a hechos ni da respuesta a ellos. Su técnica es la de salir al paso con insultos y descalificaciones, de modo que la otra parte deba desviar su planteamiento del fondo del tema a la exigencia de respeto. Por ejemplo, el máximo tribunal español abre un juicio sobre ETA-FARC, el gobierno de Zapatero pide explicaciones y Chacumbele responde insultando a tuttilimundi en España.
Resultado: ETA-FARC pasan a segundo plano y el tema se desvía a las faltas de respeto de Chacumbele. Este creerá que el truquito le resulta, pero los hechos muestran que cada vez está más sólo. ¿Por qué no se callará?