Disparate, por Teodoro Petkoff
Viendo este despliegue militar por las calles de Caracas caben varias preguntas: ¿esto es simplemente una torpeza, un error de criterio?, ¿es una provocación, dirigida a crear otras situaciones? O, finalmente, ¿será que los altos niveles del gobierno están infiltrados por la oposición y toman medidas deliberadamente dirigidas a dañarlo y favorecer a sus adversarios? Puesto que el operativo fue decidido por el propio Presidente, en combinación con los generales Baduel, García Carneiro (no estuvo García Montoya) y el ministro de la Defensa, podemos descartar esta hipótesis. Estos caballeros sin duda que no son infiltrados de la oposición. Veamos, entonces, la segunda conjetura, la provocación. No se la puede descartar. Es obvio que en el seno del gobierno existen sectores extremistas, que no quieren negociación y acuerdo con la oposición sino bronca y que con gusto patearían la mesa de negociación. Pero, dado el nivel en el cual se tomó la disposición es poco probable que la falta de sindéresis haya llegado al punto de sabotear la negociación apenas en sus comienzos y con Gaviria en el país. A lo mejor más adelante, pero ahorita parece poco probable.
De modo que no queda más remedio que pensar que lo más probable es que estemos ante una típica burrada producto de la ya suficientemente estudiada «incompetencia militar». Varios libros han sido dedicados a este tema, en los cuales se ilustra, con ejemplos históricos, la incontable cantidad de tragedias provocadas por gruesos errores de percepción y de criterio de mandos castrenses.
Los componentes Ejército, Armada y Aviación no están entrenados ni preparados para ejercer funciones de orden público. Esa competencia la atribuye la Constitución sólo la Guardia Nacional, que es un cuerpo especializado en estos asuntos. Pero los otros componentes están formados en la doctrina de «aniquilamiento del enemigo», propia de sus funciones de defensa nacional. Sus oficiales y soldados están entrenados para combatir un «enemigo» y los ciudadanos no son enemigos. Sólo cuando existe una situación de «conmoción interior» pueden ser empleados el Ejército, la Marina y la Aviación. De manera que si es cuestión de seguridad ciudadana, para eso está la GN.
No existe nada que pueda ser calificado como «conmoción interior». Los disturbios de antier fueron controlados por la PM, con la colaboración posterior de la GN. Ayer, además, la ciudad estuvo tranquila. Nada puede justificar, pues, su militarización. Pero, además, la intención de subordinar las policías municipales al Ejército es totalmente inconstitucional. Eso del «patrullaje mixto» es un disparate. No existe en ninguna ley ni reglamento. La Guarnición de Caracas no está facultada para asumir el control de los municipios ni es un suprapoder, por encima del poder civil en el valle caraqueño. Parafraseando a Clemenceau habrá que concluir que la política es cosa demasiado seria para dejarla en manos de los militares.