Divagando sobre el mes de agosto, por Tulio Ramírez

El calor de agosto es agobiante, si estás en la costa es peor. En mi diaria caminata para evitar un gimnasio que no puedo pagar, me preguntaba ¿quién fue primero, las vacaciones o el mes de agosto? No los estoy vacilando, esa pregunta no es una chanza. Metámosle lógica.
Antes de la existencia del calendario Maya, en el hemisferio norte el calor siempre ha sido más fuerte en la misma época del año. Esto no es debido, como se creyó por mucho tiempo, a una supuesta cercanía de la tierra al sol. Más bien, es la consecuencia del nivel de inclinación del planeta que ocurre en determinado momento de la traslación u órbita elíptica alrededor del astro rey.
Supongo que nuestros antepasados neandertales, durante esa ápoca de sequía y calentamiento extremos, no salían de sus cuevas a cazar. Por la pepa de sol, migraban hacia sectores más frescos y con abundante agua. Por ello al principio eran nómadas, no les quedaba más remedio. Una vez aminorada la severidad del clima, regresaban a sus aposentos para reiniciar la rutina diaria. Esas fueron las primeras vacaciones en familia de las que se tenga información. Afortunadamente no había riesgo de que okupas se metieran en la cueva durante la ausencia.
Para ese entonces no existían los calendarios con sus días libres por asuetos religiosos, fiestas patrias o puentes bancarios. Eso vino después. Era la severidad del clima lo que obligaba a interrumpir las labores de caza, pesca y recolección mangos y aguacates. Lo equivalente a lo que es hoy la tarea de llevar el diario para la casa.
Cuando comenzaron a circular los calendarios romanos (no eran los de los Hermanos Rojas), a esa época calurosa se le denominaba Sextilis, y se correspondía con el sexto mes del año. Muy importante, para esa época, el año romano tenía 10 meses, comenzaba en marzo y culminaba en diciembre. No sé si era para ahorrarse el ratón de enero y el asueto de carnaval.
El emperador Octavio Augustus, decidió rebautizar al mes Sextilis, colocándole su nombre. Alguien puede alegar que eso fue un arranque de la megalomanía a los que nos tienen acostumbrados los dictadores. Pero Augustus no hizo más que recurrir al mismo expediente del gobierno anterior, perdón, del imperio anterior. Recordemos que Julio César le puso su nombre al mes Quintilios, por lo que Augustus no iba a ser menos. Como podemos observar, la manía de cambiar el nombre a las cosas por ocurrencias del jefe, viene desde hace unos siglos.
Ahora bien, el emperador, después de anunciar por cadena nacional el cambio del nombre de Sextilios, decretó la realización de una fiesta para el pueblo. El mandatario pretendía que ese mes fuese siempre recordado por sus victorias militares. No era para menos, le había ganado por paliza a Cleopatra y a Marco Antonio. Cómo era de esperarse, el Senado romano decidió apoyar por unanimidad la decisión de arriba, no vaya a ser. Creo que en esa época se acuñó la frase «vote a favor Senador, mire que pescuezo no retoña».
Por supuesto, con el tiempo, el mes de agosto dejó de ser el mes del camarada emperador Augustus, para convertirse en el mes del «merecido descanso». Los romanos asumieron que esos días libres eran un derecho adquirido y luego, después de tantos siglos, no ha habido manera de conculcarlo. Esta costumbre se extendió por toda la Europa occidental, lo que nos permite entender el furor colectivo cuando en esa región del mundo se acercan las llamadas «vacaciones de verano».
Pero siguiendo con la Historia. Era tan importante ese bendito mes de agosto que, en 1582, el Papa Gregorio XIII no se metió en problemas y en su propuesta de nuevo calendario para dejar atrás al calendario Juliano, no alteró ni rebautizó ese mes, dejándolo como estaba. Esa sabia decisión hizo que se adoptara de manera pacífica en todo el mundo occidental. «Épale mi Papa, métete con el santo, pero no con la limosna, a agosto me lo dejas tranquilo como está», se le escuchó decir a un siervo de la gleba de las tierras de Sir Spencer, feudo ubicado en el Condado de Yorkshire, Inglaterra.
Cuando los españoles llegaron a América trajeron con ellos sus costumbres, incluyendo el calendario. Pero al notar que, por estos lados, todo el año parecía agosto, decidieron crear las encomiendas de indios y traer esclavos africanos. Alguien tenía que producir, para que los conquistadores disfrutaran de su interminable agosto tropical.
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Hoy, después de tantos años, cada vez menos personas pueden disfrutar de ese «merecido descanso». Para muestra, un botón: la gran mayoría de los maestros y profesores de todos los niveles y modalidades educativas en el país, tienen que fajarse durante esa época del año para buscarse la vida. Tomar las merecidas vacaciones, es un lujo que no se pueden dar…
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
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