Doble postulación: política y moralismo, por Bruno Gallo

Hace unos días una cuenta que se puso de moda a raíz de los resultados electorales de 2024, descubre y publica que algunos candidatos a gobernadores, lo son también a diputados. Una suerte de “tropa moralista” comenta el post escandalizado. Como si la doble postulación fuera un invento reciente, un subproducto de la manera chavista de hacer las cosas. Pasamos la mirada rápidamente por los comentarios y nos extraña la presencia de algunos periodistas de la fuente política, veteranos en la actividad y no extraña para nada la tendencia al comentario moralista que vincula de inmediato, toda decisión o falta de ella a razones crematísticas deshonestas y corrompidas.
La verdad es que la doble postulación tiene una larga historia y una sana motivación política que no puede entenderse desde la capacidad de indignarse desde la irracionalidad y la condena automática.
Por ejemplo, políticos, con P mayúscula, de la estatura moral de Teodoro Petkoff fue candidato a la presidencia y al Congreso Nacional en más de una ocasión. Sabía Teodoro que tenía pocas posibilidades de llegar a Miraflores, pero dignificaba con su postulación presidencial la contienda electoral, unificaba y fortalecía a su organización al tiempo que se garantizaba una trinchera de lucha para mantenerse en primera línea del debate político y parlamentario. Pero Teodoro, no era una excepción a la regla de la política, era mucho más común de lo que los moralistas escandalizados piensan. La doble postulación era una norma en tiempos de política que solo en tiempos de anti política se prohibió por la vía rápida de normas sublegales, nunca en la Ley.
En tiempos de racionalidad política democrática, la derrota es siempre una posibilidad. Solo los tiempos decadentes que estamos viviendo conciben la derrota como pandemónium, fraude o fin de mundo. La oposición ha denunciado Fraude cada vez que perdió. En 2005 a sabiendas de que perdería prefirió no participar. Incluso hubo genios que sostienen que Chávez jamás ganó una elección. La elección de 2013 fue el zenit de la estupidez, en lugar de salir a celebrar el cierre de la enorme brecha que el chavismo logró en 2012, inventaron el torpe mito de una elección robada. La elección del año pasado es una demostración de la misma racionalidad antidemocrática, incapaz de tolerar derrotas, pero esta vez desde el poder autoritario de un Estado… Y cierta oposición, como Pedro, en el famoso cuento del Lobo, fue sorprendida sin plan ni capacidades para enfrentar lo que tantas veces denunció.
La doble postulación es la voluntad democrática de mantenerse en la primera línea de lucha, esfuerzo y sacrificio por lograr los cambios en los que se cree, es además la manera de concebir la derrota como una posibilidad democrática. Espero que la oposición que participa en las próximas elecciones le gane varias gobernaciones al poder. Pero también espero que los que no ganen, tampoco se retiren a sus cuarteles de invierno.
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Bruno Gallo es diputado de la Asamblea Nacional por el partido Avanzada Progresista
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