Domingo, 21 de noviembre de 2021, Freddy Núñez
Twitter: @nm_freddy
No sé cuál será el resultado de este nuevo diálogo, en México. Los anteriores han sido burdos paripés del régimen, que no ha tenido problemas en burlarse del Papa, de los organismos internacionales y de los países que han participado directamente en la promoción de los mismos.
Hasta ahora la única noticia es el cambio de posición de los partidos del G4, -quienes pasaron de repudiar el venidero fraude de noviembre, la vergüenza alacrana, el secuestro de los partidos, la designación ilegal del cne, la violación sistemática de la Constitución– a anunciar que si participarán. Sin duda un triunfo grueso del régimen que desde ya comienza a solazarse enrostrando al mundo su condición democrática.
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La crisis del liderazgo opositor ha venido profundizándose de manera dramática, y de sus variadas manifestaciones destaca la incapacidad de entender el mensaje contundente del venezolano que ha rechazado los intentos del régimen por convertir lo ilegal, lo fraudulento, la violación constitucional, en normalidad. El país expresó su voluntad al negarse a participar en la estafa presidencial del 2018, donde Falcón rompió la unidad jurando que se convertiría en líder indiscutido de la oposición, y terminó de manera patética, denunciando fraude. Lo hizo también rotundamente al rechazar el circo grotesco que significó la elección de la asamblea nacional en diciembre pasado, y más allá de los intentos de los alacranes unidos con Falcón y una fauna de oportunistas, ha dicho que no convalida la farsa de noviembre próximo.
El país ha hablado clamorosamente y ha sido ignorado por un sector del liderazgo, empeñado en convocarlo a repetir –como si del mito de Sísifo se tratara– el papel de comodín que solo sirve para oxigenar y atornillar al régimen.
Este es el momento para que un líder asuma la conducción del país, le hable claro y le señale la estrategia de lucha que debe conducir a la unidad nacional con el propósito constitucional de defender la democracia.
El pueblo no tiene armas, pero es el 90% de la ciudadanía que padece diariamente varias o todas las desgracias creadas por este régimen. Cuando veo a “expertos en encuestas” en “estudios de opinión”, gente que no tiene problemas en que este drama continúe pues forman parte del ínfimo segmento de los que tienen sus asuntos resueltos, gente que solo conoce la tragedia nacional a través de sus láminas de power point, cuando los veo digo, señalar que “la ruta” es ir a votar en noviembre y acumular fuerzas para unas elecciones presidenciales en diciembre de 2024, pienso lo fácil que es para quien no lo padece, pedirle a la gente común esperar tres años y cuatro meses más, bajo este régimen que solo garantiza hambre y miseria.
Pero además, estos nuevos “líderes” cambian la política por la fe, creyendo que un régimen que es capaz de todo con tal de seguir en el poder, cumplirá “la promesa” de hacer tales elecciones. Nada se resolverá votando en noviembre, pero creo que se perderá lo más importante, la posibilidad de conectarse con el país real para reorganizarse y crear una gran fuerza popular dispuesta a reclamar sus derechos.
Hay que entender que el régimen está dispuesto a hacer elecciones de lo que sea, menos presidenciales y de asamblea nacional. Para todo resultado de cualquier elección, cuentan casualmente con esos poderes y los “del estado”, para hacer añicos las pretensiones opositoras.
Haber convertido a Venezuela en aliado de países y sectores internacionales enemigos de la democracia, vinculados algunos de ellos al terrorismo internacional y al narcotráfico, haber entregado el país a Cuba, demuestra que este régimen solo puede ofrecer mayores niveles de conflictividad y la continuación de su proverbial incapacidad para gestionar la administración del Estado, aunada a una corrupción de voracidad histórica. Coincido con Carlos Blanco: “Al régimen no le importa repartir un poco más de alpiste, si con ello hace más grande la jaula.” Hasta ahora solo tengo dudas y un ferviente deseo de equivocarme.
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