¿Dónde está Jack Ryan?, por Aglaya Kinzbruner
X: @kinzbruner
Tom Clancy (1947 – 2013) fue un escritor norteamericano que tuvo un éxito increíble. Sus libros se mantuvieron 30 años en la lista de bestsellers del New York Times. Después de los libros vinieron las películas y las series de televisión. No tuvo una larga vida por sus problemas con el corazón pero su creación, Jack Ryan, no murió. Es inmortal. El público lo adoraba y los editores y directores de cine de Hollywood el dinero que él producía, así que los escritores Mark Greany, Grant Blackwood, Mike Maden, Mark Cameron y Ron Bentley siguieron escribiendo sus aventuras bajo su nombre.
También fueron muchos los actores que interpretaron las aventuras de Jack Ryan, este personaje casi irreal ya que era tremendo intelectual, tenía hasta un PhD, inteligentísimo, buen mozo, atlético, agente de la CIA, ni Marvel es capaz de inventar un súper héroe así, a saber: Alec Baldwyn en The Hunt for Red October, Harrison Ford en Patriot Games, películas muy entretenidas hasta llegar a las series protagonizadas por John Krasinski. En un episodio de la serie John Krasinski o más bien, Jack Ryan viene a Venezuela, con cierto desconocimiento del país tomando en cuenta su inmenso bagaje cultural. Para colmo ¡el episodio fue filmado en Colombia!
Pero Jack Ryan es, sin duda, el profeta de una nueva religión, la del entretenimiento. Ya no es de rigor el amor al prójimo o el odio al prójimo que, siendo opuesto es casi lo mismo, ahora se evidencian otros mandamientos, si tú estás entretenido, pasándola bien y comiendo cotufas, nada malo te va a pasar porque, «Alguien resuelve». O sea, el nirvana casi. Por eso la gente está tan calladita en su casa, esperando a Jack Ryan que no ha llegado todavía.
Puede que todavía no esté aquí porque voló a las alturas del Golán a ver qué puede hacer por los pobres drusos que tienen tantos profetas que para nada lo estaban esperando. Siendo ellos, en un comienzo, de religión musulmana, incorporaron a sus creencias los antiguos filósofos griegos empezando por Parménides, Zenón y sus paradojas, la reductio ad absurdum, posiblemente de Euclides, luego la religión cristiana empezando por Moisés, admirando a Jetro su suegro, y luego la reencarnación y el karma. En la unión está la fuerza.
Al karma llegamos nosotros pero por otro camino. Porque negar que estamos pagando un karma fortísimo sería tan absurdo como negar la Escuela Eleática. Veamos las pruebas, están ahí más claras que el agua de manantial o de pozo. En primer lugar hacemos unas primarias eficientes y de primer orden. Las anulan. Se decide ir a votar y nos sumergen en un mar de propaganda que, para colmo, sale de nuestro propio e involuntario bolsillo.
Luego ganamos y nos dicen que no, que no ganamos porque las votaciones fueron interrumpidas por un hackeo ocasionado por unos piratas cibernéticos de Macedonia del Norte, descendientes directos o indirectos, por lo que viene al caso, de Alejandro Magno.
Los macedonios dicen que no, que ellos no se meten en esos problemas, que tienen lo suficiente con sus vecinos, los griegos, que no les permiten meterse en la Unión Europea. Ya lo decía Virgilio Timeo danaos e. (etiam) dona ferentes, que traducido al castellano, significa «ni con maletas llenas de dólares nos van a convencer».
*Lea también: Isabella, por Alejandro Oropeza G.
Y ahora que estamos inmersos en tremendo proceso poselectoral, que no se oye siquiera el canto de los grillos, no pasa ni un autobús, ni un carro, ni un maldito mosquito, nos preguntamos, ¿Y dónde está Jack Ryan?
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo