«Donde no hay periodismo, no hay democracia», por Heisy Mejías
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Mucho se había hablado sobre las terribles consecuencias que tendría el periodismo con la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (2007). La también llamada «Ley Mordaza» pretendía regular el contenido que los medios publicaban a fin de proteger a los usuarios de violencia, sexo, entre otras cosas perjudiciales para la sociedad.
Tras doce años, no creo que haya sido tal ley la que determinó, en sentido estricto, la censura de los medios; pues estos siguieron mostrando sus contenidos (con restricciones, claro está) que al parecer no eran nocivos para nadie. Además, si se revisa la Ley Resorte, se observará que en principio la finalidad era proteger a los niños de contenidos indebidos y exigir a los medios y a los periodistas hacerse responsables de lo que dicen y muestran, de modo que cada quien cuidó sus espaldas como pudo.
De hecho, el cierre de RCTV no fue a través de la Ley Resorte. Arbitrariamente no se renovó la concesión de dicho canal. Muchos pensaron que ahí moría la televisión y el periodismo. De los que protestamos contra el cierre, algunos se fueron del país y otros nos quedamos. No murió allí, sólo fue el inicio del fin.
Quedaban otros canales: Venevisión, Globovisión, Televen, VTV que eran los más importantes y otros que estaban modificándose también. Aún teníamos los medios impresos y la radio que poco a poco, fueron tocadas por la mano nefasta del régimen. Conatel empezó a meterse con los programas; luego los dueños empezaron a vender las acciones de dichas empresas y esto tuvo como consecuencia el cambio en las líneas editoriales, los que determinaron las cosas que se decían. Así pasamos de un Globovisión rígidamente crítico a uno más amigable con el desastre.
Para la muerte de Chávez, pocos espacios de denuncia quedaban; su muerte era un misterio y nadie hablaba del caso en señal abierta. Poco después a Luis Chataing, quien de forma humorística manifestaba su disentir, le cerraron el programa por presiones gubernamentales. Lo apoyó Vanessa Davies, que trabajaba para el canal del Estado (VTV) en ese momento, pero poco después ella saldría por «realizar preguntas incómodas a Rafael Ramírez», ministro en aquel momento.
Es evidente que los problemas con la censura no comenzaron con el ascenso de Maduro al poder, pero definitivamente éstos se han agravado.
El cierre de medios por mantener una línea editorial no amigable con el gobierno, la negación de las divisas para obtener el papel periódico de los medios impresos, los cortes de luz que nos dejan a todos incomunicados y la alarmante cifra de periodistas perseguidos, presos, desaparecidos y asesinados en extrañas circunstancias es sorprendente.
Luego, es menester preguntarnos cosas de interés público y que no debe quedar sólo en las escuelas de comunicación. ¿Fue una ley la que mató al periodismo o la tiranía que hizo de él lo que quiso? Lo que nos llevaría a una segunda cuestión mucho más importante, pues se trata de nuestras nociones de certeza, las cuales hoy se encuentran tan vacías como nuestras arcas ¿Es posible, en esta incertidumbre continua, la existencia del periodismo? ¿Se puede investigar, patear la calle, escudriñar en la oscuridad sin temer por la vida? En definitiva, ¿Podríamos hablar de República, en tanta democracia si el cuarto poder no existe? Y en respuesta a esta interrogante, cito algo que una profesora nos decía siempre: «Donde no hay periodismo, no hay democracia».
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