¿Dónde quedó Venezuela en esa conversación?, por Beltrán Vallejo
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Se realizó una cumbre entre dos «emperadores» que tienen en vilo la estabilidad del planeta. Hace algunos días se encontraron en Ginebra Joe Biden, presidente de una nación que todavía algunos reconocen como primera potencia mundial, y Vladimir Putin, el caporal de una potencia guerrerista y cuya sombra cubre amenazante Ucrania y que se ufana de su victoria en Siria, ya convertida en su protectorado.
Allí, ellos tocaron temas que tuvieron que ver con derechos humanos y espacios geopolíticos de influencia y seguridad mundial, tratando desde lo de Siria, Navalny, ciberataques y un significativo etc. Y el resultado fue el pragmatismo puro de reabrir las embajadas y reactivar las relaciones diplomáticas, y claro que se enseñaron los dientes. Pero vean, mis queridos lectores, que en la agenda de conversación de los «papás de los helados» no se encontraba Venezuela.
Ambas potencias tienen franca injerencia —y hasta se diría que terrible injerencia— en nuestro país, pero no hablaron de ese botín.
Y lo voy a decir, así rompa cristales: Biden es el jefe de Guaidó (aunque más lo fue Trump) y Putin es el jefe de Maduro, o por lo menos son los protectores de esos dos. Sin embargo, Venezuela, ese día del encuentro, no existió para ellos.
Y yo me pregunto, ¿para quién fue bueno eso?
En el 2019, Venezuela fue varias veces a la ONU como tema y, en relación a ella, esas dos potencias se pelearon y se dijeron de todo, y allí los rusos protegieron a Maduro como les dio la gana.
En el 2020, Guaidó, en su condición de «presidente interino», fue ovacionado por los congresistas de la Cámara Alta y de la Cámara Baja, algo que es una rareza asombrosa; pero el pasado 16 de junio Venezuela desapareció de la agenda de los colosos nucleares. Hace meses que nuestro país no es tema importante a nivel internacional, y sí lo fue hace unos años; incluso, hasta se percibe que el conflicto venezolano lo que da es «cansancio» allá afuera, y disculpen la expresión.
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¿Es bueno para Venezuela el hecho de que los amos del mundo no la tuvieron presente en su conversación en Ginebra? Respondo que no.
¿Eso es bueno para Putin? Yo respondo que sí.
¿Eso es bueno para Maduro? Para Maduro el silencio de Ginebra sobre Venezuela es una dulce melodía.
¿Eso es bueno para la lucha por la democracia en este país? Respondo que para nada es bueno.
Y, sin embargo, uno lee que actores políticos en Chile, en Colombia y en el Perú, a raíz de los conflictos sociales y políticos que han estallado en esas naciones, denuncian al régimen de Maduro como promotor de la inestabilidad en el subcontinente americano, siendo un desestabilizador que Putin sostiene, ayudándolo a sortear el cerco gringo, pero a cambio del emporio de explotación gasífera en Paria y tratando de garantizar que Maduro devuelva la monstruosidad de préstamos de Moscú.
Los rusos se implantaron en el patio trasero de los gringos; antes lo hicieron los chinos y los iraníes y, sin embargo, Biden ni se acordó de esta tierra que lucha contra la tiranía neototalitaria de Maduro, sostenida por un amigote como Putin y compañía. Se ve que tiene asuntos más importantes.
A Putin le agradó que su logro temporal de instalarse en Venezuela no existiera en la mesa de Ginebra, y a Maduro mucho más.
¿Regresó la incomprensión mundial de lo que se está jugando en nuestro país como amenaza sobre los intereses de Occidente, una incomprensión que creíamos superada desde el año 2017?
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