Dopamina digital: La tiranía del «me gusta», por Rafael A. Sanabria M.
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La comunicación digital contemporánea, estructurada en torno a la inmediatez de los emojis, stickers y el sistema de «me gusta», ha redefinido cómo buscamos la aprobación. Esto ejerce una presión crítica y a menudo destructiva sobre nuestras emociones, sentimientos y salud mental.
El sistema de recompensa inmediata del like se ha convertido en el principal motor de esta dinámica: cada reacción positiva actúa como un estímulo, liberando dopamina en el cerebro y forjando un ciclo de adicción donde la persona publica contenido esperando la dosis de validación.
La ausencia o insuficiencia de esta retroalimentación digital no solo provoca ansiedad y compulsión por verificar las notificaciones, sino que también ataca directamente la autoestima, haciendo que el valor personal parezca supeditado al rendimiento numérico en la pantalla.
Esta tiranía del desempeño digital se ve amplificada por la comparación social, ya que la constante exposición a las vidas idealizadas y filtradas de otros alimenta sentimientos de insuficiencia, depresión y el temor a no encajar en los estándares irreales que la plataforma promueve.
Simplificación emocional y ciberacoso
En paralelo, aunque los emojis y stickers son valiosos para humanizar la comunicación escrita y transmitir tono emocional, su uso excesivo conlleva el riesgo de un empobrecimiento del lenguaje, reduciendo la expresión de sentimientos complejos a representaciones pictóricas simplificadas.
Más grave aún es su perversión como herramientas de ciberacoso (cyberbullying), donde stickers degradantes o la burla a través de reacciones negativas infligen un daño psicológico significativo y duradero. En esencia, la crítica reside en la dependencia: al trasladar nuestra fuente de validación de las relaciones reales a las métricas digitales, comprometemos nuestra estabilidad emocional, haciendo urgente la necesidad de establecer límites de uso y priorizar las interacciones auténticas para proteger la salud mental de la superficialidad de la aprobación en línea.
La redención de la autenticidad: Un llamado a la desconexión emocional
Hemos permitido que la geografía de nuestra estima se encoja hasta caber en una pantalla de seis pulgadas, y que su brújula sea manejada por un contador numérico. Pero la verdadera crisis no es la tecnología, sino nuestra resignación a que la validación sea delegada.
Detrás de cada «like» hay un complejo sistema de ingeniería psicológica diseñado para mantenernos conectados, no necesariamente felices. Esta tiranía nos roba no solo la atención, sino algo mucho más vital: la capacidad de autovalidación.
La tarea urgente no es solo desintoxicarnos de la dopamina fácil, sino repatriar nuestra autoestima de vuelta al mundo tangible. Necesitamos cultivar la literatura de nuestros sentimientos más allá de la gramática simplista de un emoji.
Es un acto de rebeldía radical elegir la incómoda autenticidad de una relación real y profunda, donde la retroalimentación se da en la pausa, el tono de voz y el contacto visual, en lugar de la falsa gratificación de la reacción inmediata.
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Que este sea el momento de declarar la independencia emocional: entender que nuestro valor intrínseco no fluctúa con la métrica de moda, y que la estabilidad mental es el único tesoro que el algoritmo nunca podrá monetizar. La verdadera conexión nos espera, sin filtros ni contadores, en el vasto, complejo y profundamente satisfactorio mundo que existe al pulsar el botón de apagado.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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