Dualidad de José Rafael Revenga, por Rafael A. Sanabria M.
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José Rafael Revenga fue un destacado prócer civil de la Independencia, de cuyo nacimiento recién se cumplieron 234 años. Fue fiel secretario del Libertador de quien este dijo que era “Su otro yo”. Revenga desarrolló dentro y fuera del país una ímproba labor patriota, antes y después de la lucha por la Independencia, como diplomático, administrador y hombre de ideas. Pero de Revenga también se cuenta una faceta negativa. ¿Cuál es de mayor importancia?
El joven hacendado Revenga participó en la Junta Revolucionaria que dio el golpe a las autoridades españolas y ocupó la Secretaría de Relaciones Exteriores. En 1811, con 24 años de edad, fue comisionado para representar a la República ante el gobierno de Estados Unidos de América, y entregó al presidente James Madison copias del Acta de Independencia y de la bandera. En 1815 fue secretario de Bolívar en Cartagena. En 1816 y 1817 estudió en Filadelfia contabilidad, economía política y el método de enseñanza mutua de Lancaster que, aunado a su alta probidad, rendiría buenos frutos al país.
Fue cofundador y director, junto a Roscio, 1818, de El Correo del Orinoco. En 1820 fue a España a entregar al rey Fernando VII la carta de Bolívar solicitando que España reconociera la independencia de Venezuela. De eso hace hoy justamente 200 años. Fue este el año de la firma del Armisticio, en el cual fue comisionado para prevenir su observancia por parte de las divisiones del ejército republicano.
En 1822 cuando se dirigía a Europa en comisión con papeles de la República, sufrió un naufragio y anduvo errante por los mares 14 días, pero con esfuerzo salvó los papeles de la legación. Este hecho es conocido en la historia como el naufragio de Revenga.
Abogó con fervor junto al Dr. José María Vargas para suprimir los odiosos requisitos de raza y condición social que privaban al pueblo humilde de ingresar a la Universidad de Caracas (de los cuales él mismo había sido víctima). Para ello promulgó el estatuto de la Universidad Central de Venezuela en 1827. Desde entonces ingresaron los pardos. Así, con él, los pobres llegaron a la universidad.
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Fue hecho prisionero (domiciliario) en Londres, el 27 de julio de 1827 cuando fue a gestionar el reconocimiento de la independencia y el ordenamiento de la deuda, pero resultó absuelto. Demandó a su vez y obtuvo indemnización. Pues bien, ¿en qué se le ocurrió emplear ese dinero, tan bien ganado a costa de su libertad, que lo hubiera eximido por las privaciones sufridas?: lo invirtió en material de enseñanza para unas escuelas normales gratuitas, lo que siempre había reclamado del gobierno. Qué clase de patriotismo demostró, qué prueba de desinterés. Magnífico ejemplo para estos días de escepticismo y exacerbado egoísmo, en los que esto casi parece una invención novelesca.
Fue presidente del Banco Nacional, 1847 y ministro de Relaciones Exteriores, 1850. Sin duda fue un hombre probo, que organizó la hacienda pública con tal escrupulosidad en el manejo de las finanzas que le llamaban “miserable” (digno de emular). Además, hombre fiel al padre de la patria, fue el único en no firmar el acta de disolución de la Gran Colombia, el sueño de Bolívar, demostrándole su imperecedera lealtad.
José Rafael Revenga es epónimo de su municipio natal, cuyos habitantes están orgulloso de su ilustre hijo. Mas hay voces que se levantan en contra, que incluso lo consideran indigno de reposar en el Panteón Nacional. La causa es que ordenó azotar a un esclavo que había robado y este, posteriormente, murió. Él, que estaba enemistado con la dirigencia de entonces, concitó críticas infamantes. Un artículo publicado por sus enemigos que se titulaba “La sombra de Fermín” lo consideraba un criminal. Digo, sin intentar justificar la acción del prócer, “quien esté libre de pecado…” porque no debemos dejar de reconocer la labor de este prócer civil.
Este es el Revenga patriota y humano, queda a cada quien calificar al personaje. Esto fue lo que hizo este noble hombre por nuestro país, quien nació en El Consejo el 24 de noviembre de 1786 y murió en Caracas, humilde como nació, el 9 de marzo de 1852.
Cada quien que decida si condenarlo por el error que cometió o agradecerle lo mucho que hizo por Venezuela.
Yo, en lo personal, lo llevo en alto. Sea Dios quien lo juzgue.
Rafael Sanabria es Profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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